La Misa nueva y la continuidad imposible
Después de la publicación del Motu proprio Traditionis Custodes, la reacción de muchos sacerdotes bienintencionados ha sido insistir en que el camino a seguir es el de la celebración fiel de la Santa Misa según las normas establecidas en el Misal posterior al Concilio Vaticano II. El P. Iraburu ha publicado un estupendo artículo, como todos los suyos, manteniendo esta misma tesis. Él mismo ha anticipado que el artículo tiene dos partes más, por lo que no es mi intención replicarle, puesto que no ha terminado toda su exposición.
Sin embargo, sí me gustaría señalar un problema ante la sugerencia de celebrar la Misa de Pablo VI «como Dios manda» que hace el P. Iraburu y los buenos sacerdotes antes mencionados. El problema es que la Misa de Pablo VI, antes llamada forma ordinaria del Rito Romano y ahora única forma (salvo autorización del obispo) del Rito Romano, no puede entenderse como tal si no es continuidad con la Tradición. Creo que los sacerdotes ante los que levanto esta objeción estarán de acuerdo conmigo. Pero añado: sin la pervivencia y vitalidad de la Liturgia tradicional, tal celebración «como Dios manda», en continuidad con la Tradición, es imposible.
Una mala reforma litúrgica
Es bien sabido que la reforma que llevó a la Misa nueva desoyó en gran medida las indicaciones de la Sacrosanctum Concilium (SC). Es más, yo creo que el que se hayan plasmado algunas de las buenas intuiciones de la SC en la reforma litúrgica ha sido más una coincidencia con las intenciones de los directores de la reforma que una escucha de la voz del Concilio. No soy un experto en el tema y no puedo decir esto más que como una opinión, pero no encuentro otra explicación a que, desde el primer momento, no sólo se hayan ignorado las directrices de SC, sino que incluso se ha obrado en contra. El ejemplo más conocido es el del mantenimiento del latín, ordenado por el Concilio, pero que fue desobedecido en cuanto se promulgó el nuevo Misal.
Además, me gustaría indicar otro ejemplo que me afecta particularmente. Una de las grandes afirmaciones de SC es que el canto gregoriano es el propio de la liturgia romana y que hay que darle el primer lugar en las acciones litúrgicas en igualdad de condiciones (SC 116). Con esto el Concilio elevaba al máximo nivel la indicación de San Pío X en Tra le sollicitudini. El Concilio llega a afirmar, por ejemplo, que la música «constituye una parte necesaria o integral de la Liturgia solemne» (SC 112). Cualquiera puede constatar que el canto gregoriano ha desaparecido casi totalmente de la experiencia litúrgica de los fieles, pero más aún, es que cincuenta años después de la reforma, todavía es imposible cantar la Liturgia de las Horas en canto gregoriano, si no es en el oficio monástico, porque sólo han salido algunos de los libros necesarios para ello. Este tema no parece preocuparle a nadie, a pesar de que el capítulo de SC dedicado a la música sacra es uno de los que tiene indicaciones más claras y directas.
Ahora bien, esto no quiere decir que yo quiera atacar o, como dice el P. Iraburu, calumniar, la Misa nueva. Evidentemente la Misa de Pablo VI es la Misa de siempre en el Rito Romano, aunque esté mal reformada. Ciertamente expresa la fe de la Iglesia en el Sacrificio de la Misa y es fuente de santidad. Pero para que todas estas cosas sean verdaderas es necesario que esta Misa se entienda, como siempre pretendieron el Concilio y Pablo VI, a la luz de la Tradición litúrgica del Rito Romano.
La insuficiencia de las rúbricas del Nuevo Misal
Dicen los sacerdotes que proponen celebrar la Misa nueva «como Dios manda» que basta con atender a las rúbricas del Misal (la Instrucción General del Misal Romano forma parte del Misal, como las praenotanda de todos los rituales). Sí, es cierto que la mayoría de los sacerdotes, incluso los buenos, no se han molestado en leer las «instrucciones» del Misal, y los pocos que las han leído no son capaces de interpretarlas correctamente, a veces porque son incapaces de entender el latín del documento oficial.
Pero el problema es que las rúbricas del Misal son intencionalmente deficientes, porque no precisan muchos aspectos de la celebración que, piensan muchos, quedan a expensas de la libre interpretación de los celebrantes. Sin embargo, esto no es así, en mi opinión. Yo creo que la Liturgia actual, tal como ha sido aprobada por los Pontífices, sí es precisa en tanto que se comprenda que ha de ser vivida en continuidad con la Tradición de la Iglesia.
Esa necesidad de recurrir a la Tradición para «rellenar los huecos» dejados por las rúbricas actuales no es una originalidad mía, sino que es algo que se deriva claramente de la misma reforma litúrgica, si uno atiende a los documentos.
El Ceremonial de los Obispos de 1984
Hay que recordar que uno de los ejes eclesiológicos del Vaticano II es el papel del episcopado como fuente de la vida cristiana dentro de las diócesis. Precisamente el Papa Francisco se ha dirigdo en Traditionis Custodes «al obispo diocesano, como moderador, promotor y custodio de toda la vida litúrgica en la Iglesia particular que le ha sido confiada». La reforma litúrgica parece extender este principio pretendiendo que la Liturgia celebrada por el obispo se convierta en modelo de la Liturgia que se celebre en toda la diócesis.
El instrumento que se editó para conseguir este fin fue el nuevo Ceremonial de los Obispos, publicado en 1984. En la introducción del Ceremonial se afirma con claridad el principio que hemos mencionado cuando señala como su objetivo «obtener una liturgia episcopal que sea sencilla y al mismo tiempo noble, y plena de eficacia pastoral, de tal manera que pueda convertirse en ejemplo para todas las demás celebraciones».
Cuando a los sacerdotes defensores de la celebración de la Misa nueva «como Dios manda» se les recuerda la existencia de este Ceremonial, suelen responder que como es ceremonial de los obispos, sus contenidos únicamente competen a los obispos, y no a los presbíteros. Queda patente lo equivocado de esta afirmación.
Un ejemplo tomado del Ceremonial
El Ceremonial contiene aclaraciones que son muy interesantes para entender el espíritu de la reforma litúrgica. Hay un ejemplo que me parece muy claro: el de las posiciones de las manos.
Alguno dirá que es un ejemplo muy tonto, pero una de las cosas que llaman la atención cuando uno ve una concelebración (novedad de la reforma litúrgica, aunque se quiera hacer conectar con la supuesta concelebración de los tiempos apostólicos, que jamás fue tal) es la infinita variedad de los gestos usados por los sacerdotes. Cuando los sacerdotes han de tener las manos juntas pueden verse algunos que mantienen los dedos entrelazados y las manos cómodamente apoyadas en la barriga; otros se agarran una mano con la otra; algunos tienen las manos cómodamente juntas en la espalda; y los más atrevidos llegan incluso a colocarse de brazos cruzados. Unos poquitos, en cambio, unen sus manos por las palmas teniendo todos los dedos extendidos y cruzando el pulgar derecho sobre el izquierdo en forma de cruz.
¿Quién lo hace bien? Los que defienden que el Misal es suficiente para celebrar dirán que, dado que no hay una indicación concreta ni en el ordinario ni en la Instrucción General, no hay una respuesta correcta. Sin embargo, el Ceremonial de los Obispos sí lo indica. En concreto, el Ceremonial dice lo siguiente al explicar qué significa el gesto de manos juntas:
Cuando se dice que las manos están juntas, se entiende: «tener ante el pecho las palmas extendidas, y al mismo tiempo juntas, el pulgar de la derecha sobre el de la izquierda puesto en forma de cruz».
La cita que recoge el Ceremonial remite, precisamente, al Ceremonial anterior, propio de la Liturgia Tradicional en su reforma posterior al Concilio de Trento.
Hay otras indicaciones de este estilo en el Ceremonial que, como hemos dicho, no es sólo para los obispos, sino que pretende que el obispo se convierta en modelo para todos los sacerdotes de la diócesis. En estos casos las aclaraciones del Ceremonial actual citan explícitamente el Ceremonial anterior, en continuidad con la Tradición.
Una idea fracasada
Estas indicaciones explícitas me parecen muy interesantes, porque de suyo no serían necesarias en absoluto. Están colocadas en notas a pie, pero podrían perfectamente estar indicadas en el texto sin hacer referencia explícita a la Tradición litúrgica de la que están tomadas. Pero es que lo que parece querer enseñar todo el Ceremonial es precisamente esto: que la manera como ha de celebrarse la Misa nueva no puede ser sino en continuidad con la Tradición, sin que sea necesario que el Misal actual haga todas estas precisiones, sino que los sacerdotes han de imitar el ars celebrandi de su obispo, que ha de ser el que se guíe por la Tradición.
Esto tiene cierto sentido en el momento en el que el Ceremonial fue editado, cuando la mayoría de los obispos habían vivido la Tradición litúrgica anterior. Si el Ceremonial se hubiera observado, este estilo celebrativo querido explícitamente por los documentos de la Reforma litúrgica hubiera supuesto una continuidad de la Tradición de forma natural, sin tener que hacer referencias continuas a la liturgia anterior a la reforma.
¿Cuál fue la realidad? Que el Ceremonial fue sistemáticamente ignorado por obispos, ceremonieros y presbíteros, salvo contadas excepciones. Por ejemplo, la edición en lengua española, oficial para España, sólo ha sido publicada hace poco más de un año. Existía una traducción oficial, pero fue publicada por el CELAM siete años después de la promulgación del documento original en latín, y era difícil de encontrar en España. A los obispos recién ordenados se les solía entregar en el encuentro que tenían durante su primer año en Roma una copia del original latino, pero ¿qué obispo a día de hoy sabe suficiente latín como para seguir un documento de estas características?
En definitiva: el Concilio y, hasta cierto punto, los documentos litúrgicos de la reforma, pretendieron que se entendiera la Misa nueva en continuidad con la Tradición litúrgica anterior, pero esta pretensión resultó en vano y las llamadas de atención desde la Santa Sede en forma de notas en latín publicadas en Notitiae (la revista oficial de la Congregación del Culto Divino) fueron ignoradas. Hoy esa pretensión resulta del todo imposible, porque la práctica totalidad de los obispos, y no digamos de los presbíteros, ignoran absolutamente todo sobre la Liturgia anterior al Concilio, cuya imagen, además, ha sido distorsionada de forma sistemática.
La propuesta de Benedicto XVI
Benedicto XVI era plenamente consciente de todo lo que estoy indicando. Y éste es el origen, y no otro, de Summorum Pontificum. El plan de Benedicto (el único posible y sensato en el momento) era que se recuperara la Tradición perdida por medio de un contacto extraordinario con la Liturgia Tradicional. De esta manera podía ser posible reiniciar el proceso querido por la reforma litúrgica: una liturgia reformada en continuidad con la Tradición. Es cierto que esto no supondría un arreglo del desastre de la reforma, pero era la única esperanza para que se pudiera llevar a cabo el proyecto de una «reforma de la reforma». Benedicto XVI, optimista y un tanto ingenuo, eligio ignorar que en ese momento ya casi nadie pretendía esa continuidad, pero no se puede negar que en los pocos años que Summorum Pontificum ha estado activo algo se ha avanzado en esta materia.
Los partidarios de la ruptura litúrgica ven con espanto que los sacerdotes más jóvenes, reconectados con corriente de la Liturgia romana, celebren la Misa nueva con formas tomadas de la Tradición, así como siempre se pretendió que se celebrara. ¿Es incompatible con la Misa nueva que se utilicen tres manteles de lino sobre el altar? ¿Lo es celebrar, como siempre se ha hecho y mandaban los Santos Padres, mirando hacia Oriente o hacia el Tabernáculo? ¿Es contrario a la intención del Concilio o a las normas litúrgicas que se respete el latín como lengua propia de la liturgia romana? ¿Ha de censurarse que se le dé al canto gregoriano el papel que pide SC? Todas estas cosas no están ordenadas por las rúbricas del ordinario o por la Instrucción, pero responden perfectamente a la intención originaria de la reforma litúrgica, tal como parece sugerir el Ceremonial de los Obispos.
Sin embargo, cortada la conexión de los sacerdotes jóvenes con la Tradición, no sólo por medio de las restricciones del nuevo motu proprio del Papa Francisco, sino también por las indicaciones dadas por él a los obispos o las sospechas proyectadas sobre los amantes de la Misa de siempre, ¿será posible que algo de esto pueda darse?
