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5.05.15

10 Principios para exponer el cristianismo en medios de comunicación

“Testimoniad con vuestra vida que las ideas no se imponen, sino que se proponen" 

(Juan Pablo II)

A cuántos de nosotros nos ha pasado que, como comentaristas católicos o blogeros, nos metemos en camisa de once varas al entablar conversaciones con personas que piensan de manera diferente? No creo que haya uno solo de nosotros que no haya salido de una conversación agobiado por la frustración o la culpa.

Pues bien, les introduzco al tema contándoles que en diciembre pasado concluí un curso on line en la Universidad Internacional de la Américas (ULIA) que, en convenio con Catholic Voices, impartió el curso Experto Comunicador Católico (ECC) al que solicité ingresar debido a mi interés en formarme como vocero católico en redes sociales.

Una de las primeras sesiones constituye el tema que trataré ligeramente en esta entrada.

Podrán descargar los 10 principios de Catholic Voices en ESTE enlace. 

Me limitaré a exponer brevemente los puntos aportando un poco de mi experiencia.

Para empezar, debo mencionar, que los bautizados tenemos vocación de comunicadores debido a que la gracia nos impele a transmitir el tesoro hallado, de tal manera que, quien reconozca en sí mismo dicha vocación y desee ejercitarse en ella, pida la gracia para ser vehículo que transmita lo colosal del bien hallado. Mucha oración será necesaria.

De seguido, vamos por los principios:

1. Descubrir la intención positiva

Parece mentira pero hasta al más férreo oponente puede hallársele la intención positiva,  incluso cuando insulta o descalifica; por supuesto, no es la intención enfrascarse en discusiones inútiles pero si, por ejemplo, un anti-católico nos reclama es importante considerar que lo motiva una intención positiva. Descubre el principio ético cristiano detrás de la crítica, nómbralo y, con él, únete a tu oponente. Constatarás su efecto liberador.

Por todo esto es que no hemos de caer en la trampa de sentirnos ofendidos cuanto entramos en diálogo con quienes piensan diferente ya que perdemos esta fabulosa oportunidad.  

2. Aportar luz y no calor

Escucha o lee con atención (en el caso de las redes sociales y blogs). Prepárate para respetar un punto de vista diferente. Mantén la calma y, solo entonces, di lo que debes decir con la gracia propia de la libertad gloriosa de los hijos de Dios la que, indefectiblemente, será luz (y no calor)

3. Hagamos sentir bien a los interlocutores

La verdad que hay en tus palabras sirve a la Verdad de tal forma que has de comunicarte con un lenguaje sencillo para que todos entiendan, aclaren o se sientan en confianza para plantearte preguntas.

Tras cada intervención has un breve examen de conciencia planteándote preguntas tales como: ¿Los he hecho sentir animados o derrotados? ¿Inspirados o acosados?

Vas a ver el buen resultado que para tu crecimiento humano y espiritual, por gracia, obtienes y, no solo eso, vas a notar la diferencia que hace cuando entras en diálogo con los demás.  Te recordarán por lo bien que los hiciste sentir. 

4. Demuestra el fruto de tus convicciones

Si te acosan con argumentos relacionados, por ejemplo, con las riquezas de la Iglesia, el retroceso que significa ser cristiano en nuestro tiempo, lo “tan de poca importancia que es ser adúltero”, etc. detente antes de responder como el estallido de un volcán. Respira hondo y recurre a los miles de ejemplos en los que la Iglesia, tu y tus hermanos, son el vivo ejemplo de lo opuesto que critican. Eso tan solo y notarás que imperará el silencio.

El ejemplo arrasa. Eso dicen, no?

5. Desarrolla un esquema mental

Piensa en triángulo, es decir, figúrate un triángulo en cuyas aristas están tres argumentos que tratarás de exponer. Desarróllalos siguiendo una línea de pensamiento pero, si no tienes tiempo, selecciona el más importante y exponlo con argumentos y en plena libertad.

