InfoCatólica / Deo Omnis Gloria / Categoría: Una, santa, católica y apostólica

27.02.16

Sobre el sonado caso del padrino gay

En mi país ha sucedido que una persona homosexual ha solicitado ser padrino de bautismo.

El párroco se ha negado por lo que la reacción de la persona fue recurrir a la denuncia pública. De su lado se pusieron la prensa y el lobby homosexualista para presionar al párroco y a su obispo con el fin de que lo aceptaran como padrino. La reacción del lobby y del joven en cuestión fue, incluso, amenazar a la Diócesis con recurrir al papa Francisco para resolver la situación.

El desenlace ha sido que el obispo ha invitado al joven a su oficina para conocer su versión y resolverla de forma razonable tras lo cual, lo que se supo por medio de la prensa y de breves entrevistas a los sacerdotes involucrados, fue que el joven –finalmente- sería padrino.

Ante estos casos existen dos aspectos que deben separarse desde el principio y ser tomados paralelamente en consideración a la hora de tomar una justa decisión:

  1. El aspecto doctrinal Para resolver el aspecto doctrinal debe considerarse el Derecho Canónico y las enseñanzas de la Iglesia.
  1. El aspecto político Para resolver el aspecto político debe tenerse en cuenta la presión que el lobby homosexualista ejerce a nivel mundial a través de diferentes organizaciones para, poco a poco, imponer su tiranía apoyados por la prensa, políticos y personajes de la vida pública.

Los párrocos pero, principalmente los obispos, tendrían que procurar estar muy al tanto de todas estas cuestiones no vaya a ser que sirvan de instrumento para que se imponga a los católicos la Ideología de Género que vendrá, sin lugar a dudas, acompañada de persecución religiosa.

Deberán, además, tener claro que su decisión tendría que privilegiar la salvación del alma de los involucrados como a la vez dejar muy clara su oposición a la presión política que pretendan ejercer sobre la Iglesia con el fin de hacernos pasar por sobre el Derecho Canónico y las enseñanzas de Cristo. 

Por lo anterior es que estos casos demandan astucia y sagacidad. No debemos quedarnos resolviendo únicamente un solo aspecto. Ambos deben ser resueltos de forma contundente para lo que es una exigencia de la fe y de la razón estar informados así como pedir la asesoría pertinente. Ser, además, sumamente escrupulosos en la forma en que respondemos a la prensa. 

Muchos somos del pensar que no será nunca suficiente el cuidado que pongamos en velar porque las enseñanzas de Cristo permanezcan intactas, incluso a costa de la reputación de los católicos ante el mundo. 

El caso es que la decisión fue tomada y el joven ahora es padrino.

El resultado ha producido gran desconcierto en la mayoría de los católicos a quienes, hasta el momento, no se les ha explicado:

  1. Las razones canónicas y doctrinales para haber accedido a la solicitud del joven
  2. Las razones para lo que, en apariencia, fue ceder ante la presión política ejercida por el lobby homosexualista

No nos atrevemos a dudar de las razones del obispo pero requerimos de Su Excelencia conocerlas; ante todo porque sus razones nos servirán para comprender la forma en que hemos de juzgar la realidad de manera cristiana.

Excelencia Reverendísima, Monseñor Ángel Sancasimiro, por caridad, denos a conocer sus razones ya que son vitales para conducirnos como antorchas ante el mundo tal como lo ha sido el padre Sixto Varela cuando, no solo ante el joven por declararse ateo y el lobby homosexualista sino ante la prensa, de primero y con suma contundencia, presentó las razones del Derecho Canónico para, hasta el día de hoy, oponerse a la solicitud del joven. 

En ese sentido, esperamos de usted también esa luz; es más, resulta una exigencia de nuestra conciencia el solicitársela. 

Quedo de usted, fiel y obediente servidora, quien besa su sacerdotal anillo. 