Yo creo que no y, después de todo lo que he tratado de exponer, afirmo que es imposible celebrar la Misa nueva «como Dios manda» si no se recupera, se conoce y se vive la Tradición litúrgica como pretendió Benedicto XVI por medio de Summorum Pontificum.
Y si se niega esto, me parece mucho más sensato equiparse con narices de payaso y pelucas de colores para unirse a la nueva tradición litúrgica que se nos impone desde la Iglesia sinodal alemana, que parece contar con todas las bendiciones de esa suprema Autoridad litúrgica a la que algunos defienden que hay que obedecer ciegamente.
97 comentarios
---
FJD: Como decían los repugnantes Greyjoy en las novelas de G. R. R. Martin: "lo que está muerto no puede morir". Pero ese artículo, que fue suficientemente leído, causaba problemas a quién no tiene culpa, y no me refiero a mí. Con esto basta como explicación.
No se corresponde esa preocupación con sus actos.
Cito sólo tres ejemplos de muchos.
- las Misas creativas de Juan Pablo II con, por ejemplo, indios bailando prácticamente desnudos junto al altar.
- Ratzinger dando de comulgar en la Misa por Juan Pablo II al padre Roger, protestante de Taize.
- Francisco y su Pachamama. Un auténtico escándalo, se mire por donde se mire.
Como pretender parar los abusos cuando se impulsan desde la propia cabeza de forma pública?
Al leer su artículo he pensado que hay que preguntarse si era verdaderamente necesario reformar la misa tradicional. ¿Qué hay de malo en la misa tradicional, qué hay que necesite reforma, incluso en continuidad con la Tradición? Eso es lo que no entiendo.
Reciba un cordial saludo.
---
FJD: Es una buena pregunta. Muchos pensamos que la idea en general de reformar la liturgia no es mala, aunque quizá se hizo en el peor momento posible.
Por lo demás, asiento en todo a los argumentos del artículo. Ciertamente lo que se pretende es una ruptura con la Tradición de la Iglesia en cuanto a la liturgia. Esa obsesión de los manidos progres, que no aceptan ver la debacle en todos los sectores eclesiales, a perseguir a los que buscamos una "pax liturgica" y seguir lo enseñado por Benedicto XVI (la llamada "reforma de la reforma"), en cierto modo no tiene mucho recorrido.
---
FJD: Bueno, yo creo que la bimilenaria historia de la Iglesia demuestra también otras muchas cosas, pero ningún problema con la perfecta obediencia (en lo obedecible), defendida múltiples veces aquí.
Un saludo.
---
FJD: Yo digo que la reforma litúrgica está mal hecho, pero no creo que los nuevos libros sean los culpables de los abusos. En esto, como en casi todo, estoy con el P. Iraburu.
"23. Además, para que la celebración responda más plenamente a las prescripciones y al espíritu de la Sagrada Liturgia y para que crezca su eficacia pastoral, en esta Instrucción General y en el Ordinario de la Misa, se proponen algunas acomodaciones y adaptaciones.
24. Estas adaptaciones, que consisten solamente en la elección de algunos ritos o textos, es decir, de cantos, lecturas, oraciones, moniciones y gestos, para que respondan mejor a las necesidades, a la preparación y a la índole de los participantes, se encomiendan a cada sacerdote celebrante. Sin embargo, recuerde el sacerdote que él es servidor de la Sagrada Liturgia y que a él no le está permitido agregar, quitar o cambiar algo por su propia iniciativa en la celebración de la Misa."
Cierto que se termina recordando al sacerdote que no le está permitido agregar, quitar, o cambiar nada en la sagrada liturgia ..... salvo precisamente, "para que crezca su eficacia pastoral" (¡que no falte nunca la eficacia pastoral!), acogerse a las acomodaciones y adaptaciones permitidas "para que respondan mejor a las necesidades, a la preparación y a la índole de los participantes" (¡ahí queda eso, manda huevos!). Ancha es Castilla, y muy fácil deslizarse de las variantes permitidas a las abusivas. Nada que ver con el rigor del inmemorial rito romano, claro está que hoy se le tacharía de "rigorismo" o "rigor mortis" (¡en latín, por una vez!).
Estoy de acuerdo en que la misa tradicional necesitaba una reforma, aunque ya fue reformada con Juan XXIII. Tal vez, incorporar el movimiento bíblico o algo de vernáculo, especialmente en las lecturas. Pero de ahí a lo que se hizo... Es que no tiene nada que ver una con otra. Por cierto , qué opina de Bugnini?
---
FJD: Lo que usted dice es precisamente lo que pedía el Concilio, no lo que hizo el Consilium.
Creo muy pertinente su artículo, y muy necesaria la reflexión acerca del modo en que se celebra la sagrada liturgia en nuestra Iglesia latina.
Una parte no despreciable, yo diría mayoritaria, del crecimiento de los grupos adheridos a la forma tradicional del canon romano no proviene de gente que ande poniendo en duda concilios, como parece ser la creencia común, sino de católicos descorazonados y cansados de liturgias hechas con desgana, cuando no con incorrecciones manifiestas, que cuando descubren el rito antiguo se sienten mucho más atraídos por su religiosidad.
Si los sacerdotes y obispos interesados en celebrar el Novus Ordo en continuidad con la tradición litúrgica de la Iglesia hubiesen sido la norma y no la excepción, es muy probable que este problema no se hubiese producido jamás, y creo que otros muchos también se hubiesen evitado.
Tema aparte son los cambios estructurales en el nuevo misal con respecto al antiguo, que van más allá de la devoción o solemnidad con la que se celebra la Última Cena y el Sacrificio Pascual. Merecerían a mi juicio un debate profundo entre teólogos y liturgistas para llevar a cabo mejoras y recuperar buenos usos que se perdieron con el Novus que actualmente conocemos.
Un saludo cordial.
Saludos!
FJD: El P. Iraburu ha enviado un comentario antes de éste que no me aparece y lo considero justísimo y apropiado, así que lo copio aquí antes del texto de su siguiente comentario.
---
Estimado Francisco José, al artículo mío al que aludes (día 11,6:47 PM) suscita este artículo tuyo a las 6 horas (día 12, 1:00 AM), sin esperar mi segundo artículo anunciado.
Comienzas diciendo:
“Después de la publicación del Motu proprio Traditionis Custodes, la reacción de muchos sacerdotes bienintencionados ha sido insistir en que el camino a seguir es el de la celebración fiel de la Santa Misa según las normas establecidas en el Misal posterior al Concilio Vaticano II. El P. Iraburu ha publicado un estupendo artículo, como todos los suyos, manteniendo esta misma tesis”.
....
No, yo no mantengo esa tesis. Yo creo que hemos de celebrar bien la Misa postconciliar, y que hemos de procurar también que se mantenga en lo posible la Misa tradicional, la de San Pío V. Ésa fue la norma del Concilio: “La Iglesia no pretende imponer una rígida uniformidad en aquello que no afecta a la fe o al bien de toda la comunidad, ni siquiera en la liturgia” (Sacrosanctum Concilium 37). Y fue también la norma de la Summorum Pontificum.
Cordial saludo + JMI
Estimado Francisco José , después de rectificar yo con un comentario tu inexacto primer párrafo, he leído tu artículo, que en su conjunto me parece verdadero. Habrás leído en el mío que proyecto un tercer artículo: “Recuperemos con fidelidad la Misa de S. Pablo VI”. Recuperar con fidelidad en la continuidad de la Misa nueva con la tradición litúrgica precedente, exige, como dices, “rellenar los huecos dejados por las rúbricas actuales”. Para lo cual, como señalas, el Ceremonial de Obispos de 1984 puede prestar su ayuda, y quizá algún otro documento.
Pues bien, te propongo que completes el ordinario del Misal Romano actual con rúbricas que tomarías sobre todo del citado Ceremonial. Serían [“complementos” a las actuales rúbricas insuficientes o, en algún caso, inexistentes, poniendo en cada caso el origen de donde los tomas]. Puestas [entre corchetes], con la aprobación de liturgistas competentes, serían una gran ayuda para celebrar la Misa nueva en continuidad fiel con la Misa tradicional. A los que queremos celebrar la Misa de S. Pablo VI “como Dios manda” nos facilitaría el intento. Desde InfoCatólica y desde la Fundación GRATIS DATE haríamos lo posible por darle difusión.
¿Cómo lo ve su toledana Reverencia?
---
FJD:
Al segundo comentario: me parece una buena idea, pero no sé si sería suficiente. Creo que para apreciar la continuidad no basta con leer sobre la Tradición, sino que hay que revivirla. Por ejemplo, un seminarista que, mientras profundiza en la vivencia de la Misa nueva experimenta ocasionalmente la Misa anterior. Hoy esto se ha hecho prácticamente imposible, así que quizá hay que recurrir a lo que usted sugiere.
Es como los ciberbeatos marxistas y progres en general, tan abundantes hoy justo cuando el seguimiento popular a la Iglesia está más mermado que nunca. Para ellos no hay más Biblia ni más Evangelio que el "Porque tuve hambre y me disteis de comer, etc., etc." Ni Dios reveló, por lo visto, nada más, ni el Hijo de Dios declaró más cosas...
Le felicito por su artículo, que como todo lo que he leído de usted, está versado, justificado y con gran claridad doctrinal y literaria.
Estoy completamente de acuerdo con lo idea que expresa de la "interrupción" de la tradición en el ars celebrandi, y que no se podrá celebrar nunca bien la Misa Novus Ordo si no es entendida desde la tradición que le viene del Vetus Ordo. Creo que es algo fundamental y muy opotuno que se señale. Pero quería hacerle unas preguntas
1) ¿No le parece que el Novus Ordo, aún siendo completamente válido y lícito, presenta de manera débil la fe de la Iglesia sobre la doctrina de la Misa como Sacrificio, y que incluso la misma predisposición a la creatividad (recordemos como en los años 60 y 70 proliferaron multitud de plegarias inventadas por los sacerdotes) puede propiciar la expresión de una fe confusa, con el gran riesgo que esto supone?
2) ¿No le parece que la misma creacion del Novus Ordo es un collage de elementos tomados de aquí y de allí, so pretexto de recuperar una celebración "ideal" de los primeros siglos, en la que, amén de los desprecios a todo lo que consideraron "adiciones de la espiritualidad medieval", lo que finalmente consiguieron fue una celebración de cierto aire protestante, donde la sacralidad se debilita?
3) Y por último, aparte del aspecto ceremonial, en cuanto a la eucología ¿No cree que la casi total supresión de las referencias al pecado, el infierno, la necesidad de expiación, el caracter propiciatorio, a la intercesion de los santos, en las colectas y en el resto de oraciones de casi todos los santos y misterios, así como la supresión del ofertorio, de las oraciones a la Trinidad (Suscipe Sancta Trinitas y Placeta tibi ), etc, etc, no tendrán consecuencias a la larga en la fe del pueblo cristiano (si acaso no las tiene ya?
Muchas gracias P. Francisco José, y de nuevo, mi felicitación por todo lo que escribe. Que Dios le bendiga.
---
FJD: Respondo:
1) Conociendo los dos misales, no veo en qué sentido se puede afirmar que el nuevo exprese de manera más débil la naturaleza sacrificial de la Misa.
2) Efectivamente, la reforma litúrgica fue una chapuza, hecha en contra de las directrices del Concilio, en el peor momento posible. Pero todo eso no invalida la liturgia resultante, sino que expresa la necesidad de "arreglarlo". Eso sí, mientras la Iglesia esté como está es algo casi impensable.
3) Partamos de la base de que el "pueblo cristiano" no ha entendido nada de los textos litúrgicos durante siglos. La Misa dialogada fue una innovación introducida por el Movimiento litúrgico en el s. XX. Una vez establecido esto, que se modifique el ofertorio (que, por ejemplo, no aparece en el Sacramentario Gelasiano), podrá ser más o menos correcto, pero no creo que tenga impacto directo en la fe del "pueblo cristiano".
En particular, todo en la liturgia de difuntos expresaba con tal fuerza la fe católica sobre los novísimos que, si bien el pueblo no entendía ni el Dies irae ni ningún otro texto latino en su literalidad, hacía suya esa fe y rezaba por los muertos. Mientras que hoy los funerales se han convertido en misas de gloria ¿nada que ver con el abandono de la liturgia tradicional?
Por otro lado, aunque todos esos textos litúrgicos en latín no se entendieran -ni siquiera se oyesen- por el pueblo, cuando se decidió reformar la liturgia y adoptar las lenguas vernáculas ¿por qué no se tradujeron simplemente esos textos? ¿por qué se expurgaron de tantas menciones del pecado, el infierno etc.? ¿sin ningún propósito deliberado? Yo no creo en la inocencia de la revolución litúrgica.