6. Se positivo

Nadie, es decir, nadie, terminará de leer el párrafo de un amargado. Mucho menos si es del tipo que escribe o habla sin parar; por lo que, si eres un amargado, has de saber que, como comunicador católico, estás fuera de lugar porque el cristianismo es positivo y no desprecia el sentido del humor.

Ten en cuenta que de lo que se trata es de abrir la mirada de los demás a lo que, por experiencia, sabes que tiene de positivo Cristo y su Iglesia.

Recuerda también que “ante la realidad decimos al mundo quien es Cristo para nosotros”.

7. Se compasivo

En redes sociales, sobre todo, nos sentimos con la libertad para ser impulsivos por lo que, no pocas veces, faltamos a la caridad.

En mucho nos favorecerá la gracia cuando iniciamos la conversación detectando la intención positiva lo que, no solo nos evitará sentirnos ofendidos, sino que abrirá la puerta de nuestro corazón que provocará el que hagamos sentir bien al otro y, sobre todo, verter el cúmulo de compasión que el Señor quiere prodigarle a través nuestro.

Ser compasivo, aunque lo parezca, no es algo que se obtiene por el solo esfuerzo sino más bien por gracia. Deberás pedirla de seguido porque fácilmente lo echarás a perder.

Ten compasión de ti mismo también.  

8. Prepárate con datos

Por más hábil que seas con citas bíblicas y todo tipo de datos, olvídate de que te servirán de nada sin haber tomado en cuenta todo lo anterior. Tampoco pienses que sin datos sólidos, aunque sea uno solo, serás escuchado. Ten en cuenta que si pretendes ser comunicador católico has de tomártelo con la seriedad con que los apóstoles se tomaron la Escritura y la razonaron.  Razonar la información es fundamental. Sin embargo, evita parecer un ordenador. Pide la gracia para conducirte al exponer tus datos de forma natural.

9. No te lo tomes personal

El ego es y será siempre nuestro mayor obstáculo en una conversación pero, saben? El ego tiene un “apagador”. Tratándose de ser comunicador hemos de pedir la gracia para apagarlo. Cuál será el resultado? El resultado será que no te considerarás el centro de atención por lo que no estarás a la defensiva, ni te sentirás irrespetado, no tendrás miedo, ni serás tímido o quejica, podrás concentrarte, serás pausado, prudente, firme y, partirás alegre.

Recomiendo mucha oración pidiendo la gracia necesaria.

10. Se trata de dar testimonio no de ganar

Qué es lo que a los católicos nos produce la mayor exaltación de las emociones? Los escándalos en la Iglesia los que para bien de nuestra alma (acaso pensaron que tienen otra intención?) están a la orden del día.

Tómatelos con la seriedad necesaria pero no dejes de aplicar el sentido del humor.

Recuerda que eres tan solo un sirviente o, si prefieres, un soldado que lucha la batalla por su Señor quien, al final de cuentas, ha vencido ya y es el dueño de la Historia. 

Tú, pide la gracia para hacer lo tuyo al mejor estilo de los apóstoles.

«En el modo que tenemos de vivir las circunstancias, decimos ante todos, quién es Cristo para nosotros»
Luigi Giussani

 

22.04.15

"Imbuir la forma Ordinaria con la espiritualidad de la forma Extraordinaria" por Peter Kwaniewski

He tomado parte de la mañana en traducir este artículo encantador que podría ser un maravilloso aporte para los sacerdotes en su espiritualidad sacerdotal y eucarística lo que, como bien dice el autor, puede hacer “una verdadera diferencia en la devoción del celebrante y en la consiguiente fecundidad de la misa”.

Ruego que, de gustarles, lo primero que hagan es compartirlo con los sacerdotes que conozcan, particularmente, con aquellos en los que reconocen su anhelo por la continuidad de la tradición litúrgica de la Iglesia. Propongo que, de considerar el dar énfasis al gesto de compartirlo con ellos, no duden en imprimirlo bellamente y entregarlo en sus propias manos.  

Sin más preámbulo los dejo con el articulito.

