Motivos que me quitaron de leer Sal Terrae
Conozco muy bien la historia de servicio eclesial que la revista de los jesuitas Sal Terrae ha prestado a la Iglesia Católica en los últimos cien años.
Desde mi primeros años de alumno en el Seminario Diocesano la leía, resumía algunos artículos, usaba sus contenidos para los trabajos en clase, discutía su contenido con compañeros y profesores.
La misión de la revista y la editorial del mismo nombre son una referencia imprescindible para la historia de la Iglesia en España en el último siglo.
¿Por qué abandoné la lectura de la revista Sal Terrae?.
Por estos tres motivos:
1.- En cierto momento envié un artículo de colaboración, muy breve, ocupaba la cara de un folio, entonces se llamaba de tipo holandesa, escrito a máquina. Trataba sobre la actualidad pastoral del uso de los medios audiovisuales en el proceso de la catequesis preparatoria de la primera Comunión.
El silencio administrativo acompañó a aquel envío que lo hice a instancias de la persona que entonces estaba al frente de la revista.
2.- El nivel de Sal Terrae iba bajando. Los articulistas y colaboradores eran personas sensatas, pero excesivamente teóricos alejados de la pastoral práctica parroquial o diocesana.
La calidad de los artículos dejaba mucho que desear, pues entraba en cuestiones tan fronterizas que me enfriaron hacia su lectura. En algún momento dejé de leer a determinados autores, porque sus derivaciones era muy secularizantes.
3.- El grado teológico de equis colaboradores chocaba con mi manera de pensar, y en mi forma de ver el Magisterio y la Tradición de la Iglesia.
Consideré que Sal Terrae había perdido los motivos impuestos por su fundador el padre Vilariño para que los curas tuviéramos una teología pastoral actualizada y nunca manipulada por unas derivaciones fácilmente discutibles.
Abandoné Sal Terrae. Habían nacido otras revistas con pretensiones más centradas en el punto de equilibrio que siempre ha sido la Iglesia Católica tanto en su pastoral como en su doctrina y Magisterio y Tradición.
No deseo colocar fechas, ni nombres de nadie, porque es fácil que faltara a la caridad hacia compañeros sacerdotes y padres jesuitas a quienes les debo el respeto debido en el mandamiento del amor a Dios y a los hermanos.
Felicito a la Compañía de Jesús por este primer siglo de la revista editada en papel, algo muy difícil de conseguir en estos tiempos, donde toda publicación está de capa caída.
Volveré a la lectura de Sal Terrae en forma digital, buscando siempre la fidelidad a una doctrina sana conectada con la Tradición y el Magisterio eclesial. Si no encuentro lo que busco, la volveré a apartar de mis lecturas favoritas.
Para saber más hagan clic aquí.
Tomás de la Torre Lendínez
8 comentarios
...que solicitaba una y otra vez de la editora Sal Terrae información para conseguir un libro precisamente editado por ella, y que podía prestarle un gran servicio en su vida de casado; pues su prole crecía más y más y él ya se veía incapaz de sostenerla económicamente. Y en tal caso --pensaba él-- cualquier cosa antes que ofender al Señor. El libro salvador, publicado por Sal Terrae, se titulaba "Método cooperativo de regulación natural de la natalidad". El hombre trataba incansablemente de contactar con la editorial, pues ya no era posible adquirirlo en librería alguna; pero la casa ni siquiera se dignaba responderle: sólo hacía mutis. Mutis y más mutis. Al final nuestro hombre comprendió que Sal Terrae --nombre rimbombante donde lo haya-- había cambiado. ¿Vuelto sosa tal vez...?
El mismo demonio no es tan necio de colocarte diez mentiras gordas, el veneno va envuelto rodeado de 9 caramelos. Si no, no cuela.
Vida Nueva, Sal Terrae y cien etc más trabajan así en su tarea de demolición interna a propósito.
Son veneno y hay que protestar y denunciarlas abiértamente para defender a los pequeñines en la fe.
La Iglesia solo puede admitir ser un baluarte de defensa de la fe recibida. Y nada más.
El Evangelio es durísimo con los pastores que permiten el error dentro de sus comunidades.
Falta mucho celo que consuma por la Casa de Dios.
Y bueno, qué quiere que le diga. Yo no sé qué pensará el ciudadano católico medio de este país. Pero si a un servidor le dan a alegir entre lo que narra el Evangelio y lo que cuenta la editorial Sal Terrae y su señor director, yo tengo claro con lo que me quedo...
Denunciar, no es faltar a la caridad, es caridad para con los hermanos que podrían se desviados de la fe.
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