---
FJD: Todo eso que dice no tiene nada que ver con el nuevo Misal, sino con la pérdida de la Tradición, que es lo que se quiere señalar en este post. La cuestión es si esa pérdida se habría producido igual sin el Vaticano II y la reforma litúrgica. Yo creo que habría sido incluso peor.
---
FJD: Que sí, hombre, que sí.
---
FJD: El P. Iraburu ya ha señalado eso claramente en su post. La cuestión es si eso se debe a la reforma litúrgica. Yo creo que no y usted no lo puede demostrar.
---
FJD: La misma que está en la raíz de la crisis de la Iglesia, que se veía venir ya una década antes del Concilio.
..anímese!
Al final, pretender que la Forma Extrsordinaria represente un pequeño porcentaje de la vida de la Iglesia, y además estático, es insostenible.
Si la Forma Extraordinaria ha de alimentar a la otra (es la tesis del bloguero), se sigue, en realidad, que una medre a costa de la otra.
Eso es lo que sucedía.
Y por eso han cortado por lo sano.
---
FJD: No es del todo cierto. Después de 14 años de SP los grupos que frecuentaban la Misa tradicional seguían siendo escasísimos. En Toledo, por ejemplo, hay sólo un grupito de familias que asistían. Lo que se estaba dando, en cambio, era que seminaristas, sacerdotes y fieles conocieran algo más la tradición y eso estaba, poco a poco, influyendo la pastoral ordinaria. Eso es lo que no podían consentir.
Lo importante es la Tradiccion de la Iglesia. Las tradiciones son pasajeras.
Conmigo en particular, Traditionis Custodes tuvo precisamente el efecto de llevarme a la reflexión que desembocó en la conclusión de que el rito antiguo es más adecuado para la celebración del santo sacrificio de la misa, y más aún, el artículo del padre Iraburu, que con honestidad menciona un gran elenco de deficiencias del misal del 70, me confirmó en esa conclusión.
Catecismo de la Iglesia Católica:
81 "La sagrada Escritura es la palabra de Dios, en cuanto escrita por inspiración del Espíritu Santo".
"La Tradición recibe la palabra de Dios, encomendada por Cristo y el Espíritu Santo a los Apóstoles, y la transmite íntegra a los sucesores; para que ellos, iluminados por el Espíritu de la verdad, la conserven, la expongan y la difundan fielmente en su predicación".
82 De ahí resulta que la Iglesia, a la cual está confiada la transmisión y la interpretación de la Revelación "no saca exclusivamente de la Escritura la certeza de todo lo revelado. Y así las dos se han de recibir y respetar con el mismo espíritu de devoción" (DV 9).
Tradición apostólica y tradiciones eclesiales
83 La Tradición de que hablamos aquí es la que viene de los apóstoles y transmite lo que éstos recibieron de las enseñanzas y del ejemplo de Jesús y lo que aprendieron por el Espíritu Santo. En efecto, la primera generación de cristianos no tenía aún un Nuevo Testamento escrito, y el Nuevo Testamento mismo atestigua el proceso de la Tradición viva.
Es preciso distinguir de ella las "tradiciones" teológicas, disciplinares, litúrgicas o devocionales nacidas en el transcurso del tiempo en las Iglesias locales. Estas constituyen formas particulares en las que la gran Tradición recibe expresiones adaptadas a los diversos lugares y a las diversas épocas. Sólo a la luz de la gran Tradición aquéllas pueden ser mantenidas, modificadas o también abandonadas bajo la guía del Magisterio de la Iglesia.
1. Porque niega el primer y segundo Mandamiento en función de la "lex credendi" o liberalismo idolátrico del celebrante(s) o "ministro(s)", sacerdote que no cura, esto es: progresista/conservador; latín/vulgar; ad orientem/vuelto al pueblo; política; canto gregoriano (R. España es la única nación que tiene permitido el himno nacional); altar-pared/altar-separado; vestiduras/o-no; bandera lgtb/o-no; oraciones pachamámicas; ídolos y rituales indígenas, y un largo etc. en pos de otra "creatividad" novelera; que hace el constructo, excepto la Divina Liturgia, que algunos también alteran creativamente la "fórmula", de una Misa "nueva" o lex orandi.
2. Porque la Santa Tradición registrada en el Depósito de la Fe católica nos transmite que la Eucaristía instituida por el Señor Jesús es el mismo Sacrificio propiciatorio de la Cruz del Gólgota, el «sacrum facere», que Su Iglesia "actualiza" no exclusivamente para "cena" de los presentes o asamblea, ni es sacrificio de alabanzas ni de acción de gracias exclusiva o mero recuerdo, es decir, no solamente para provecho del que "comulga", sino que se ofrece por los "vivos, por los difuntos (purgatorio), por los pecados, penas, satisfacciones u otras necesidades." y que los presentes son oblaciones junto a Cristo-Ofrenda previa confesión a la Iglesia de sus pecados y arreglados sus asuntos con los hermanos de la comunidad. Aún en el ars celebrandi más reverente la actuosa participatio ignora sus pecados (catecúmeno y confesionarios ausentes).
3. Porque el nuevo Misal romano contiene errores que dan pie al liberalismo del celebrante: "creatividad" y permite la Comunión en la mano sin Confesionarios y sin considerar que Nuestro Señor Jesucristo está en todas las Hostias Consagradas entero Todo en cada parte.
- Cuántos dicen ahora de Cristo: ¡Quisiera ver su forma, su figura, sus vestidos, su calzado! Pues helo ahí, a él ves, a él tocas, a él comes. Tú te contentas con ver sus vestiduras, mas él te concede no solo verle, sino comerle, tocarle, recibirle dentro de ti.
- ¿Qué es, en efecto, el pan? Es el cuerpo de Cristo. ¿En qué se transforman los que lo reciben? En cuerpo de Cristo; pero no muchos cuerpos sino un sólo cuerpo. En efecto, como el pan es sólo uno, por más que esté compuesto de muchos granos de trigo y éstos se encuentren en él, aunque no se vean, de tal modo que su diversidad desaparece en virtud de su perfecta fusión; de la misma manera, también nosotros estamos unidos recíprocamente unos a otros y, todos juntos, con Cristo.
- También yo alzo la voz, suplico, ruego y exhorto encarecidamente a no sentarse a esta sagrada Mesa con una conciencia manchada y corrompida. Hacer esto, en efecto, nunca jamás podrá llamarse comunión, por más que toquemos mil veces el cuerpo del Señor, sino condena, tormento y mayor castigo.
- Nosotros ofrecemos siempre el mismo Cordero, y no uno hoy y otro mañana, sino siempre el mismo. Por esta razón el sacrificio es siempre uno sólo […]. También nosotros ofrecemos ahora aquella víctima, que se ofreció entonces y que jamás se consumirá.
- El sacerdote profiere las palabras; pero allí está la virtud y la gracia de Dios. Dice el sacerdote: Esto es mi cuerpo, y esta palabra transforma el pan y vino ofrecidos, y así como aquellas palabras: Creced y multiplicaos y llenad la tierra sólo una vez fueron dichas, pero dan en todo tiempo fuerza a nuestra naturaleza para la procreación de los hijos, así también esta voz, proferida una sola vez, hace el sacrificio perfecto en las iglesias en todos los altares desde Él hasta nuestro tiempo y hasta su venida.
- La oblación es la misma, quienquiera que sea el que ofrece, Pablo o Pedro; es la misma que Cristo dio a los discípulos y que ahora hacen los sacerdotes… Pues así como las palabras que Dios pronunció son las mismas que ahora dice el sacerdote, así es la misma oblación, como también el Bautismo que nos dio… Y este es, pues, el cuerpo de Cristo y aquél.
- Está presente Cristo, y él mismo que preparó aquella mesa es también quien ahora la dispone. Pues no es un hombre el que hace que los dones propuestos se conviertan en Cuerpo y Sangre de Cristo, sino el mismo Cristo que fue crucificado por nosotros.
- La expresión Esto es mi Cuerpo dicha en las Iglesias en cada uno de los altares desde entonces hasta hoy y hasta su venida realiza el sacrificio.
- ¡Reverenciad, pues, reverenciad esta mesa de la cual todos somos partícipes, a Cristo inmolado por nosotros, al sacrificio puesto sobre esta mesa!
- Somos un cuerpo y miembros de su carne y de sus huesos. Y para que lo seamos no sólo por amor, sino también en realidad, mezclémonos con aquella carne; esto es lo que hace el manjar que él nos dio para mostrarnos cómo hierve su corazón de amor hacia nosotros; por eso se aglutinó con nosotros y se constituyó con nosotros en un cuerpo, para que seamos como un cuerpo unido a la Cabeza.
San Juan Crisóstomo
---
FJD: Ninguna de las cosas que ha dicho se infiere del nuevo Ordo Missae, porque entonces sería herético y no lo es. Es sólo una chapuza en muchos aspectos, pero nada más.
Por lo demás, aunque a usted las citas de los Padres le parezcan interesantes, entenderá que, salvo que sean necesarias para fundamentar su comentario, están de más.
El crecimiento absoluto de la Misa Tradicional es pequeño en España, pero no fuera de España.
De todas maneras, considerando la caída en picado tanto de la asistencia a Misa Novus Ordo como de vocaciones sacerdotales, creo que incluso en España se puede hablar de un crecimiento proporcional: pues el Novus Ordo NO crece.
El vínculo entre Tradición y tradición litúrgica es tan estrecho (la segunda procede, expresa y efectúa la primera) que un “magisterio” que pretendiese o haya pretendido modificar la segunda en discontinuidad, o simplemente desobedeciéndola, NO sería verdadero magisterio.
"... la antigua práctica de que sacerdote y pueblo estén orientado en la misma dirección expresa la naturaleza de la Eucaristía como acto común de culto trinitario. La asamblea entera está unida en su orientación hacia el Este, es decir, vuelta hacia el Señor, como transmite la plegaria de Agustín después del sermón Conversi ad Dominum… De ese modo, la orientación común en la plegaria litúrgica no sólo transmite la dimensión trinitaria de la Eucaristía, sino que, a la vez, da testimonio de una teología de la esperanza en la Segunda Venida de Cristo. En una palabra, hace realidad la síntesis cristiana de cosmos e historia".
Didascalia Addai siríaca (mitad del s.IV):
«Los apóstoles enseñaron que hay que orar volviéndose hacia Oriente»
P. Klaus Gamber "¡Vueltos hacia el Señor! "(Zum Herrn hin):
«...antes de Martín Lutero, en parte alguna se encuentra la idea del sacerdote vuelto hacia la asamblea durante la celebración de la Santa Misa, ni tampoco a favor de esta manera de ver se puede invocar ningún descubrimiento arqueológico»
En todo caso, como dice Monseñor Isidro Puente, sería el Canon número 1 el que coincidiría con la liturgia anterior, y que rezado este Canon en latín (como mandaba el Concilio) y Ad Orientem, usando el ofertorio antiguo, siguiendo de verdad el misal y ocupando los vacíos con la liturgia anterior como usted acertadamente comenta (y por supuesto usando bonete y casulla con libertad el que quiera), tendríamos una lex orandi bastante en línea con una verdadera hermenéutica de continuidad... y además volviendo, Dios mediante, a summorum pontificum, y que los fieles puedan disfrutar de ambas opciones... con la ayuda de Dios
---
FJD: Pensar que antes de 1960 no había abusos y que el Misal anterior describe todo lo que tiene que hacer el sacerdote exactamente, son también síntomas del desconocimiento de la tradición. Hoy la Misa tradicional la celebran sacerdotes a los que les gusta celebrar bien la Misa, pero en su día había de todo y lo habría seguido habiendo igualmente si no se hubiera dado la reforma.
Resulta paradójico que la Iglesia prohíba el empleo... ¡de su propia lengua oficial!
Posiblemente es un caso único entre países, instituciones, etc.
Por cierto, ¿está ya disponible el texto latino del Motu Propio?
---
FJD: Traditiones Custodes no restringe en absoluto el latín en la liturgia.
Sinceramente lo de la obediencia ciega es para los ciegos. Pido al Señor la luz del discernimiento espiritual. La historia de la iglesia nos demuestra que los Papas a veces también pueden equivocarse y esto es importante tenerlo claro. Luego respetar, amar y obedecer al Papa siempre que sea posible.....pero a veces no es posible...
Gracias Padre Iraburu por su sencillez para exponer las cosas, siempre con esa Paz de Dios, sin imponer sus criterios, pero con firme claridad.