 

Imbuir la forma Ordinaria con la espiritualidad de la forma Extraordinaria

Por Peter Kwaniewski

Publicado en The New Liturgical Movement

Lunes 13 de abril del 2015

Traducido (sin autorización) por Maricruz Tasies

Para leer el artículo original con sus notas recurra a ESTE enlace

 

Ha sido ampliamente reconocido que la Misa celebrada bajo la forma ordinaria (FO) del rito romano sufre en muchos aspectos de una fuerte discontinuidad con la tradición litúrgica y que sus muchas simplificaciones, innovaciones y opciones, de forma alarmante, la han privado de la intensa atmósfera devocional característica de la forma extraordinaria (FE).  

El Papa Benedicto XVI, habiendo reconocido el hecho con mayor claridad que la mayoría, expresó su deseo de un “enriquecimiento mutuo” de ambas formas del rito que tendría como resultado el que la asamblea sería capaz de hallar en la forma ordinaria la “sacralidad” que aman en la forma extraordinaria. Sin embargo, tal como hemos comprobado, un redescubrimiento y recuperación de sacralidad en el Novus Ordo no ocurrirá automáticamente; requerirá de la adopción de medidas definitivas dentro de los límites de la ley litúrgica existente. Con sobrada razón nos regocijamos por los beneficios eclesiales de la coexistencia de ambas formas, sin embargo, “en búsqueda de la reconciliación” también ha de buscarse una expresión interna ya que, de otra manera, la brecha entre ambas celebraciones (suponiendo la típica celebración parroquial de la FO en comparación con una celebración de la FE apegada a las rúbricas) continuará siendo sumamente vasta.

En consecuencia, hay ciertas medidas que los celebrantes voluntariamente pueden tomar para maximizar la continuidad por lo que, de la forma ordinaria, pueden derivar mayores frutos espirituales para el sacerdote y el pueblo. Dicho enriquecimiento puede ser guiado por tres principios:

1. El Principio de Continuidad

El “Principio de Continuidad” es el siguiente:

Cuando las rúbricas ofrezcan la opción uno siempre debe hacer lo que está en mayor continuidad con la tradición anterior. Sobre esta línea, ya que “la grandeza de la liturgia depende de su no-espontaneidad “(Ratzinger) uno debería, en principio, evitar la variedad en medio de la gran cantidad de opciones. Tal como C.S. Lewis dijo acertadamente “la variedad arruina el placer propio de la acción ritual”.

A continuación algunos ejemplos de cómo aplicar este principio:

  1. Lea o cante las Antífonas de Entrada y de Comunión (a menos que sean leídas o cantadas por un coro o por el pueblo).
  2. Utilice el saludo “El Señor esté con vosotros” con la mirada baja y, en general, realice todo saludo a la asamblea de esta manera para evitar el contacto visual cuyo efecto es llamar la atención sobre el sacerdote lo cual conduce a la liturgia a un nivel meramente horizontal o, tal vez, centrado en el hombre.
  3. Utilice el Rito Penitencial A, es decir, el “Yo pecador” y el Kyrie.
  4. Omita la Oración Universal entre semana y, cuando la utilice pida prestadas o diséñelas desde los modelos de la forma extraordinaria.
  5. Haga la preparación de las ofrendas en silencio en lugar de en voz alta.
  6. Diga “Orad, hermanos” en lugar de “Orad, hermanos y hermanas".
  7. Utilice el Canon Romano mencionando todos los santos y utilice las Conclusiones del tipo “por Cristo nuestro Señor".
  8. Inclínese notablemente ante la hostia y el cáliz, recite las palabras de la consagración lenta y deliberadamente, dándoles el debido peso y contenido metafísico.
  9. Mantenga el pulgar y el dedo índice juntos durante la consagración y hasta las abluciones.
  10. Omita el Saludo de la Paz, el que, como las rúbricas indican claramente, es opcional.
  11. Realice las abluciones profusamente con vino, agua, vino, colocando los dedos sobre el cáliz.
  12. Utilice la Despedida: “Podemos ir en paz, la misa ha terminado” (o mejor aún, “Ite, missa est")
  13. Como indican las rúbricas pero rara vez se sigue, incline la cabeza ante la mención de las tres Divinas Personas, el nombre de Jesús, el Nombre de la Santísima Virgen María y del santo en cuyo honor se celebra la Misa.

