Turismo de salud
Artículo publicado hoy en el Diario Ideal, edición de Jaén, página 25
Cuando el verano acaba lentamente, he compartido una conversación con amigos sobre cómo les ha ido en estos meses de calor. Han salido todos los aspectos de descansar y de cambiar de aires. Una me ha llamado la atención. Se trata del turismo de salud. Es la manera de irse fuera buscando una forma de sanar algún aspecto del cuerpo humano que esté dolorido por alguna situación.
Un amigo ha estado en dos balnearios de rancio abolengo en la historia española, a los que acudían nuestros antepasados pudientes a tomar las aguas. En uno de ellos le ha venido muy bien para tratar dolencias de los huesos. En otro ha encontrado ayuda para problemas respiratorios. En ambos casos cuenta y no acaba de cómo ha sido tratado y los servicios que ha recibido. Todo, claro está, con alto coste económico para el ciudadano medio, y más en plena bancarrota económica.
Otro de los tertulianos ha contado una experiencia curiosa. Iba por la calle de una ciudad costera levantina. Le entregaron un papel de propaganda, donde le invitaban a un viaje gratis a otra ciudad cercana, previo paso por una sesión de venta de productos a favor de la salud.
Este señor se presentó a tomar el autobús a su hora. Los llevaron, el vehículo iba hasta los topes, gratis total, a una nave de un polígono industrial, donde les dieron el desayuno y los pasaron a unas aulas donde una persona de una empresa de productos buscadores de una mejor calidad de vida, tomó la palabra y les estuvo explicando para que dolencias se pueden curar con sillones automáticos, que relajan, masajean, producen calor, buscando la curación de equis dolencias óseas. Más tarde, presentaron una cama automática y articulada cuyas prestaciones eran alcanzar el descanso y la relajación plena.
Tras esta charla, vino el intentar comprometer la venta de estos productos y otros más a todos los presentes en el aula. Alguno compró. Otros pasaron de puntillas sobre las ofertas. Tras la comida, los llevaron a conocer otra ciudad cercana. Todo gratis. A mi parecer, la sociedad actual idolatra la calidad de vida pretendiendo alargarla como si fuera de goma, y se ignora la calidad de vida espiritual que es la que realmente nos daría la plena felicidad.
Pocas personas tomarían un autobús, gratis total, para pasar un día de retiro espiritual en cualquier casa religiosa. Pensarían que eso era perder el tiempo, ya que todos dicen que conocen muy bien su religión católica, algo que demuestra la realidad de la Iglesia del Señor a diario. Seguramente el autobús se iría con dos o tres al máximo. O con cero.
Cuando ahora estamos en las puertas del curso nuevo, se hace necesario que cuidemos nuestra salud espiritual y que tomemos más serio nuestras responsabilidades cristianas. Si así lo hacemos estaremos llenando el alma de la gracia de Dios.
Tomás de la Torre Lendínez
1 comentario
Este artículo, efectivamente, demuestra que vivimos en una sociedad hedonista, donde valoramos más nuestra libertad (o, en algunos casos, nuestro libertinaje) para actuar (con la única restricción de respetar las libertades de los demás).
Además, el artículo también refleja el poder que la propaganda tiene en la sociedad actual.
En cambio, lo que verdaderamente puede serenar nuestra alma y elevar nuestra alma hacia Dios, la vida espiritual, apenas lo valoramos, quizás porque vivimos en una sociedad ruidosa, con prisas, etc.
Además de la sugerencia de los retiros espirituales que señala el artículo, me gustaría sugerir también, como una forma adicional de mejorar nuestra vida espiritual, la incorporación de la gente que lo desee y pueda a alguno de los nuevos movimientos o realidades eclesiales, como el Camino Neocatecumenal.
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