9.02.16

"Conversaciones con mi párroco"(II) quien ha sido nombrado obispo

Ni una semana duró mi serie “Conversaciones con mi párroco” ya que lo han nombrado obispo.

El revés me produce risa pero también alegría debido a que, finalmente, tendré un obispo que ha sido mi párroco, confesor y director espiritual a quien compartiré con toda una diócesis.

Vaya! En verdad, no es poca cosa! 

El sábado 6 de febrero, día que recibimos la noticia,  escribí en mi biografía de Facebook:

Como es mi párroco, hoy me bañé a las 5:30am para después caminar hasta la casa cural con el fin de saludarlo pero, al abrirme la puerta, me dijeron que estaba en Tilarán, su nueva diócesis. Cuando lo vea le contaré que no bien había salido el sol toqué a su puerta. 

Aunque el domingo 7 de enero, día de las elecciones municipales, escribí de nuevo:

Hoy, yendo a caminar con mis perros me encontré con el nuevo Monseñor Manuel Eugenio Salazar, mi párroco, quien salió a ejercer su derecho al voto muy temprano. 

Me llamó a gritos desde el otro lado de la calle. Al principio no lo reconocí porque andaba puesta una gorra pero,  cuando lo conseguí, crucé de un salto la calle para darle un abrazo.

Dentro de la breve conversación le he pedido una cita para entrevistarlo para InfoCatólica pero también que, por amor a Dios, se esfuerce en pedir al Arzobispo que mande a nuestra parroquia a un cura como él.

Dijo que sería lo primero que hablaría con Monseñor ya que sabía que nuestra parroquia ha sido muy sufrida.

Recemos porque pueda hablarle y que el Arzobispo atienda su petición. 

Y, añado, recemos también por quien será nombrado y por nuestra parroquia, para que acojamos la gracia que nos santifique para mayor gloria de Dios.

De tal manera que esta nueva serie que inicié apenas hace unos días podría tomar un giro diferente del que pretendí al iniciarla. Quizá se llamará “Conversaciones con el obispo que fue mi párroco” o, simplemente, la dejaré tal como está ya que, de todos modos, tendré un nuevo párroco o, en su figura, podré dirigirme a todos en general. 

En fin, sirva esta información para dar a conocer el nombramiento del Presbítero Manuel Eugenio Salazar como nuevo obispo de la diócesis de Tilarán-Guanacaste, Costa Rica.

En algún momento, en los siguiente días, lo entrevistaré (o no) y podremos conocerlo como ser humano y pastor de una porción del rebaño del Señor.

1.02.16

Conversaciones con mi párroco (I) "Sin el lujo de un Lutero"

Así es como conversaría con un sacerdote que fuera mi párroco. 

Esta será una nueva serie de entradas al blog con la que espero exponer aquello que a fieles de mi tipo nos interesaría conversar con un sacerdote.

Está dirigida a los sacerdotes y fieles de mi país.

Lunes 01. 02.2016

Me encuentro, padre, con que ayer en misa antes de la comunión en una parroquia vecina, el celebrante dio la instrucción a los fieles que no pueden recibir la comunión sacramental que se acercaran como los demás en procesión pero con los brazos en cruz sobre el pecho para darles la comunión espiritual y la bendición.

Por dicha enfatizó el hecho de que no comulgaran si no podían hacerlo sacramentalmente porque ahí sí que me hubiera tenido que levantar en medio de la asamblea y pegar unos cuantos gritos de loca. Ni lo dude que lo hubiese hecho.

En fin, como comulgué de las primeras al final pude observar que se acercaron muchas personas, particularmente parejas, a recibir la dicha comunión espiritual con bendición.

Me quedé estupefacta ya que todos sabemos que quien no puede comulgar es porque está pecado mortal. O, no es así? 

Quiénes podrían ser esas parejas que tan contentas se acercaron sino divorciados vueltos a casar? No es que, acaso, la doctrina católica no ha cambiado respecto a los divorciados y la comunión?

