Hoy en la ferretería
“La gracia auxilia para comprender la esclavitud al pecado y, finalmente, liberarnos”.
Hoy en la ferretería, platicando con algunos vecinos sobre la difunta Florcita Solano, persona muy querida quien falleciera apenas días después del querido Isidro, caíamos en la cuenta de cuán fácil es hablar mal del prójimo y qué difícil no hacerlo. Pero, es natural, lo nuestro es el pecado y todo lo bueno, es gracia de Dios.
Quiere decir que Dios no se equivoca, todo lo bueno es gracia y lo malo, cosa nuestra.
Lo decía con frecuencia Stewart Long (Father Stu), un boxeador que llegó a ser sacerdote y de quien se ha hecho recientemente una película muy agradable, ya que explica muy bien que todo lo podemos por gracia de Dios y que, por eso, cuando se trata de transformar al ser humano, para Dios nada hay imposible.
De hecho, yo veo entre la gente simple de mi pueblo tanta fe, esperanza y caridad que me parece imposible nada para Dios y para la Iglesia, que es Cristo.
De hecho, hasta sonrío ya que ni siquiera haber tenido muchísimos párrocos de variada teología, ha socavado su fe.
Dios me permite ver de forma muy cercana que nada le es imposible.
Y veo también tantos jóvenes seminaristas que entienden grandísimo daño que la apostasía le ha hecho a la Iglesia y que van creciendo en sabiduría y llegan a ser ordenados pese a los muchísimos desafíos que Dios les presenta en el camino.
Vengo pidiendo a Dios por muchos santos sacerdotes y, me parece que en estos seminaristas está la esperanza, en su amor por Jesús y su deseo de santidad.
Además, veo a tanta gente devota de María santísima, consagrada a su sacratísimo corazón que por eso también tengo confianza en el poder de Dios.
No sé si el Señor nos está preparando para el final de los tiempos pero si fuera así, me parece que lo está haciendo muy bien. Igual lo hace bien de cualquier manera.
Y, si fuera el final de los tiempos, como si no, todo es parte de un proceso que por fe sabemos tendrá un buen fin.
Por eso, si fuera que -como dijo Benedicto- llegáramos a ser un “resto”, estaría bien; de hecho, me parece que son pocos los consagrados y fieles significativamente libres.
Digo “significativamente” libres ya que, en razón del pecado, nadie es libre al 100%; libre es María Santísima, por ejemplo, pero ya sabemos que solo colmados de gracia podríamos serlo; por tanto, así como esclavos del pecado somos, quienes fueran “significativamente libres” serían personas cuya soberbia ha quedado en el tamiz del dolor y la humillación.
La Iglesia católica que pudiera estar preparando el Señor estaría formada por “un resto” de personas humildes en grado poco conocido y que, por humildes, desearan mucha santidad con la que el Señor los colmara.
En aquel tiempo fue algo raro de ver pero -dos mil años después- podemos decir que, siendo como sucedió, no fue rara la gracia que en los Doce transformó la historia humana; por lo mismo, por qué lo seria en nuestro tiempo?
Acaso hay algo imposible para Dios?
2 comentarios
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Muy bien dicho, Vladimir.
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