Quiero al Papa Francisco y rezo por él. Tiene tanto celo apostólico que se atreve a innovar, pero en mi opinión no supera en discernimiento a San Juan Pablo II, ni a Benedicto XVI, ni a San Pío V.....etc.
Hoy en día todo tiende a ser reformado, transformado, modernizado....ya ni siquiera la iglesia se mantiene firme....
1. Voy a partir desde el ars celebrandi ad orientem y altar-pared. Entonces, en la Santa Misa el pan y el vino se convierten tras las palabras del sacerdote en el cuerpo y la sangre de Jesucristo; una vez consagrado el pan y el vino en el cuerpo y la sangre de Jesucristo, ambos permanecen como tales aun después de la celebración del rito.
2. La Santa Misa para que sea válida tiene que ser verdadero Sacrificio propiciatorio: se ofrece como Sacrificio es precisamente el cuerpo y la sangre de Jesucristo.
3. Bien, pues me encuentro que en muchas Iglesias locales se celebran misas inválidas porque no ofrecen al Señor porque ya está consagrada la Hostia. Es decir, en cada Misa vino nuevo pero no así pan ázimo nuevo. No sé si se entiende. Es solo un ejemplo de entre tantos de lo que infiero.
PD: En el n.39 de la Exhortación Apostólica postsinodal Sacramentum Caritatis queda claro que el Obispo es el liturgo por excelencia.
---
FJD: Lo siento, lo he intentado pero no entiendo lo que dice.
---
FJD: Yo no lo tengo tan claro como usted. Creo que el desorden que ha habido en la Iglesia va muchísimo más allá de la liturgia y que es bastante precedente al Vaticano II y a la reforma litúrgica.
Las euforias sentimentaloides son como esas “suspensioncillas” que denigraba santa Teresa y que llevan a algunos a creerse por encima de los otros.
“De devociones a bobas nos libre el Señor”.
Luego la misa Tridentina hacerla oficial al mismo nivel que la post conciliar (con la reforma serían mucho más parecidas), y obligar a todas las parroquias a celebrar un número determinado de misas tridentinas a la semana.
También volver a la música sacra en las misas, en canto gregoriano como recomendaba el Concilio. ¿No alaban tanto el Concilio?... pues seamos fieles a su letra y a su espíritu verdadero.
---
FJD: Yo me pido tener dos tercios de su optimismo.
Custodi della tradizione dice algo sin decirlo y es que la Misa Novus Ordo tiene los días contados. Si el misal de san Gregorio Magno y san Pío V se puede dejar a un lado por la indignidad de los que asisten, ¿qué va a proteger el misal de san Pablo VI y san Juan Pablo II? Si un papa puede poner un cerrojo al primero, otro puede hacerlo con el segundo. Además, también el motu proprio debería poner en aviso a los católicos orientales, que pueden ver sus liturgias milenarias completamente restringidas si un papa así lo quiere. Una vez que se abren ciertas puertas, es muy difícil cerrarlas.
La época del Summorum Pontificum ha demostrado algo interesante y es que el problema de la participación en la vida litúrgica no estaba en la manera de celebrar la liturgia sino en el clero y el pueblo. El crecimiento de las misas antiguas por todo el mundo, que ha venido de la mano de los que no vivieron la época preconciliar, ha mostrado que ni la lengua, ni la orientación, ni la manera de celebrarlo, ni todos los defectos que se achacaban a la liturgia antigua eran el problema. Pero en vez de solucionar el problema, que era un clero que no celebraba en condiciones ni explicaba la riqueza de la liturgia ni lo vivía y un pueblo que aceptaba lo que le dieran, sin preocuparse de entender y vivir la liturgia, se tiro por el camino fácil, que fue adaptar la liturgia al momento, y esto hace que ya se esté quedando muy desfasada. Los 60 y 70 no son los 2020.
También hay que reconocer algo, y es que tanto el periodo que estuvo "prohibido" como la época Summorum Pontificum le han sentado muy bien a la liturgia antigua. Le ha permitido quitarse de abusos muy arraigados que se daban como normales y ha hecho que se estudie con una mayor intensidad y profundidad.
Por cierto, para que conste, vivo en una ciudad donde no se celebra la misa antigua y sólo he podido asistir cuando iba de viaje, y a la que suelo ir es a la misa actual celebrada muy dignamente por sacerdotes de la Obra.
2. La prueba del Señor a Su Iglesia presenta la dureza de Su Palabra para muchos sacerdotes que la rechazan. Así, San Juan Crisóstomo nos recuerda: ".. Muchos, pues, de los discípulos, que lo oyeron, dijeron: Duro es este lenguaje (Jn 6,60). ¿Qué quiere decir: Es duro? Aspero, difícil, trabajoso. Y, por cierto, nada de esto dijo, porque no hablaba del modo de vida, sino de la doctrina, queriendo dirigir repetidamente su fe hacia Él. ¿Que es, pues, duro este lenguaje? ¿Porque promete la vida y la resurrección? ¿Porque decía que Él bajó del cielo? ¿Porque nadie puede salvarse, si no come su sangre? ¿Esto, pregunto, es duro? ¿Quién dirá esto? ¿Luego qué puede significar: Es duro? Es difícil de entenderse, supera la flaqueza de aquéllos, es terrorífico. Pues pensaban que decía cosas muy por encima de su dignidad y de sus posibilidades. Por eso decían: ¿Quién puede oírle?; quizá como excusa propia, pues estaban ya para separarse de él... Con esto nos dio otra solución, al decir: El Espíritu es el que vivifica; las carne de nada aprovecha; esto es: conviene oír espiritualmente lo que se dice acerca de Mí, porque quien oyó carnalmente, nada gana, nada aprovecha… ¿Pues qué? ¿Su carne no es carne? Sí lo es, por cierto. Entonces, ¿cómo dijo: La carne no aprovecha para nada? No lo dice por su carne, ni mucho menos, sino por los que entendieron carnalmente lo dicho. ¿Pero qué es entenderlo carnalmente? Simplemente ver lo propuesto y no pensar más. Esto es “carnalmente". Pero no conviene juzgar así lo que se ve, sino hay que ver todos los misterios con los ojos interiores. Esto es, “espiritualmente". ¿Acaso el que no come su carne y bebe su sangre tiene en sí mismo vida) ¿Pues cómo no es de ningún provecho la carne, siendo así que no podemos vivir sin ella? Ves que lo de la carne no aprovecha nada no lo dijo de su propia carne, sino del modo carnal de oír."
3. La Santa Tradición empieza con la Santa Fe del Logos encarnado y es Apostólica su transmisión y rito por mandato divino (Jn 6; 8; 14,23-29; I Cor 11). Cualquier rito católico, apostólico y romano debe cumplir la máxima: "En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—Si alguno me ama, guardará mi palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él y haremos morada en él. El que no me ama, no guarda mis palabras; y la palabra que escucháis no es mía sino del Padre que me ha enviado. Os he hablado de todo esto estando con vosotros; pero el Paráclito, el Espíritu Santo que el Padre enviará en mi nombre, Él os enseñará todo y os recordará todas las cosas que os he dicho.
La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy como la da el mundo. No se turbe vuestro corazón ni se acobarde. Habéis escuchado que os he dicho: «Me voy y vuelvo a vosotros». Si me amarais os alegraríais de que vaya al Padre, porque el Padre es mayor que yo. Os lo he dicho ahora antes de que suceda, para que cuando suceda creáis."
No tiene justificación alguna ni perdón de Dios que el cura dé al sagrario la espalda (por no mencionar otra parte del cuerpo).
Ya me pueden contar lo que quieran, o escribir mil encíclicas de hermenéutica sesuda y misericordiosa.
Ponerse en lugar de Dios y darle la espalda... NO.
Mi experiencia es que los sacerdotes que conociendo ambas, insisten en mantener la Novus Ordo, es porque como se dice coloquialmente, realmente la misa nueva les mola. Y no hay mucho mas que discutir.
Los libros de Michael Davis mostraban claramente como el ultimo dique de contencion a la apostasia, al abandono masivo de la misa dominical, era la misa tradicional, roto el dique, debacle total.
Creo que es mas dificil que el clero viva la misa tridentina que la feligresia, en mi opinion porque en los seminarios les inocularon una nueva lex credendi acorde con la misa nueva, y apuntalado con las numerosas herejias que se ensenan en los seminarios diocesanos (entiendo que el de Toledo es una excepcion en esto. tampoco digo que la novus ordo sea heretica).
Sin embargo, el pueblo, mas lego, algunos, pocos, en su sencillez estan mas virgenes para ser sobrecogidos por la misa eterna. Le pongo el ejemplo mas reciente, casualidades de Dios, pocos dias despues de la TC, me llama una amiga que se encarga de las misas para una comunidad, que por vacaciones se habia quedado sin sacerdote para celebrarles. Sabe que yo solo puedo traer sacerdotes que celebran la misa eterna, mejor eso que nada, para un grupo de menos de diez feligreses, reparti misalitos pero una no pudo seguirlo porque no entendia la lengua vernacula del misalito. Se encontraba bastante perdida durante toda la misa, que a mayor parte es en silencio, pero cuando llego la consagracion, elevo la Sagrada Hostia, ella empezo a sentir escalofrios en la cara y le empezaron a brotar las lagrimas que no pararon de fluir durante toda la consagracion. Yo creo que se entero mas de lo que es una misa en esa su primera misa tradicional, que en todas las novus ordo anteriores.
Yo voy a la misa nueva cuando no me queda mas remedio, pero sigo las rubricas de la tradicional, no hay vuelta atras. Creo que esta es la mejor solucion, hasta que se le devuelva al pueblo lo que no se le debio quitar nunca.
---
FJD: Benedicto XVI y yo creemos que Francisco y usted se equivocan.
Luego: + en su elaboración el Misal del Pablo VI constituye una ruptura con la tradición litúrgica. + La prohibición de la Misa tradicional por el mismo Papa, lo mismo (y esto podría hacer dudar de la legitimidad del uso de su autoridad en esta disposición) . + El nuevo Misal ¡no sale del Vaticano II!
De todo esto que dice Ratzinger qué concluir: que el problema no es solamente que un Misal bueno, con algunos detalles menores, ha sido mal usado y abusado por sacerdotes "malos" (y que se podría “arreglar” introduciendo más rúbricas), sino que, en el mismo, hay problemas mayores que explican no solamente los abusos sino su incapacidad para enfrentar la apostasía actual. Lo cual es muy significativo. Es algo paralelo al Ritual nuevo de los Exorcismos tal como lo denuncia con fuerza el P. Amorth. En definitiva una especie de “paracetamol” para atacar el cáncer. Es lo que se ve hoy en la Iglesia post Vat II.
Se invita, entonces, a pensar, que los habitantes de la India han de mirar hacia el oeste, en Rusia, deben mirar hacia el sur, y en Etiopía, al norte. Los de los antípodas de Jerusalén se verían en un serio problema.
La verdad, nunca había oído hablar, o por lo menos no lo recuerdo, de que celebrar la misa "mirando al este" fuera lo ideal y lo más correcto, hasta la llegada de las discusiones al respecto de estas últimas décadas, y eso que he estado yendo a misa desde, que recuerde, los años cuarenta del siglo pasado, cuando se celebraba en latín, y nunca se hablaba de ello. Había y hay altares de aquella época, en los que se celebraba misa, y no cumplían dicho "requisito"; y lo mismo se puede decir de los templos construidos antes de que se convocara el último Concilio.
---
FJD: Es muy posible que usted haya leído muy poquito a los Santos Padres y a los doctores de los primeros siglos de la Iglesia.
Para esta generación el Espíritu Santo suscitó el CVII Y con él la reforma de la teología y de la liturgia.
San Pablo VI en cumplimiento de lo aprobado en el concilio implementa el rito de la misa como lo conocemos actualmente.
Cual es el problema???
Los anteriores concilios se implementaron en sus resoluciones porque este no???
También San Pablo VI produjo la Humanae vitae, a la cual nadie le ha hecho caso. Ni tradicionales ni progresistas.
Pero el problema es del que comete los abusos litúrgicos o del que no sigue la doctrina de la Humanae vitae. No del concilio ni del papa Pablo VI
---
FJD: El problema es que la reforma litúrgica se hizo contra las indicaciones del Concilio. Y si un Papa puede, a su gusto, cambiar el Misal, es de esperar que el siguiente también pueda hacerlo. Y la verdad es que no creo que ni una cosa ni otra sean buenas para la Iglesia.
Por supuesto.
La mayor parte de los cristianos no los ha leído, ni siquiera "muy poquito". Sólo el catecismo. Y la asignatura de religión, aquel que ha ido a la escuela. Los cristianos "de a pie" no tenemos más remedio que guiarnos por nuestro "sensus fidei".