Lo sé, no ha cambiado. Lo sé porque seguí de cerca el Sínodo, conozco las conclusiones y, además, también la doctrina ya que, al alcance de cualquiera, está en el catecismo y en la Palabra de Dios.

Ahora, me pregunto, qué interpretaría yo de la invitación del sacerdote de ser una esas personas o, como es en la mayoría de los casos, un católico que carece de la formación necesaria?

Interpretaría que la doctrina de la Iglesia ha cambiado por lo que –probablemente- dentro de poco, los divorciados vueltos a casar, podrán recibir la comunión perfectamente, sin recurrir al sacramento de la confesión, es decir, sin reconocimiento del pecado, arrepentimiento o voluntad para cambiar su estado de vida; es decir, interpretaría que el pecado del adulterio pasó de moda por completo.

No es cierto, querido padre, que es la conclusión a la que cualquiera con suficiente desconocimiento llegaría?

Ahora bien, el padre Marko Tarvorati, en un comunicado de diócesis de Helsinki ha dicho recientemente que “en algunos países, principalmente en el norte de Europa, la costumbre es recibir una bendición del sacerdote durante la Misa en el momento de la Comunión. Este signo se hace generalmente colocando la mano derecha sobre el hombro izquierdo. Esta práctica no es muy conocida en otros lugares”. Uno de esos lugares es nuestro país. 

El otro hecho importante que podría haberse mencionado es que la “comunión espiritual" es desear poder comulgar, lo que no es y no puede ser igual que comulgar sacramentalmente en gracia, cosa que la mayoría también desconoce. 

Ahora bien, el sacerdote haría los ajustes que exige el gesto al que invita durante la comunón si yo, una simple mujer católica, le trajera a colación estas enseñanzas? 

Pues no, probablemente, nada cambiará.

Lo único que cambiaría sería que mi conciencia pasaría a estar tranquila por haber realizado un juicio veraz y haberlo mencionado.

Y, por qué nada cambiaría? No cambiaría porque cada día son menos los católicos de mi tipo, es decir, cada día hay menos católicos que, por conocerlas, se adhieren con fidelidad a las enseñanzas de Cristo en su Iglesia; cosa que me preocupa porque quiere decir que cada vez habrá menos parroquias donde podré asistir a misa tranquila sin que a algún consagrado salga con alguna ocurrencia. 

Padre, con sinceridad se lo digo, hemos de empezar a reconocer que hacemos muchas cosas de manera muy extraña o, de lo contrario y dentro de poco, nos veremos como los anglicanos o luteranos y sin siquiera, haber gozado del lujo de tener a nuestro propio Lutero.

22.01.16

Cristo es el santuario

“Tú promulgaste tus mandamientos para que se cumplieran íntegramente”

Salmo 119, 4

Este salmo, en su totalidad, es un canto de reconocimiento de los preceptos divinos, una oración de súplica de la gracia para poder amarlos y cumplirlos celosamente ya que en ellos se encuentra todo el deleite y la felicidad de la que nos es posible gozar durante nuestra peregrinación por esta vida.

El todo el Antiguo Testamento se ve cómo la gracia ha inspirado a los hombres a buscar, amar y conservar las normas divinas para mayor gloria de Dios y su santificación. 

Los católicos, como los protestantes, encontramos dichas normas en la Sagrada Escritura pero, a diferencia de ellos, también en las enseñanzas de los sucesores de los apóstoles y en el Magisterio de la Iglesia el cual es el producto de razonar lo anterior habiéndolo articulado con una variedad de criterios tomados de la historia y la tradición; es decir, las enseñanzas de Cristo al día de hoy se han ampliado y profundizado gracias a que el Espíritu Santo ha derramado su gracia sobre quienes, por su fidelidad a la Palabra de Dios, tienen autoridad para enseñar sus preceptos.

Así es cómo un párroco nos enseña, por ejemplo, desde algo tan simple como las razones para guardar silencio antes de empezar la misa, hasta algo más elaborado como sería las razones por las que la Liturgia conserva normas cuyo contenido se adentra en la Palabra de Dios razonada desde la Tradición y el Magisterio.