Incluidas en esta categoría están todas las prácticas permitidas explícitamente pero muy rara vez utilizadas y conocidas por los fieles: la celebración del sacrifico ad orientem (propuesto en las rúbricas del misal de la FO); el canto de los textos litúrgicos que tradicionalmente son cantados por el sacerdote; dar la bienvenida al silencio, sobre todo después de la Santa Comunión; utilizar abundantemente el incienso; el uso de hermosas vestimentas, ornamentos y vasos sagrados; la distribución de la Sagrada Comunión a los fieles que se ponen de rodillas. La mayoría de estos ejemplos dependen exclusivamente del celebrante y se pueden implementar de inmediato.

2. El Principio de Incremento

En segundo lugar, existe lo que podríamos llamar el “Principio de Incremento"; es decir, la búsqueda de maneras para que los elementos del rito antiguo lleguen (discretamente, por supuesto) a encontrar un hogar en el Novus Ordo buscando el acrecentamiento de la piedad y devoción del propio celebrante;  lo que, como Santo Tomás nos recuerda, la eficacia de la misa afecta en la obtención de las gracias por las que se ora.  

Algunos ejemplos de cómo aplicar este principio:

  1. Utilice el manípulo, el birrete y la capa pluvial para procesiones o las aspersiones/vidi aquam.
  2. En procesión hacia el altar o en la sacristía antes de la Misa, si la distancia al altar es demasiado corta, recite en silencio o en voz baja el Salmo 42.
  3. Mientras sube los escalones hasta altar y en preparación para besarlo, rece en silencio el “Aufer a nobis” y el “te Oramus, Domine".
  4. Si la distancia al sagrario o la longitud del Aleluya lo permiten, añada la versión completa de “Munda cor meum” del usus antiquior después de decir el de una línea “Limpio mi corazón.”
  5. Junto a la recitación de las oraciones en la preparación de las ofrendas, agregue algunas o todas las antiguas oraciones del Ofertorio como una devoción privada; una práctica que, en principio, no sería diferente a exclamar en silencio “Mi Señor y mi Dios” durante la elevación de la hostia.
  6. Diga el Canon romano en un tono más moderado de voz para invitar a los fieles a un tiempo de oración e intensa meditación; como fue anteriormente señalado, diga las palabras de la consagración con especial gravedad. Es un hecho curioso, y que he notado con frecuencia, cuán profundo es el silencio y concentración de la congregación cuando el propio sacerdote habla en voz baja!
  7. Antes de la comunión, digas ambas oraciones de preparación – una, según lo estipulado, la otra, como una devoción privada.
  8. Cuando realice la purificación de los vasos, además de rezar “Lo que ha pasado por mis labios", añada el “Corpus tuum” del antiguo misal como una devoción privada.
  9. Después de la bendición final, recite el “Placeat tibi” mientras se moviliza hacia el altar, besándolo y al salir del presbiterio.
  10. Recite el Prólogo del Evangelio de Juan, mientras que se dirige a la sacristía o cuando, ya en la sacristía, antes de bendecir al servidor (es).
  11. También puede pronunciar el “Placeat tibi” y el prólogo del Evangelio de Juan en voz alta después de Misa como una devoción en comunidad. De todos modos, hoy en día todos se sienten libres para añadir, tanto en medio como al final de la Misa, lo que sean oraciones que les gustan y existen un montón de razones para introducir éstas, habiéndonos santificado por tantos siglos de uso.

De este modo, un sacerdote que no está capacitado, según el caso, para celebrar el usus antiquior aún puede entrar en contacto con los elementos de su profunda piedad sacerdotal y eucarística. El sacerdote podrá respirar su propia atmósfera devocional y así comenzar - al menos dentro de su propia alma - a superar la ruptura entre ambas formas del rito.