(Benedicto XVI, Carta que acompaña Summorum Pontificum).
«“Arqueologismo” excesivo.
Así como ningún católico sensato puede rechazar las fórmulas de la doctrina cristiana compuestas y decretadas con grande utilidad por la Iglesia, inspirada y asistida por el Espíritu Santo, en épocas recientes, para volver a las fórmulas de los antiguos concilios, ni puede repudiar las leyes vigentes para retornar a las prescripciones de las antiguas fuentes del Derecho canónico; así, cuando se trata de la sagrada liturgia, no resultaría animado de un celo recto e inteligente quien deseara volver a los antiguos ritos y usos, repudiando las nuevas normas introducidas por disposición de la divina Providencia y por la modificación de las circunstancias.
Tal manera de pensar y de obrar hace revivir, efectivamente, el excesivo e insano arqueologismo despertado por el ilegítimo concilio de Pistoya, y se esfuerza por resucitar los múltiples errores que un día provocaron aquel conciliábulo y los que de él se siguieron, con gran daño de las almas, y que la Iglesia, guarda vigilante del «depósito de la fe» que le ha sido confiado por su divino Fundador, justamente condenó. En efecto, deplorables propósitos e iniciativas tienden a paralizar la acción santificadora con la cual la sagrada liturgia dirige al Padre saludablemente a sus hijos de adopción».
Por tanto a quienes desean “defender” la Misa de Pablo VI: no hace falta. Sencillamente obliguen a todo sacerdote y a todo obispo a hacer unos buenos Ejercicios Espirituales ignacianos de un mes todos los años, y las Misas de la mayoría de parroquias se empezarán a llenar (cuando los sacerdotes recuperen lo que han perdido, los ejercicios podrán reducirse a una semana, pero por el momento la duración de un mes parece necesaria).
Lo que nos mueve no es que una Misa sea mejor que la otra. Lo que nos mueve es la piedad y la predicación del celebrante.
No sé como identifica usted tradición litúrgica con eclesiástica, pero concedámoslo.
Dicho esto, ante esa sentencia del Magisterio, cabe decir otra más antigua, del Sacrosanto Concilio de Trento:
«En la administración de los sacramentos, salvando siempre su esencia, la Iglesia siempre ha tenido potestad, de establecer y cambiar cuanto ha considerado conveniente para la utilidad de aquellos que los reciben o para la veneración de estos sacramentos, según las distintas circunstancias, tiempos y lugares». (Sesión XXI, cap. 2, DzSch 1728).
Obviamente, el sacramento de la eucaristía se recibe en la santa Misa, por eso, para decir que esta sentencia no se aplica a la liturgia eucarística habría que sostener que, o bien en la liturgia eucarística no se administra la eucaristía, o bien que la eucaristía no es un sacramento; no sé cuál es menos falso y herético.
Dicho esto, allí no dice lo que usted "de manera que sólo con mucho cuidado y por graves razones podrían alterarse o abandonarse". Si la Iglesia juzga conveniente, puede cambiar lo que lo considere así.
Por otra parte, entre esta afirmación del Magisterio y la que usted trae a colación ("Igualmente [creo] que las tradiciones apostólicas y eclesiásticas deben ser recibidas y veneradas"), sólo caben dos opciones:
O aplicamos la hermenéutica de la continuidad y entendemos en continuidad con la afirmación de Trento
O bien decimos que hay contradicción y nos quedamos, como dice LF, con lo mas antiguo y afirmamos sólo el de Trento (aunque de paso destruimos por completo la indefectibilidad del Magisterio de la Iglesia, indefectibilidad prometida por Jesucristo, verdadero hombre y verdadero Dios).
Sumado al testimonio de Trento, también creo conveniente el del Papa Pío XII:
«el Sumo Pontífice es el único que tiene derecho a reconocer y establecer cualquier costumbre cuando se trata del culto, a introducir y aprobar nuevos ritos y a cambiar los que estime deben ser cambiados (cfr. C. I. C. can. 1257)» (Encíclica Mediator Dei #74)
«uni Summo Pontifici ius est quemlibet de divino cultu agendo morem recognoscere ac statuere, novos inducere ac probare ritus, eosque etiam immutare, quos quidem immutandos iudicaverit (cfr. C. I. C. can. 1257)»
Por cierto, esto no excluye toda crítica a la liturgia, hay una parte de una carta magisterial del entonces Cardenal Joseph Ratzinger, a Mons. Lefebvre, que considero vale la pena traer a colación (es una carta magisterial porque en aquél entonces Ratzinger era prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe y esta carta fue aprobada por el Papa san Juan Pablo II).
Cito parte de la carta:
«Usted sabe, asimismo, que, para la interpretación del misal, lo esencial no es lo que digan los autores privados, sino únicamente los documentos oficiales de la Santa Sede. Las afirmaciones del P. Boyer y de Mons. Bugnini a las que usted hace alusión no son más que opiniones privadas.
En cambio, me gustaría recordarle la definición auténtica de la intención y del significado del misal, propuesta en el proemio de la Institución General, en particular en el artículo 2, así como las razones e ideas determinantes de la reforma, expuestas en los artículos 6 a 9.
Según estos textos oficiales, nunca se ha buscado una reducción de los elementos católicos de la Misa, sino al contrario, una presencia más rica de la tradición de los Padres. En eso, se sigue fielmente la norma de San Pío V, según las posibilidades de un mayor conocimiento de las tradiciones litúrgicas.
Con el consentimiento del Santo Padre, le puedo decir de nuevo que no se excluye a priori cualquier crítica de los libros litúrgicos y que incluso es posible manifestar el deseo de una nueva revisión, de la misma forma que el movimiento litúrgico anterior al concilio pudo desear y preparar la reforma. Pero todo eso a condición de que la crítica no impida ni destruya la obediencia y no ponga en discusión la legitimidad de la liturgia de la Iglesia».
Carta del 20 de julio de 1983 (Carta a Mons. Marcel Lefebvre del Cardenal Ratzinger, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, con fecha del 20-VII-1983)
Por eso, por ejemplo, las críticas que ha hecho el padre Iraburu, a priori, no se pueden desechar como falsas o malas (aunque personalmente no esté de acuerdo con algunas de las que hizo), por eso no hay problema que el Misal Nuevo pueda sufrir modificaciones, y que éstas puedan ser sugeridas (con las condiciones ya indicadas por el entonces Prefecto Ratzinger) por los católicos, sean seglares o no.
?Y que quieres decir citando este texto bien conocido de la Mediator Dei?
Llega un marciano a la tierra y ve los ritos de la misa catolicos durante las ultimas centurias (para poder encajar el texto de la Mediator Dei) y luego ve la Novus Ordo? A ver ?que nos diria el marciano? Pues que la Novus Ordo parece una misa protestante, y practicamente nada que ver con los ritos catolicos. Me parece que lo ultimo que se le ocurriria es aplicar la Mediator Dei a la Novus Ordo , no aplica ni con cola.
Efectivamente:
"de establecer y cambiar cuanto ha considerado conveniente para la utilidad de aquellos que los reciben o para la veneración de estos sacramentos, según las distintas circunstancias, tiempos y lugares». (Sesión XXI, cap. 2, DzSch 1728)."
Por eso el papa no tenia autoridad para introducir una misa casi calco de la misa protestante, y que lejos de ser de utilidad y veneracion, faltaba a la ley suprema de la caridad y salvacion de las almas, mandandolas a la apostasia masiva, como nunca antes se habia visto. Esto si que es querer tapar el sol con un dedo, no tiene sentido negarlo. Claro que como siempre digo, siempre saldra alguno que se remonte al nominalismo para echarle la culpa de la apostasia actual, pos vale.
1. La liturgia romana debe alcanzar una homogeneidad que garantice la Santa Tradición Apostólica mediante la circulación regular y efectiva de un conjunto de enunciados programáticos junto con la Divina Liturgia para
difundirlos de forma reticular por la Iglesia universal en reverencia a la Santa Fe y para ayudar a las inteligencias de los hombres, donde el símbolo de los Apóstoles sea profesión de fe durante el rito. Pues, mientras más heterogéneo sea el rito litúrgico según qué Diócesis/Iglesia/lengua-vernácula mayor será la confusión y ambigüedad en la Doctrina católica.
2. La tarea de la lex orandi debe ser la práctica litúrgica que recuerde a las débiles inteligencias de los hombres los contenidos de la verdadera Fe católica.
3. El latín, lengua príncipe de la Iglesia católica, de la Iglesia de Roma de San Pedro príncipe de los obispos. ¿Cómo el Espíritu Santo establece una sola lengua para Su Iglesia y dones de lengua para evangelizar? La práctica litúrgica llega a públicos de etnia y culturas dispares, entonces ¿con qué instrumentos la práctica litúrgica vehiculiza su Mensaje y Eucaristía? ¿Qué estrategias y recursos semióticos moviliza para tal fin? ¿Cómo instalar un cuerpo de enunciados, cómo activar los mecanismos de recepción, de qué maneras hace efectiva la llegada de un discurso? El problema de una lengua para la vehiculización de un mensaje es ante todo que puede tener una forma, porque la lengua que se establezca debe ser un envase que transmita el contenido de un documento o un rito. Las lenguas que han servido de instrumento para transmitir el Mensaje revelado han sido históricamente el arameo, hebreo, el griego y el latín, lo que les ha conferido un carácter sagrado. San Isidoro de Sevilla justifica teológicamente el empleo del latín como lengua en la liturgia (y toda una Conferencia Episcopal de Costa Rica la suprime que ya tienen que ser obispos "católicos").
4. El cuidado por la lengua en forma calibrada y paciente sobre los modos de presentar los contenidos de la Fe revelada no es sólo para un público con lengua vulgar, sino también para un público cultivado, en especial el eclesiástico. Así lo muestran piezas litúrgicas como El Liber Ordinum –que recaba justamente el conjunto de las ceremonias litúrgicas de uso oficial para cada oficio y sacramento llevado a cabo por agentes de la Iglesia– conserva varios ejemplos de esta clase: Ordo ad ordinandum clericum, Ordo in ordinatione sacristae, Ordo in ordinatione abbatis, etc. A nivel lexical, se observa en todas estas piezas un vocabulario culto, estructuras sintácticas clásicas y figuras retóricas refinadas pero no barrocas. En el Ordo misse votive quam dicit episcopus quando presbiterum ordinat, por ejemplo, hay un uso extenso de metáforas y alegorías previsible en este tipo de material discursivo, empleo de figuras frecuentes como el poliptoton– es decir, la utilización en un mismo enunciado de una palabra en funciones sintácticas distintas–, la diálage- o sea acumulaciones de sinónimos que refuerzan el sentido, etc.
5. Lejos de la intención pastoral y ecuménica del CVII de reformar la liturgia para hacerla breve y sencilla, bajando el nivel de lengua latina o en lengua vulgar, menos elaborada para que sean entendidas por un público de naturaleza heterogéneo, clero inclusive, la Tradición en la liturgia utiliza un vocabulario ajeno al cotidiano, pues la sintaxis se apega a las formas clásicas; a nivel retórico se hallan nuevamente figuras elaboradas como paralelismos y anástrofes e inclusive, en algunos casos, se insertan pasajes de profundo contenido lírico.
6. Incluso en la liturgia dirigida al público rural se repiten las características generales en el uso de la lengua latina, a nivel lexical, el vocabulario persiste rico y culto, la sintaxis clásica y la retórica prolífica en figuras elaboradas, como paronomasias y enumeraciones (¿hubiesen actuado igual en la Vendeé si hubieran celebrado con el Novus Ordo?).
7. La Tradición litúrgica no es la de las adaptaciones ni los espacios creativos, no, porque se puede constatar a lo largo de la historia eclesiástica que no es el tipo de público ni la participacion activa la variable principal que modula el nivel ni el tono de la lengua en la liturgia. Es decir, no hay un conjunto de rasgos estables que distingan de manera firme y clara la liturgia de unos grupos respecto a la de otros, lo que se puede advertir, de manera amplia, es una concurrencia de elementos, pero individualmente estos rasgos pueden hallarse tanto en un grupo como en otro en forma común, se desmontan y desplazan. Pues, la lengua litúrgica atiende básicamente a otros parámetros de regulación: busca calibrarse ante todo en relación a la materia revelada; en la lengua y a través de la lengua la liturgia encuentra otras formas de semantizar, de dotar de sentido a las palabras para que resulten significativas al público; aspira a contener con la mayor excelencia posible un contenido que preexiste, que existe fuera de ella misma. Por supuesto, la liturgia romana no tiene solamente una naturaleza discursiva sino que también recurrre al silencio y la gestualidad.