Con lo anterior pretendo resaltar de la Liturgia la importancia de la adhesión que hemos de dar, por ejemplo, a las rúbricas ya que son un aspecto visible de Cristo actuando como cimiento de su Iglesia.

Es la adhesión a la que nos mueve la gracia en el n. 10 de Sacrosanctum concilium cuando señala que “la Liturgia es la cumbre a la cual tiende la actividad de la Iglesia y al mismo tiempo la fuente de donde mana toda su fuerza” debido a que “de la Liturgia mana hacia nosotros la gracia como de su fuente y se obtiene con la máxima eficacia aquella santificación de los hombres en Cristo y aquella glorificación de Dios, a la cual las demás obras de la Iglesia tienden como a su fin”

Observen que tan solo un párrafo de dicha Constitución expone el sentido de las normas establecidas desde el Antiguo Testamento por las que Zacarías bendijo al Señor “por haber visitado y redimido a su pueblo suscitando una fuerza de salvación en la casa de David su siervo” con lo que se cumplía la promesa entregada desde antiguo por boca de los profetas.

Salvación que nos liberara de los enemigos y de quienes nos odian y concedida para que, liberados de temor, “arrancados de la mano de nuestros enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días”

Zacarías fue uno de los últimos sacerdotes del Antiguo Testamento a quien le resultó difícil fiarse de la promesa, sin embargo, recibió la gracia de la obediencia a semejanza de su hijo Juan (el Bautista) quien, a costa de su vida, defendió la norma establecida respecto al adulterio. 

Recalco el “a costa de su vida” porque así es como se defiende la Verdad pero también el Bien y la Belleza.

Se defienden de manera opuesta a lo que esperaba Herodes, o sea, de lo que espera el mundo.

Se defienden yendo en sentido contrario a la complacencia, a la condescendencia, a lo políticamente correcto, a las siempre tan ambiguas “razones pastorales”.

Por siglos la sacralidad del santuario hecho de piedra se defendió a pesar de grave daño para si mismo y, aunque en nuestro tiempo la puerta del santuario está abierta, no por ello, quienes penetran, lo que contiene o lo que allí se dice o hace, deja de ser sagrado. 

Ya lo dijo Sacrosanctum concilium que “para realizar obra tan grande, Cristo está siempre presente en su Iglesia, sobre todo en la acción litúrgica (n.7) 

En nuestros días el santuario tal como lo conocieron los antiguos ha desaparecido. 

Ahora Cristo es el santuario en el que penetramos en toda acción litúrgica.

El Santuario dentro del cual, por gracia, somos transformados en ofrenda al Padre por manos del santo sacerdote actuando en la persona de Cristo.

En estos días, cuando se conoce acerca de los niveles estratosféricos que ha alcanzado el incumplimiento de las normas litúrgicas, no se puede menos que reconocer la urgencia de suplicar piedad para quienes ostentan autoridad ya que, de seguir cambiando unas normas (que nunca se pretendió cumplir) para legitimar su incumplimiento, no se vislumbra en el panorama eclesial otra cosa que un resto fiel que habrá conservado con amoroso cuidado y diligencia los santos despojos de Cristo.

Acaso puede vislumbrarse otra cosa? 

Pues no, aunque, ánimo! 

Ya nos enteraremos del propósito que persigue el Señor con todo esto. 

1.01.16

Esto es a lo que llamo ¡tener Esperanza!

En innumerables ocasiones llamó el Señor apóstata a Israel por medio de los profetas.

