Mis padres en Manos Unidas
Mis padres, entre sus muchísimas cosas buenas, fueron miembros de Manos Unidas. No tuvieron cargos de nada. Fueron militantes de base, tan de base que formaban parte de la hilera de gente que metía la propaganda de la campaña contra el hambre en el mundo cuando se avecinaba el segundo domingo de febrero, fecha clave en Manos Unidas.
Por aquellos años no existían los servicios de la informática. Todo se hacia a mano o a máquina de escribir. Cuando llegaba el momento transportaban a la parroquia el paquete de propaganda que era repartida en las diversas misas del templo.
Participaron de aquellas cenas del hambre junto a muchas personas de la comunidad parroquial. Tanto mi padre como mi madre me enseñaron el amor a Manos Unidas y sus funciones de desarrollo en el mundo, que ahora acaba de ser reconocido al recibir el Premio Principe de Asturas de la Concordia.
Felicito a Manos Unidas, y doy las gracias a tantos voluntarios, entre ellos a mis padres, que desde la fundación ayudaron a que esta institución tenga las credenciales tan excelentes que le han llevado a la nominación para el premio Principe de Asturias.
A la vez invito a que los actuales dirigentes y voluntarios sigan fieles a los principios fundacionales de Manos Unidas, una obra nacida en el seno de la Iglesia Católica y formada por voluntarios cristianos.
Tomás de la Torre Lendínez
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