Continuidad: lo que era pecado sigue siéndolo, otra cosa es el que decide saltarse a la torera todo, pero eso es cosa suya y culpa suya. No se contradice el Espíritu Santo porque no hay ruptura en la doctrina
Lleva usted razón en que la necesidad de actuar con sumo cuidado y únicamente por razones graves en el abandono o alteración de las tradiciones eclesiásticas no es cita literal de ningún acto magisterial, sino descripción de lo ocurrido en la Iglesia hasta la hecatombe posconciliar exclusive. La actitud católica fue siempre profundamente respetuosa con las tradiciones eclesiásticas, incluyendo las litúrgicas. Todavía en la constitución del Vaticano II sobre la liturgia se afirma que no deben introducirse innovaciones salvo que sea manifiesta su utilidad y resulten orgánicamente de los ritos tradicionales, y con gran cautela (cito de memoria, creo que número 23), y por lo tanto no a voluntad. Otra cosa es que como en muchas otras cosas, por ejemplo en la conservación de un uso predominante del latín y del gregoriano, la revolución litúrgica del posconcilio se apartase de lo ordenado por el Vaticano II y no tuviese nada de reforma cautelosa y orgánica.
Lo afirmado en la Profesión de fe requerida a los maronitas se encuentra también en la tridentina de Pío IV, tan antigua pues como los cánones sobre los sacramentos. Que la Sede Apostólica tenga potestad para modificar la administración de los sacramentos, en todo lo no esencial, no quiere decir que pueda ejercerla a su pleno arbitrio y sin guardar esa veneración por las tradiciones eclesiásticas que caracterizó siempre a la Iglesia. De nuevo me dirá usted que esta restricción no es una cita literal de ningún acto magisterial. Y de nuevo le responderé que es una descripción de lo ocurrido en la Iglesia hasta la revolución litúrgica del posconcilio Vaticano II exclusive.
Pd. Yo estudié liturgia (y todos los cursos institucionales de teología en los años 90) y nunca nos enseñaron a celebrar. Creo que es importante el estudio práctico de la liturgia. Quizás en los seminarios y centros de estudios deberían considerar esto seriamente.
Y asimismo Benedicto XVI reseña en la CONSTITUCIÓN DOGMÁTICA
DEI VERBUM SOBRE LA DIVINA REVELACIÓN que la Sagrada Tradición y la Sagrada Escritura están íntimamente unidas y compenetradas. Porque surgiendo ambas de la misma divina fuente, se funden en cierto modo y tienden a un mismo fin. Ya que la Sagrada Escritura es la palabra de Dios en cuanto se consigna por escrito bajo la inspiración del Espíritu Santo, y la Sagrada Tradición transmite íntegramente a los sucesores de los Apóstoles la palabra de Dios, a ellos confiada por Cristo Señor y por el Espíritu Santo para que, con la luz del Espíritu de la verdad la guarden fielmente, la expongan y la difundan con su predicación; de donde se sigue que la Iglesia no deriva solamente de la Sagrada Escritura su certeza acerca de todas las verdades reveladas. Por eso se han de recibir y venerar ambas con un mismo espíritu de piedad.
Si estos defensores, a ultranza del N.O. leyeran estas memorias, seguramente les cogería un dolor de estomago indescriptible. Algunos quieren ser más papistas, que el Papa.
Por cierto, que he leído que Pablo VI, al cabo de unos años, se arrepintió del N.O., pero que no quiso dar marcha atrás. Hubiera quedado demasiado mal.
Relea el texto magisterial del entonces Cardenal Ratzinger.
Urbel;
La identificación que me pareció que hace usted de las tradiciones litúrgicas y eclesiásticas es en cuanto a su naturaleza, pero le concedo plenamente su aclaración, muchas gracias.
"no quiere decir que pueda ejercerla a su pleno arbitrio y sin guardar esa veneración por las tradiciones eclesiásticas que caracterizó siempre a la Iglesi"
El magisterio no ha dicho que esté sujeto al "pleno arbitrio" sino "cuanto ha considerado conveniente para la utilidad de aquellos que los reciben o para la veneración de estos sacramentos".
Y aquí entramos en un ámbito prudencial. Por eso, guardando la esencia, se salva la Sagrada Tradición, que es lo que se debe guardar siempre, y entonces, incluso en el supuesto de que se modifique todo lo demás, no se hace menoscabo en reverencia de las tradiciones particulares, porque, aunque (hipotéticamente) en los accidentes no se guarde nada de las tradiciones particulares, aún así, eso no desdice a las mismas, pues la autoridad de la Iglesia no está sujeta a estas tradiciones particulares, sino éstas a la autoridad de la Iglesia, y si la Iglesia ya no ve conveniente guardarlas, puede, como enseña la autoridad de la Iglesia, cambiarlas o abandonarlas completamente. No guardar reverencia a las mismas sería calificarlas de tradiciones malas, feas, perjudiciales, etcétera cosa que el Magisterio jamás ha hecho.
"Y creo que en la visión binaria de Tradición y tradiciones, o contraposición absoluta entre el valor de ambas, hay un reflejo del positivismo moderno."
Pues el Catecismo de la Iglesia Católica no lo ve así, y tampoco afirma ahí que exista una "contraposición absoluta entre el valor de ambas", al contrario, dice "Estas constituyen formas particulares en las que la gran Tradición recibe expresiones adaptadas a los diversos lugares y a las diversas épocas." aunque, por supuesto, aclarando luego que "Sólo a la luz de la gran Tradición aquéllas pueden ser mantenidas, modificadas o también abandonadas bajo la guía del Magisterio de la Iglesia.".
Aunque eso sí, entre su opinión y la de la santa Iglesia Romana, única y verdadera, fuera de la cual no hay salvación, guiada por la Tercera Persona de la Santísima Trinidad, el Espíritu Santo, el que hace que Ella sea columna y baluarte de la verdad, pues, como católico, me quedo con lo que dice la Iglesia.
"Me dirá usted que todo esto no es cita literal de ningún acto magisterial ¡positivo! Pero, a diferencia del positivismo jurídico, la reflexión católica no se limita a la cita de textos positivos. "
No entiendo muy bien a qué se refiere, pero si la Iglesia dice que ella sí puede modificar o abandonar las tradiciones litúrgicas, decir que no puede hacerlo es absurdo, inconcebible. O es verdad que la Iglesia puede modificar e incluso abandonar las tradiciones particulares (como dice el Catecismo) o no es verdad, no hay tercera posibilidad.
La posición católica es sólo una, el que quiera ser católico, ya sabe a qué atenerse; el que no quiera atenerse a esto, que no sea católico.
Y, por cierto, muy buenos comentarios, Ecclesiam. Gracias.
"Es claro que, al determinar este problema, hemos de partir del texto y
del contexto de la Declaración conciliar, examinando a la luz de toda la
doctrina secular de la misma Iglesia, sin que interese la opinión particular que hayan podido sustentar los Padres conciliares al respecto; porque el acto verdaderamente conciliar, como acto de la Iglesia, y que merece la asistencia del Espíritu Santo, es el texto en su plena formulación objetiva, aprobado por acto definitivo de la Asamblea conciliar y del Soberano Pontífice. Es claro también que la interpretación auténtica de la Declaración conciliar ha de darla el magisterio de la Cátedra romana, al cual debemos todos los cristianos acatamiento pleno".
Y para ser católico, gracia de la que Ecclesiam me despoja, habría que adherir plenamente, sin ningún matiz ni reserva, a la literalidad de unos párrafos del Catecismo de Juan Pablo II de 1992 sobre lo que es la Tradición, lo que son las tradiciones eclesiásticas y la relación entre ellas. A la espera de que esto sea modificado, como se subsanó en 1997 la omisión del carácter propiciatorio de la misa, o también en 1997 y una segunda vez por Francisco el juicio moral sobre la pena de muerte. Lo dicho, el positivismo jurídico en que únicamente vale la última norma publicada en el BOE con derogación de todo lo anterior y pasando por encima de la realidad de siglos.
"habría que interpretar DH y la revolución litúrgica sin tener en cuenta la opinión particular de sus autores (la mente del legislador), y sin tener en cuenta sus antecedentes ni sus efectos en el posconcilio."
Obviamente no es vinculante lo que digan los autores privados, ni si quiera el Papa cuando no ejerce el magisterio, sino solamente las sentencias magisteriales, pues éstas gozan de la asistencia del Espíritu Santo, que puede hacer innerrables e infalibles según qué sentencias del Magisterio. Ni si quiera los más grandes sabios de la Iglesia gozan de este don, por eso confiesa santo Tomás de Aquino, el más sabio de todos los doctores (STh II-II, q. 10, a. 12): «Quia et ipsa doctrina Catholicorum doctorum ab Ecclesia auctoritatem habet, unde magis standum est auctoritati Ecclesiae quam auctoritati vel Augustini vel Hieronymi vel cuiuscumque doctoris» (Hasta la enseñanza misma de los grandes doctores de la Iglesia recibe de ella su peso de autoridad, y por eso hemos de atenernos más a la autoridad de la Iglesia que a la de San Agustín, San Jerónimo o de cualquier otro doctor).
La mente que inspira las sentencias del Magisterio no es la humana, sino la divina, por eso sí hay que tener en cuenta la mente del legislador, que es Divino como causa primera y humano como causa segunda, como confiesa san Pedro: «tened presente que ninguna profecía de la Escritura puede interpretarse por cuenta propia; porque nunca profecía alguna ha venido por voluntad humana, sino que hombres movidos por el Espíritu Santo, han hablado de parte de Dios» (II Pedro 1, 20-21). Lo que dice de la Escritura, vale para la Tradición y el Magisterio.
Sobre lo de tener en cuenta sus antecedentes, si se refiere al Magisterio, está claro, siempre hay que tener en cuenta el Magisterio anterior para entender el posterior. Si habla de los efectos en el posconcilio, supongo que se referirá a las costumbres o moral de los hombres; pues bien, éstas no son, obviamente, vinculantes en cuanto a la veracidad de las sentencias magisteriales, sí, por contra, nos puede llevar a estimar o considerar las decisiones prudenciales, que es diversa de las declaraciones doctrinales del magisterio.
"sin ningún matiz ni reserva, a la literalidad de unos párrafos del Catecismo de Juan Pablo II de 1992 sobre lo que es la Tradición, lo que son las tradiciones eclesiásticas y la relación entre ellas."
Esta es la validez doctrinal del Catecismo de la Iglesia Católica (Costitución apostólica "Fidei depositum", san Juan Pablo II):
El Catecismo de la Iglesia católica que aprobé el 25 de junio pasado, y cuya publicación ordeno hoy en virtud de la autoridad apostólica, es la exposición de la fe de la Iglesia y de la doctrina católica, atestiguadas e iluminadas por la sagrada Escritura, la Tradición apostólica y el Magisterio de la Iglesia. Lo declaro como regla segura para la enseñanza de la fe y como instrumento válido y legítimo al servicio de la comunión eclesial. Dios quiera que sirva para la renovación a la que el Espíritu Santo llama sin cesar a la Iglesia, Cuerpo de Cristo, en peregrinación a la luz sin sombra del Reino.
Aprobar el Catecismo de la Iglesia católica, y publicarlo con carácter de instrumento de derecho público pertenece al ministerio que el sucesor de Pedro quiere prestar a la Santa Iglesia Católica, a todas las Iglesias particulares en paz y comunión con la Sede Apostólica: es decir, el ministerio de sostener y confirmar la fe de todos los discípulos del Señor Jesús (cf. Lc 22, 32), así como fortalecer los lazos de unidad en la misma fe apostólica.
Pido, por tanto, a los pastores de la Iglesia, y a los fieles, que reciban este Catecismo con espíritu de comunión y lo utilicen constantemente cuando realicen su misión de anunciar la fe y llamar a la vida evangélica. Este Catecismo les es dado para que les sirva de texto de referencia seguro y auténtico en la enseñanza de la doctrina católica, y muy particularmente, para la composición de los catecismos locales. Se ofrece también, a todos aquellos fieles que deseen conocer mejor las riquezas inagotables de la salvación (cf. Jn 8, 32).
Por lo tanto, sí, adhiero sin matiz ni reserva a la literalidad de este Magisterio, todo porque profeso la fe católica, única y verdadera, fuera de la cual no hay salvación.