En cuanto a esta segunda categoría, tanto en principio como en la práctica, se podría objetar que las anteriores sugerencias son contrarias a las rúbricas o de la Instrucción General del Misal Romano. Sin embargo –sencillamente- no es el caso debido a que las prácticas mencionadas son asuntos de devoción personal o adiciones permitidas por las propias rúbricas. Es cierto que existen pasajes en la revista Notitiae, especialmente desde la década de los 70, en contra de estas sugerencias, pero Notitiae parece desempeñar un papel consultivo por lo que es difícil considerar su contenido como parte de la autoridad magisterial. Sólo para reiterar un ejemplo, no existe prohibición de usar el manípulo o la birreta a pesar de su actual rareza dentro del Novus Ordo.

De vuelta en Austria, conocí a un sacerdote (por cierto, uno de los mejores predicadores que he escuchado) quien celebra ambas formas del rito romano quien, al utilizar el Misal de Pablo VI, realizó casi todas las cosas mencionadas en el presente artículo. Él las ejecutó con discreción y eficacia de tal manera que no hubo confusión o retraso. Me dijo que le resultaba mucho más fácil ofrecer el Novus Ordo reverentemente cuando ha sido enriquecido con elementos del rito tradicional romano. De especial valor, en su opinión, son las oraciones del Ofertorio tradicional.

3. El Principio Mnemotécnico

Por último, existe lo que podríamos llamar el “Principio Mnemotécnico” el cual consiste en recordar a la asamblea, con delicadeza y oportunamente, acerca de las cosas relacionadas con el usus antiquior las que, lamentablemente, ya no se encuentran en la forma ordinaria, pero que, sin lugar a dudas, no son incompatibles con ella.

El ejemplo más importante sería el de la mención de los santos ya que no se celebran en el nuevo calendario. Así, el 14 de febrero un sacerdote podría predicar un poco acerca San Valentín así como de S.S. Cirilo y Metodio, o el 10 de marzo acerca de los Cuarenta Santos Mártires; el 17 de septiembre podría mencionar que hoy en día es la tradicional fiesta de la impresión de los estigmas de San Francisco, y luego proceder a relacionarlo con las lecturas (o empezar con las lecturas llevando a San Francisco como un ejemplo) Podía predicar acerca de la Epifanía y de la Ascensión en los días correctos, así como los días transferidos. Podría citar una oración colecta tradicional, secreta o post-comunión como parte de su reflexión sobre la fiesta o el tiempo litúrgico. Puede reintroducir bendiciones especiales en días festivos utilizando las oraciones del Ritual Romano. Por medio de tales alusiones y devociones los fieles estarán siendo delicadamente puestos de nuevo en contacto con su propia tradición, la que se convierte lentamente en una parte de su mentalidad católica, tal como debe ser. Una frecuente referencia al usus antiquior, por lo tanto, sirve como una catequesis [ ].

Desde que el usus antiquior conserva, de manera especialmente intensa la teología y la piedad de muchos siglos de fe, una juiciosa emulación o la adopción de ciertos elementos de santidad y de “buena forma” harán una verdadera diferencia en la devoción del celebrante y en la consiguiente fecundidad de la Misa.

NOTA del traductor: De antemano pido disculpas por errores en la traducción sobre los que espero los expertos me corrijan. 

4.02.15

Mártires en la Iglesia y paramédicos en la Cruz Roja

Tuve una interesante conversación con un paramédico que tengo de inquilino en casa.

Mientras me relataba apasionadamente los pormenores de su trabajo me daba cuenta que lo suyo es una vocación.

Entusiasmada, narró lo que, a muy corta edad, fue su primer contacto con la Cruz Roja y el Cuerpo de Bomberos allá en su tierra natal. –“He ahí! Lo tuyo es vocación, es decir, un llamado de Dios!”.  

Se le iluminaron los ojos y, como es creyente por mera gracia de Dios (ya que ni siquiera ha recibido la Primera Comunión), pude ver en su rostro que, a través de mis palabras, había recibido confirmación del Señor a quien, dicho sea de paso, ama entrañablemente.

Fue muy interesante ya que, ese mismo día, tenía programada una entrevista para una vacante que solicitó en la Cruz Roja dentro de la ciudadela León XIII, un barrio de los más peligrosos de la capital.

