Igualar por lo bajo, también se encuentra en la Iglesia
La actual enseñanza secundaria obligatoria, entre sus variados agujeros, tiene uno que ha entrado en la vida social, en la economía, y otros aspectos más. Tanto ha calado que ha llegado a la Iglesia. Así como lo leen. Es la conocida enfermedad: la no competencia, igualar por lo bajo.
En una clase cualquiera no debe haber competiciones de ningún tipo, pues nunca debe premiarse la inteligencia, el trabajo y el esfuerzo, ya que no debe haber “ningún pelotón de los tontos”, resaltado con la presencia de algunos que destaquen por su estudio, superación y capacidad para la asignatura. Éstos, si los hay, llegan desde primaria romos, “castrati” para la lucha en una sana competición intelectual. Así se encuentra uno un masivo “pelotón de tontos” que esto es lo legal y pedagógico.
En la Iglesia ha entrado esta maniática forma de trabajar y actuar. Algo que está en contra de la parábola de los talentos, donde el Señor premia el esfuerzo, el trabajo, la astucia y saber ganar, en contra del vago que esconde el talento recibido.
Las mejores parroquias actuales son las que hacen ramplonamente “lo de siempre”. En las visitas pastorales la mediocridad es el mejor análisis que detecta el pastor. Y se queda tan tranquilo. Si algún cura desea innovar o ampliar el ámbito de su trabajo pastoral en la comunidad cristiana, ya se encargan los curas vecinos de segarle la hierba debajo de los pies para que no les deje a ellos “in puribus”.
Esto está ocurriendo de forma solapada. A veces abierta pero recubierta de argumentos vacíos: la competitividad no se puede cortar, ni anular, ni enmascarar, es algo que está contra el mismo sentido evangélico. Se utiliza la mentira para “imponer” el falso igualitarismo por abajo. Y se dictan “normas”, salidas de una mente dictatorial, para cortar en raíz, a una sola persona, pretendiendo domarla a la no competitividad.
Quien pueda que lo haga. Quien lo haga mejor es porque podrá. La muerte de muchas iniciativas pastorales dentro de la Iglesia es por el igualitarismo por abajo, esto fomenta la falta de competición y reduce a la vaciedad y a la falta de compromiso, lo que aleja a los creyentes en busca de agua a otras fuentes mejores.
¿Terminará esta enfermedad en la Iglesia?. Espero que algún día ocurra. Pero la atmósfera que respiro a diario me hace ser bastante escéptico.
Sobran los envidiosos, los acomodados, los cobardes. Faltan inversores fuertes y valientes como los de la parábola de los talentos.
Un ejemplo de lo que decimos está en la siguiente página:
A la hora que colgamos este post, esta web lleva cuatro días sin actualizarse. Desconozco los motivos. Conozco que la dirige una sola persona que puede estar enfermo, de puente, o que le haya atacado cualquier pirata.
En otras páginas cuentan con gente numerosa que buscan la ley del minimo esfuerzo. Es la la enfermedad de la no competicion e igualar por lo bajo . Lo mismo que tengo en clase todos los días.
Tomás de la Torre Lendínez
4 comentarios
Yo ya lo he hecho en dos ocasiones y el cambio siempre ha sido para mejor.
Sobre los objetivos de la Educación, se dice que uno es la igualación. Sin duda pero también ahora lo que habría que decir se pasa de la medida de un blog y requeriría esfuerzos inconmensurable que no están a mi alcance. Es algo muy cierto y muy matizable. También se dice que los procedimientos aprendidos en la Educación penetran en otros terrenos. Lo mismo, muy cierto y hay que entenderlo bien.
En cuanto a lo de la competitividad, no me meto, ni dentro ni fuera de la Iglesia. Los asuntos relacionados con la Educación ya son importantes por sí solos.
Lo que me resulta extrañísimo son las dos respuestas de dos blogueros. No las entiendo. Uno reclama sujección a las normas y nada de indirectas. Otro persiste en su suprafenomenología católica de cualquier cosa y hablar de la anomía como enfermedad típica de nuestro tiempo, una especie de alergia, se supone, una enfermedad que se da con el tiempo, en Primavera o en Otoño, si hay polen o hay gramíneas en el aire, o algo parecido. ¿Qué tienen esas respuestas que ver con el tema del día?. Yo digo que entiendo alguna cuestión pero no me atrevo con ella, la remarco y la dejo, como hace tanta gente. ¿Quién no cumple las normas?, ¿es la anomía un pecado fenomenológico?. Desde luego no es un pecado en la Educación donde todo está normativizado y esa es la función del Sistema Educativo, asegurarse de que en cada nivel de Enseñanza se aprende lo Obligatorio a lo largo de tiempo.
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