"A la espera de que esto sea modificado, como se subsanó en 1997 la omisión del carácter propiciatorio de la misa, o también en 1997 y una segunda vez por Francisco el juicio moral sobre la pena de muerte. Lo dicho, el positivismo jurídico en que únicamente vale la última norma publicada en el BOE con derogación de todo lo anterior y pasando por encima de la realidad de siglos."
Está claro que pueden ser mejoradas o acrecentadas las expresiones magisteriales, no contradichas. En el primer caso, que se haya omitido algo no significa que se haya negado; así, por ejemplo, el Catecismo del Concilio de Trento, como el de san Pío X, omiten por completo la doctrina de la predestinación; doctrina que fue objeto de concilios enteros durante la Cristiandad, y, sin embargo, no está presente en estos catecismos. En el caso de la pena de muerte y el Papa Francisco, como se desprende de lo dicho en "Carta a los Obispos acerca de la nueva redacción del n. 2267 del Catecismo de la Iglesia Católica sobre la pena de muerte" de la CDF y lo han demostrado doctores como el padre Iraburu o Néstor Martínez, no es un juicio doctrinal, sino prudencial, que está en continuidad con la doctrina anterior.
En efecto, el Cardenal Ratzinger se refiere a Bouyer, aunque está escrito de ese modo, textualmente.
Debo devolverle el elogio, también considero muy bueno sus comentarios, se lo agradezco; así como los de la otra entrada sobre el Sacrosanto Sacrificio Misa en otro blog aquí en IC.
La verdad es que desde aquel lejano Informe sobre la Fe se podrá acusar de muchas cosas a Benedicto XVI, pero de optimismo ingenuo, no sé, me rechina un poco.
Quizá todo venga de poner al Magisterio al nivel de la Escritura y la Tradición, como si fuera una tercera fuente de la Revelación, y considerarlo salido de la mente divina, no sé si también de su pluma como el Corán. En fin, santa y feliz fiesta de la Asunción.
El nº 2267 del Catecismo ha pasado a decir: “La Iglesia no excluye el recurso a la pena de muerte”, a “La Iglesia enseña, a la luz del Evangelio, que la pena de muerte es inadmisible”. Esto no es un cambio prudencia, sino radical.
Tal como dice el autor de este post, hay varios puntos de la Sacrosantum Concilum que han sido vulnerados por el N.O. Y también por la Traditionis Custodes. En concreto, el nº 4 de SC dice “El sacrosanto Concilio, ateniéndose fielmente a la tradición, declara que la Santa Madre Iglesia atribuye igual derecho y honor a todos los ritos legítimamente reconocidos y quiere que en el futuro se conserven y fomenten por todos los medios. Desea, además, que, si fuere necesario, sean íntegramente revisados con prudencia, de acuerdo con la sana tradición, y reciban nuevo vigor, teniendo en cuenta las circunstancias y necesidades de hoy”, que es todo lo contrario a lo que dice la “Traditionis custodes”. No puede ser Magisterio una cosa y la contraria.
Otro ejemplo llamativo, son las 7 herejías detectadas por muchos teólogos, en Amoris Laetitia, para mí, la más clamorosa es el 301: ‘Ya no es posible decir que todos los que se encuentran en alguna situación así llamada «irregular» viven en una situación de pecado mortal, privados de la gracia santificante. Los límites no tienen que ver solamente con un eventual desconocimiento de la norma. Un sujeto, aun conociendo bien la norma, puede tener una gran dificultad para comprender “los valores inherentes a la norma” o puedeestar en condiciones concretas que no le permiten obrar de manera diferente y tomar otras decisiones sin una nueva culpa”
Esto no hay manera de interpretarlo con la hermenéutica de la continuidad, sino que es una ruptura con el Magisterio, pero seguro que usted es capaz de hacer encaje de bolillos, y considerar Magisterio una cosa y la contraria.
"La raíz de este acto cismático se puede individuar en una imperfecta y contradictoria noción de Tradición: imperfecta porque no tiene suficientemente en cuenta el carácter vivo de la Tradición, que —como enseña claramente el Concilio Vaticano II— arranca originariamente de los Apóstolos, "va progresando en la Iglesia bajo la asistencia del Espíritu Santo; es decir, crece con la comprensión de las cosas y de las palabras transmitidas, cuando los fieles las contemplan y estudian repasándolas en su corazón, cuando comprenden internamente los misterios que viven, cuando las proclaman los obispos, sucesores de los Apóstoles en el carisma de la verdad".
Pero es sobre todo contradictoria una noción de Tradición que se oponga al Magisterio universal de la Iglesia, el cual corresponde al Obispo de Roma y al Colegio de los Obispos. Nadie pude permanecer fiel a la Tradición si rompe los lazos y vínculos con aquél a quien el mismo Cristo, en la persona del Apóstol Pedro, confió el ministerio de la unidad en su Iglesia". (San Juan Pablo II, Ecclesia Dei, n. 4).
"...las cuestiones doctrinales, obviamente, persisten [...]. ...los problemas que se deben tratar actualmente con la Fraternidad son de naturaleza esencialmente doctrinal" (Benedicto XVI, Ecclesiae unitatem, nn. 4.5).
"Pero el oficio de interpretar auténticamente la palabra de Dios escrita o transmitida ha sido confiado únicamente al Magisterio vivo de la Iglesia, cuya autoridad se ejerce en el nombre de Jesucristo. Este Magisterio, evidentemente, no está sobre la palabra de Dios, sino que la sirve, enseñando solamente lo que le ha sido confiado, por mandato divino y con la asistencia del Espíritu Santo la oye con piedad, la guarda con exactitud y la expone con fidelidad, y de este único depósito de la fe saca todo lo que propone como verdad revelada por Dios que se ha de creer.
Es evidente, por tanto, que la Sagrada Tradición, la Sagrada Escritura y el Magisterio de la Iglesia, según el designio sapientísimo de Dios, están entrelazados y unidos de tal forma que no tiene consistencia el uno sin el otro, y que, juntos, cada uno a su modo, bajo la acción del Espíritu Santo, contribuyen eficazmente a la salvación de las almas" (Dei Verbum, n. 10).
Los "actos" de que habla no conciernen al Magisterio, de modo que no hace al caso la referencia y es absurdo por tanto plantear una "continuidad" con Mortalium animos. Para el caso habría entonces que decir que los pecados de los Sumos Pontífices (pues el privilegio de impecabilidad es singular de la Santísima Virgen) están en "discontinuidad" con la moral católica... Y entonces, hecho: ahí tendría "demostrada" su visión rupturista. Claro, contra los fueros de la más elemental razón...
No sólo le he citado a ellos, sino también a un documento de la CDF. Por otra parte, no apelo a su autoridad para decir que han demostrado, sino a la fuerza de sus argumentos; cualquiera puede consultarlos.
"También los actos escandalosos de Asís y la adoración de la Pachamama en perfecta continuidad con Mortalium animos. "
Debe distinguir entre doctrina y costumbres. En las costumbres incluso los Papas pueden pecar; en cuanto a la doctrina, bajo ciertas condiciones, no pueden errar.
Por otra parte, así afirma con rotundidad el Papa Pío XII en la Humani Generis, 12:
«Este sagrado Magisterio, en las cuestiones de fe y costumbres, debe ser para todo teólogo la norma próxima y universal de la verdad (ya que a él ha confiado nuestro Señor Jesucristo la custodia, la defensa y la interpretación del todo el depósito de la fe, o sea, las Sagradas Escrituras y la Tradición divina)»
«quamquam hoc sacrum Magisterium, in rebus fidei et morum, cuilibet theologo proxima et universalis veritatis norma esse debet, utpote cui Christus Dominus totum depositum fidei — Sacras nempe Litteras ac divinam «traditionem» - et custodiendum et tuendum et interpretandum concredidit»
Y el Sagrado Concilio Vaticano I, en la constitución dogmática Pastor Aeternus, 4:
"Así el Espíritu Santo fue prometido a los sucesores de Pedro, no de manera que ellos pudieran, por revelación suya, dar a conocer alguna nueva doctrina, sino que, por asistencia suya, ellos pudieran guardar santamente y exponer fielmente la revelación transmitida por los Apóstoles, es decir, el depósito de la fe. Ciertamente su apostólica doctrina fue abrazada por todos los venerables padres y reverenciada y seguida por los santos y ortodoxos doctores, ya que ellos sabían muy bien que esta Sede de San Pedro siempre permanece libre de error alguno, según la divina promesa de nuestro Señor y Salvador al príncipe de sus discípulos: «Yo he rogado por ti para que tu fe no falle; y cuando hayas regresado fortalece a tus hermanos»".
"Este carisma de una verdadera y nunca deficiente fe fue por lo tanto divinamente conferida a Pedro y sus sucesores en esta cátedra, de manera que puedan desplegar su elevado oficio para la salvación de todos, y de manera que todo el rebaño de Cristo pueda ser alejado por ellos del venenoso alimento del error y pueda ser alimentado con el sustento de la doctrina celestial
Por otra parte, demás está decir que los católicos creemos en la Sagrada Tradición y en la Sagrada Escritura por la autoridad de la Iglesia, no al revés; no decimos que creemos en la autoridad de la Iglesia por la Sagrada Tradición o Escritura, sino al revés:
«Ego vero Evangelio non crederem, nisi me catholicae Ecclesiae commoveret auctoritas (No creería en el Evangelio, si no me moviera a ello la autoridad de la Iglesia católica)»
San Agustín de Hipona (Contra epistulam Manichaei quam vocant fundamenti, 5,6)
"No puede ser Magisterio una cosa y la contraria."
En cuanto a las decisiones prudenciales, cabe la modificación, claro está. Por eso, esa decisión prudencial del Concilio no somete al Papa a tomarla necesariamente, pues, además, el Concilio no está por encima del Papa (conciliarismo). Por eso el Papa puede decretar qué liturgia se debe celebrar, qué no, y cómo (cf. Pío XII, Mediator Dei #74). No tiene que seguir necesariamente las directrices prudenciales del Concilio; de hecho, es práctica común que se abandone las decisiones en el ámbito prudencial; así, por ejemplo, muchas condenas y penas canónicas decretadas en los concilios fueron abolidas o modificadas a lo largo de la historia.
Respecto del resto de su crítica, es por no saber distinguir los niveles del Magisterio y que no todo lo que escribe un Papa es Magisterio, ni si quiera en un escrito que, de base, pretenda ser de tal grado del Magisterio, pues no sólo en un mismo escrito, sino hasta en una misma página o párrafo caben diversidad de niveles magisteriales o incluso no tener Magisterio.
En esto, gracias a Dios, el padre Iraburu ha respondido con suficiencia a la cuestión de AL, y no apelo a la fuerza de su autoridad, sino a la consistencia de sus argumentos. Hasta ahora no he visto a ningún detractor del pater presentar ni un sólo argumento de peso en contra de sus razonamientos.
Permanezcan atentos a sus receptores los próximos meses o años cercanos y verán cómo de esta manera se puede salvar siempre la perfecta continuidad de nuevas enseñanzas, por ejemplo sobre la homosexualidad o la contracepción.
Y ya es mucho que parezca conceder usted lo pecaminoso de los actos escandalosos de Asís y de la adoración de la Pachamama. Cierto que otros papas fueron conocidos por pecados de la carne o por mundanos, pero para encontrar semejantes ejemplos de impiedad o idolatría hay que remontarse a los cometidos por Israel en el Antiguo testamento.
Y lo dejo para que no se desvie.
2. ¿Cabe continuidad litúrgica entre el muro romano del Vetus Ordo contra la inmersión del espíritu del mundo en el Santo Sacrificio y la reforma del Novus Ordo que dinamita el muro de contención para dar entrada al espíritu del mundo?