No consigo ponerme en su lugar pero es claro que le apasiona colocar por sobre su propia seguridad la de quienes podrían necesitarla.  

Y, es que, me pregunto, estaría un paramédico atendiendo las exigencias de su vocación si privilegiara su plan para el día o la “eficaz  puesta en práctica de los planes estratégicos institucionales” por sobre lanzarse en medio de la balacera a salvar vidas humanas? Pues no, no estaría respondiendo a su vocación como podría no estar respondiendo un consagrado que privilegiara el “eficaz cumplimiento del plan pastoral diocesano” por sobre la gracia de haber recibido el encargo específico del Señor para llevar la Buena Nueva mediante el contacto personal.

Yo, que soy un simple laico, tan solo observo los frutos que producen acciones concretas como, por ejemplo, párrocos que por cumplir con el “plan” no tienen tiempo para ofrecer el perdón de los pecados o que, por para dar mayor “contenido pastoral” a la santa misa, improvisan.

Dichas acciones me dan mala pinta, tanta como me la dan las de otras denominaciones cristianas que, por ser “muy pastorales”, día a día y a grandes pasos se alejan de las enseñanzas del Maestro.  

Solución no le veo a corto plazo, sin embargo, la gracia podría ofrecer algunas pistas a quienes prestaran atención a lo que sucede en otras diócesis y parroquias del mundo en las que se ha privilegiado, por sobre el “plan pastoral”, la gracia del contacto personal.

Que es otra realidad la suya? Lo es, pero allá –lo mismo que aquí-  somos todos pecadores.

Cielo bendito! Es tan complejo comprender que el único “plan pastoral” que necesitamos es que los consagrados, arriesgando sus vidas a nuestro lado, allanen el camino del Señor para que, por gracia, seamos liberados de los estropicios que provoca el pecado?

Que así como los paramédicos, por gracia, arrebatan nuestros cuerpos de los brazos de la muerte, los sacerdotes, también por gracia, estén decididos a arrebatar nuestro ser del pecado.  

Es todo lo que necesitamos: mártires en la Iglesia y paramédicos en la Cruz Roja.

¡Eso es todo!. 

20.01.15

Remitíos a los frutos y mordeos la lengua

Pienso que no es casualidad que el domingo pasado, como mencioné en la entrada anterior, una madre del Camino neo-catecumenal de convivencia en casa compartiera conmigo su preocupación por la mayor de sus hijas, una mujer misionera del Camino y no mucho mayor de 30 años,  embarazada de su sexto hijo.

La madre, mi amiga, evidentemente preocupada por la salud de su hija y el bienestar de sus nietos, pudo haber utilizado respecto a su descendencia expresiones como la utilizada por el papa el día de ayer ante la prensa, la que -no solo se me habría clavado en el alma como un puñal- sino que habría sido un puñal en su corazón de madre de familia numerosa y abuela; pero el caso es que mi amiga no dijo una sola palabra que expresara su preocupación a la manera del papa. 

Es claro que cuando la prensa o cualquier otra persona lo ponen a uno entre la espada y la pared respecto a lo numeroso de las familias católicas se responda desde las emociones; es natural, pero no lo conveniente ya que las emociones no expresan lo que uno verdaderamente piensa por lo que, viniendo del papa, una frase suelta hace más daño que bien a las familias católicas de las que -de paso- se mofaran en sus barrios y en sus trabajos, pero también a la Iglesia.

Ninguno de nosotros, ni siquiera el papa, debería permitirse frases que maltratasen a nadie. Es mero ejercicio de virtud que se nos exige a todo hijo de vecino. Por qué no vendría bien que el papa se ejercitara?

A todo católico sobre esta tierra le será necesario reconocer que dichas expresiones responden no a la realidad sino a nuestra preocupación ya que la realidad es que las familias católicas numerosos y, particularmente las familias del Camino neo-catecumenal, son sobrenaturalmente responsables y que no hay quien los supere en gracia recibida para aprender a fiarse de la Divina Providencia.

Es que acaso para demostrar lo eficaz de la gracia no basta el que sus hijos lleguen a ser de adultos magníficos seres humanos?