El Señor me dijo: La apóstata Israel se ha mostrado más justa que la traidora Judá. Ve entonces a gritar estas palabras hacia el Norte: ¡Vuelve, apóstata Israel–oráculo del Señor– y no te mostraré un rostro severo, porque yo soy misericordioso –oráculo del Señor– y no guardo rencor para siempre. Pero reconoce tu culpa, porque te has rebelado contra el Señor, tu Dios, y has prodigado tus favores a los extranjeros, bajo todo árbol frondoso: ¡ustedes no han escuchado mi voz! –oráculo del Señor–. Jr. 3, 11-13

Entre lo dicho por Jeremías  y lo que regularmente leo en el fondo de muchos autores que publican en Infocatólica, yo –que soy más rústica que un felpudo de chapas- no noto diferencia.

Lo cierto es que ninguno de ellos se ha de considerar profeta y que, estrictamente, tampoco lo sea; sin embargo, desde mi punto de vista, encuentro cierto que la gracia los inspira, al igual que a los profetas, para anunciar, advertir y exhortar a la conversión al Pueblo de Dios.

Lo han de hacer debido a que, actualmente, tal como en el Antiguo Testamento, encuentran que muchos católicos se rehúsan a atender la gracia que les haría considerar dos hechos de vital importancia:

a. Dios castiga y, b. todo es gracia.

Si Dios castigó a Israel y, aunque nos resulte brutal el hecho del castigo divino, fue porque Israel apostató una y otra vez por lo que, cada vez, debió pagar las consecuencias.

Podría volver a suceder en nuestro tiempo un acto de castigo divino? Sin ser ningún experto, más bien alguien muy simple e ignorante, me parece que existen grandes probabilidades de que suceda. 

Ahora bien, lo interesante no es solo el hecho de que Dios castiga debido a que necesitamos conversión y, ¡vaya que la necesitamos!; lo interesante es sobre todo el hecho de que, antes, durante y después del reconocimiento de la culpa, ha existido la gracia.

Así es, no hace falta ser un avezado en Sagrada Escritura para darse cuenta que la gracia movió tanto a los profetas a lo suyo como, por ejemplo, a David al arrepentimiento, a la confesión de su culpa y a la enmienda.

La gracia se adelantó a los profetas, se le adelantó a David y también se adelanta cada uno de nosotros para inspirar lo conveniente; en un segundo momento nos mueve a elegirlo para, en un tercer momento, demostrarnos ser fiel compañía en el camino correcto.

Al final, tras todo castigo divino lo crucial es entender que la gracia ha existido siempre con el propósito de auxiliarnos. Hecho que fortalece la Fe, nos mueve a fidelidad y nos colma de Esperanza para, finalmente, hacer de nosotros testigos. 

Ahora bien, este es un punto que quería traer a colación: a ninguno de ustedes se le ocurriría llamar “fariseos” o “desesperados” a los profetas, cierto?; el caso es que no encuentro razón para llamar de la misma forma a ciertos autores de este portal cuando la historia demuestra que la gracia mueve a quienes elige para determinadas tareas.

Es la razón por la que tendríamos que seguir sus anuncios, exhortaciones y advertencias ya que, podríamos estar en medio de uno de esos períodos de la historia en que Dios castiga y, no darnos cuenta por preferir “andar como en las nubes".  

Por andar como en las nubes fue que Nabucodonosor pudo llevar a Babilonia a quienes –ante el anuncio de los profetas- no realizaron un juicio veraz sobre la realidad; muy probablemente debido a que su trabajo intelectual, apostolado, convicciones personales, diversos proyectos comunitarios e iniciativas de todo tipo los mantenían enajenados.

Cuarenta años debieron transcurrir para caer en la cuenta de su torpe elección.

Aunque, ¡Dios sea bendito!, para aquellos y para nosotros, existe la gracia.

Esto es a lo que llamo tener Esperanza.

La que, por ser don divino, es realista.  

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SALUDO DE NUEVO AÑO

Por cierto, una amigo me saludó de Año Nuevo deseándome grandes alegrías para el 2016.

No se si es porque las necesito que me pareció lindísimo el saludo por lo que he decidido compartirlo con ustedes. 


¡Les deseo Grandes Alegrías para el 2016!