3. No estaría demás recordar como guardianes de la Tradición lo que anticipó el Concilio de Trento y que nuestros ojos pueden contemplar hoy día en la práctica litúrgica del Novus Ordo. EL SACRIFICIO EUCARÍSTICO (SESION XXII ) - DECRETO SOBRE LO QUE SE HA DE OBSERVAR, Y EVITAR EN LA CELEBRACIÓN DE LA MISA
Cuánto cuidado se deba poner para que se celebre, con todo el culto y veneración que pide la religión, el sacrosanto sacrificio de la Misa, fácilmente podrá comprenderlo cualquiera que considere, que llama la sagrada Escritura maldito el que ejecuta con negligencia la obra de Dios. Y si necesariamente confesamos que ninguna otra obra pueden manejar los fieles cristianos tan santa, ni tan divina como este tremendo misterio, en el que todos los días se ofrece a Dios en sacrificio por los sacerdotes en el altar aquella hostia vivificante, por la que fuimos reconciliados con Dios Padre; bastante se deja ver también que se debe poner todo cuidado y diligencia en ejecutarla con cuanta mayor inocencia y pureza interior de corazón, y exterior demostración de devoción y piedad se pueda. Y constando que se han introducido ya por vicio de los tiempos, ya por descuido y malicia de los hombres, muchos abusos ajenos de la dignidad de tan grande sacrificio; decreta el santo Concilio para restablecer su debido honor y culto, a gloria de Dios y edificación del pueblo cristiano, que los Obispos Ordinarios de los lugares cuiden con esmero, y estén obligados a prohibir, y quitar todo lo que ha introducido la avaricia, culto de los ídolos; o la irreverencia, que apenas se puede hallar separada de la impiedad; o la superstición, falsa imitadora de la piedad verdadera. Y para comprender muchos abusos en pocas palabras; en primer lugar, prohiban absolutamente (lo que es propio de la avaricia) las condiciones de pagos de cualquier especie, los contratos y cuanto se da por la celebración de las Misas nuevas, igualmente que las importunas, y groseras cobranzas de las limosnas, cuyo nombre merecen más bien que el de demandas, y otros abusos semejantes que no distan mucho del pecado de simonía, o a lo menos de una sórdida ganancia. Después de esto, para que se evite toda irreverencia, ordene cada Obispo en sus diócesis, que no se permita celebrar Misa a ningún sacerdote vago y desconocido. Tampoco permitan que sirva al altar santo, o asista a los oficios ningún pecador público y notorio: ni toleren que se celebre este santo sacrificio por seculares, o regulares, cualesquiera que sean, en casas de particulares, ni absolutamente fuera de la iglesia y oratorios únicamente dedicados al culto divino, los que han de señalar, y visitar los mismos Ordinarios, con la circunstancia no obstante, de que los concurrentes declaren con la decente y modesta compostura de su cuerpo, que asisten a él no sólo con el cuerpo, sino con el ánimo y afectos devotos de su corazón. Aparten también de sus iglesias aquellas músicas en que ya con el órgano, ya con el canto se mezclan cosas impuras y lascivas; así como toda conducta secular, conversaciones inútiles, y consiguientemente profanas, paseos, estrépitos y vocerías; para que, precavido esto, parezca y pueda con verdad llamarse casa de oración la casa del Señor. Ultimamente, para que no se de lugar a ninguna superstición, prohiban por edictos, y con imposición de penas que los sacerdotes celebren fuera de las horas debidas, y que se valgan en la celebración de las Misas de otros ritos, o ceremonias, y oraciones que de las que estén aprobadas por la Iglesia, y adoptadas por el uso común y bien recibido. Destierren absolutamente de la Iglesia el abuso de decir cierto número de Misas con determinado número de luces, inventado más bien por espíritu de superstición que de verdadera religión; y enseñen al pueblo cuál es, y de dónde proviene especialmente el fruto preciosísimo y divino de este sacrosanto sacrificio. Amonesten igualmente su pueblo a que concurran con frecuencia a sus parroquias, por lo menos en los domingos y fiestas más solemnes. Todas estas cosas, pues, que sumariamente quedan mencionadas, se proponen a todos los Ordinarios de los lugares en términos de que no sólo las prohiban o manden, las corrijan o establezcan; sino todas las demás que juzguen conducentes al mismo objeto, valiéndose de la autoridad que les ha concedido el sacrosanto Concilio, y también aun como delegados de la Sede Apostólica, obligando los fieles a observarlas inviolablemente con censuras eclesiásticas, y otras penas que establecerán a su arbitrio: sin que obsten privilegios algunos, exenciones, apelaciones, ni costumbres.
Por eso, pater, si me permite, termino aquí apuntalando una cosas y acabo.
"Así se podrá salvar siempre la continuidad en el magisterio, cortando aquí o allá donde sea conveniente."
No, sino entendiendo correctamente al Magisterio:
«Este obsequio religioso de la voluntad y del entendimiento de modo particular ha de ser prestado al magisterio auténtico del Romano Pontífice aun cuando no hable ex cathedra; de tal manera que se reconozca con reverencia su magisterio supremo y con sinceridad se preste adhesión al parecer expresado por él, según su manifiesta mente y voluntad, que se colige principalmente ya sea por la índole de los documentos, ya sea por la frecuente proposición de la misma doctrina, ya sea por la forma de decirlo» (Constitución dogmática Lumen gentium, 25)
"Permanezcan atentos a sus receptores los próximos meses o años cercanos y verán cómo de esta manera se puede salvar siempre la perfecta continuidad de nuevas enseñanzas, por ejemplo sobre la homosexualidad o la contracepción."
Hace pocos meses el Magisterio nuevamente repitió la condena sobre los actos homosexuales, por ejemplo. Y he visto que ni si quiera los modernistas tienen ya esperanza de que esto va a cambiar; notable que al menos los lefebvristas o filo-lefebvristas sí tienen más esperanza de éxito del modernismo que los mismos modernistas.
Pero lo cierto es que no. Si el Magisterio llega a proponer enseñanzas contrarias al depósito de la fe, entonces, lo siento mucho, nuestra fe católica es falsa. Lo que está en juego es, pues, el fundamento mismo de la fe católica: ¿Es o no es indefectible en la doctrina la santa Iglesia Romana? Sí, sí lo es. Y esto es un principio inconcuso de la fe católica, un axioma, una verdad indubitable, principio inmutable e innegable.
Así dice el Papa León XIII:
«Es evidente que Jesucristo instituyó en la Iglesia un magisterio vivo, auténtico, y, además, perpetuo, al cual confirió su propia autoridad, revistió con el Espíritu de la verdad y confirmó mediante milagros. Él quiso y ordenó con gran severidad que las enseñanzas doctrinales de ese magisterio fueran recibidos como las suyas propias» (Encíclica Satis cognitum, 20)
Concilio Vaticano I:
«Por ello enseñamos y declaramos que la Iglesia Romana, por disposición del Señor, posee el principado de potestad ordinaria sobre todas las otras, y que esta potestad de jurisdicción del Romano Pontífice, que es verdaderamente episcopal, es inmediata. A ella están obligados, los pastores y los fieles, de cualquier rito y dignidad, tanto singular como colectivamente, por deber de subordinación jerárquica y verdadera obediencia, y esto no sólo en materia de fe y costumbres, sino también en lo que concierne a la disciplina y régimen de la Iglesia difundida por todo el orbe; de modo que, guardada la unidad con el Romano Pontífice, tanto de comunión como de profesión de la misma fe, la Iglesia de Cristo sea un sólo rebaño bajo un único Supremo Pastor (cf. Jn 10,16). Ésta es la doctrina de la verdad católica, de la cual nadie puede apartarse de ella sin menoscabo de su fe y de su salvación» (Constitución dogmática Pastor æternus, cp. 3, 1870: DzSch 3060).
Santo Tomás de Aquino:
«Si tenemos en cuenta la Providencia divina que dirige a su Iglesia por medio del Espíritu Santo para que no yerre, como él mismo lo prometió, diciendo que cuando viniese el Espíritu “enseñaría toda la verdad” (Jn 14,26), es decir, en lo relativo a las cosas necesarias para la salvación, ciertamente es imposible que el juicio de la Iglesia universal se equivoque sobre las cosas relativas a la fe» (Quodl. IX, q. 8, a.1)
San Roberto Belarmino:
«Si todos los obispos se equivocasen, toda la Iglesia se equivocaría, ya que el pueblo debe seguir a sus Pastores, como dijo Jesús en Lc 10,16: “Quien os escucha, me escucha a mí” y en Mt 23,3 : “Haced lo que os digan”» (De Ecclesia militante, cap. XIV).
En fin, ya para acabar este mensaje, le dejo la voz a dos grandísimos papas, uno ya canonizado:
San Pío X:
«No os dejéis engañar de las falsas declaraciones de algunos, que confiesan repetidamente que quieren estar con la Iglesia, que aman a la Iglesia, que combaten para que el pueblo no se aleje de ella, que trabajan para que la Iglesia, comprendiendo los tiempos, se acerque al pueblo y lo reconquiste. Juzgadlos más bien por sus obras. Si maltratan y desprecian a los Pastores de la Iglesia, y hasta el mismo Papa; si intentan sustraerse a su autoridad por todos los medios, para eludir sus direcciones y sus disposiciones; si no dudan en levantar la bandera de la rebelión ¿de qué Iglesia entienden éstos que están hablando? No ciertamente de aquella que está instituida “super fundamentum Apostolorum et Prophetarum, ipso summo angulari lapide, Christo Iesu” [Ef 2,20]. Y por lo tanto tenemos que tener siempre presente la advertencia que hizo San Pablo a los Gálatas: “aunque nosotros mismos o un Ángel del cielo os evangelizase algo diferente de lo que nosotros os hemos evangelizado, sea anatema” [Gal 1,9]» (disc. a los estudiantes de la Federación Universitaria Católica, Roma 10-V-1909).
Pío XII:
«Se equivocan peligrosamente quienes piensan que pueden estar unidos a Cristo Cabeza de la Iglesia sin unirse fielmente a su Vicario en la tierra. En efecto, al suprimir la cabeza visible y romper los vínculos visibles de unidad, oscurecen y deforman de tal manera el Cuerpo Místico del Redentor, que ya no puede ser reconocido ni encontrado por los hombres que buscan el puerto de la salvación eterna» (enc. Mystici corporis, 40, 29-VI-1943).
Que san Pío X ruegue especialmente por los lefebvristas y filo-lefebvristas, engañados por las mentiras del Diablo.
---
FJD: No. El tema no tiene absolutamente nada que ver con el Magisterio. Lamentablemente, parece que no ha entendido nada de mi artículo.
Gracias por recordarnos lo que ya se nos había advertido y muchos han olvidado.
Bendiciones!
Hoy lo he hecho en mi parroquia. Con todo decoro y piedad. Ambas son fuente de vida interior, "centro y raíz" de nuestra vida. Debo decir que me siento expectante. Laus Deo!!
Le señalo la existencia de un libro aparecido en francés:
Cérémonial de la Sainte Messe à l'usage ordinaire des paroisses (suivant le missel romain de 2002 et la pratique leguée du rit romain), de André Philippe M. Mutel y Peter Freeman, en las ediciones Artège, 2010.
El libro busca completar los vacíos de las rúbricas del misal Novus Ordo, explicando en detalle los ritos. Es una lástima que no esté traducido al español, dado que sería muy provechoso para sacerdotes y seminaristas.
---
FJD: Una guía litúrgica de Palabra que leí yo en mis años de seminario iba también por ese camino. Le agradezco el dato.
En mi anterior comentario le decía que iba a asistir por primera vez a la Misa Tridentina.
Este domingo tuve la oportunidad. Casualmente viendo videos de cocina en YouTube apareció entre ellos, el anuncio de la misma, a tan sólo diez minutos de casa
:andando. No las tenía todas conmigo, pero hasta allí fui. Todo este desafortunado MP es poleo mi curiosidad, que ya la tenía de antes.
No se como describir lo que viví. Fue toda cantada. A tope de gente, con las medidas sanitarias vigentes. Yo, entre las más tullidas, y aún me queda para la jubilación.
La sensación de pequeñez es inmediata. Dios se hace presente desde ya. No se, lo primero que surgió en mi interior fue la petición de humildad y pedir la misericordia de Dios. Todo era adoración, fluida, sin esfuerzo. Es como si tan solo estuvieras tu delante de Dios.
Debo reconocer que no me costó seguirla, he asistido a otras misas de NO en Latin, con misal. Pero en esta, yo vivi claramente cuatro momentos:penitencia, palabra, consagración y comunión. Esta última de rodillas y en la boca.
Estamos a martes, y todavía sigo sacando frutos.
Desconozco mucho del ritual, pero pienso ponerme a ello.
En verdad Dios es un padre amoroso. Y lo digo porque solo desde su Providencia es posible entender como he podido asistir a esta misa, en este momento con sus circunstancias. En septiembre volveré.
---
FJD: Felicidades.
Qué cosas hay que oír. Optimista, por creyente, y limpio de mente, por creyente también, con su casa edificada sobre roca, al diferencia de los ingenuos, sin cimientos firmes ni nada firme casi.
Esto es, Lector, más o menos, lo que me pasa a mi viendo como el papa , zapatero a tus zapatos, anda recomendando vacunarse, incluso al terminar el Rosario para impetrar el fin de la enfermedad, que desde luego, sí lo es, aunque .. Bueno aunque no se publique ésto, me saco esta espina, y con mucha paz y tranquilidad de conciencia, en medio de este matrix
Dejar un comentario