“Por sus frutos los conoceréis” Mt 7, 20

¡Remitíos a los frutos y mordeos la lengua!

19.01.15

¡Mi primer amor por Cristo en la liturgia lo despertó el Camino!

“la Liturgia robustece también admirablemente sus fuerzas para predicar a Cristo y presenta así la Iglesia, a los que están fuera” SC n. 2

Cuando se ha sido un alejado y, por gracia, se regresa buscando el contenido que el mundo no ofrece a la existencia, la manera con que los del Camino viven su fe y celebran la liturgia, despierta el interés por celebrar y vivir el Misterio a profundidad.

Varias comunidades del Camino han estado viniendo durante el último año a mi casa ya que cuento con una gran terraza rodeada de jardines y vista espectacular. Al escucharlos salmodiar se me hace un nudo en la garganta al imaginar a mi madre encantada pero sobre todo por lo que a nivel litúrgico significa.

Mi contacto con estas comunidades es de tiempo atrás ya que muchos de mis vecinos pertenecen a ellas. Algunos llevan una vida tan difícil que su alegría y esperanza no dejan lugar a dudas acerca del poder de la gracia que ha recibido este carisma. 

En mi vida ha sido determinante su presencia ya, que –lo trascendental del Misterio- resplandeció para mí, como si fuera la primera vez, a través de la liturgia celebrada por el Camino.

Ahora bien, tras aquél primer amor enriquecido por las enseñanzas del padre Manuel Rojas, cuando hace media década conocí el pensamiento del Card. J. Ratzinger sobre liturgia supe que para promover sus ideas debía seguir una única dirección que consistió en ser persistente -hasta donde la gracia me indicara- para que de nuevo se celebrara la misa tridentina en mi país.

Desde el primer día supe que el camino seguro pasaba por la obediencia al Obispo a la que me he mantenido fiel junto a los amigos que asistieron el domingo 18 de enero del 2015 a la misa tridentina que celebró el padre Agustín Pelayo Corona (instituto de los Consagrados del Santísimo Salvador) en la parroquia a cargo del padre Sixto Varela situada en san Joaquín de Flores en la Diócesis de la Alajuela cuyo obispo es Mons. Ángel Sancasimiro.

Por haber dado el primer paso en la dirección correcta es de no creer lo bien que se ha ido articulando todo al punto que ni siquiera fui necesaria para la organización; hecho del que derivó, dicho sea de paso, el que advirtiera mi insignificancia lo que es, sin lugar a dudas, una gracia como lo es el haber obtenido de la Dra. Judith Abellán su testimonio:

“… al final la gente no salió corriendo. Se esperaron hasta que el sacerdote regresara a la sacristía y que el coro terminara el canto; permanecieron sentados en silencio como embelesados para luego irse retirando muy lentamente, sin prisa, como queriendo prolongar ese maravilloso momento. La mayoría pasaron a persignarse con agua bendita antes de salir! Cuantas cosas [esta forma del rito] nos hace cambiar ya que usualmente no ha terminado el sacerdote de dar la bendición y la gente sale atropellando en su desesperación por salir. Y, que hubiera agua bendita! la que en casi ningún templo está disponible!”

Al día de hoy, ya está andado gran parte del camino que emprendí junto a Andrés primero y luego al lado de José Pablo; ahora puedo morir en paz ya que existe un obispo, un párroco, un sacerdote en toda regla para celebrarla y un grupo de fieles que se perfila cada día más cohesionado ya que tiene acólitos preparados y ¡hasta un coro que canta como los ángeles!.

Como ven, el Señor da la gracia para que a través de la liturgia del Camino un alejado llegué a valorar el rito en su forma ordinaria; por esa razón pregunto a quienes todavía tienen sus reservas: No habría la gracia de ejercer la misma eficacia a través de la forma extraordinaria?

“de la Liturgia, sobre todo de la Eucaristía, mana hacia nosotros la gracia como de su fuente y se obtiene con la máxima eficacia aquella santificación de los hombres en Cristo y aquella glorificación de Dios, a la cual las demás obras de la Iglesia tienden como a su fin” SC n. 10