La gracia, como el agua, todo lo sostiene
Las personas realizan pequeños gestos que, sin ellas saberlo, te cambian la vida.
A mí me la cambió el profesor que explicó al grupo la razón por la que tuve la calificación más alta. Nunca antes nadie me había hecho saber públicamente que consideraba valioso mi esfuerzo.
Otro que me la cambió fue un neo-sacerdote a quien tenía muchísimos años de no ver y el día de su ordenación, al saludarlo, recordaba mi nombre. Desde ese día valoré conocer el nombre de las personas.
Benedicto XVI también cambió mi vida por cuanto dijo e hizo con tanto significado.
De las primeras cosas suyas que recuerdo es una frase que me hizo llegar el profesor de teología un día al final de clase cuando nos repartió una estampida que decía “No somos el producto casual y sin sentido de la evolución. Cada uno de nosotros es el fruto de un pensamiento de Dios. Cada uno es querido. Cada uno es amado. Cada uno es necesario”
La cita fue extraída de un mensaje que diera el papa a los participantes del “Atrio de los gentiles”, una iniciativa suya, que se desarrollaría en Portugal en el año 2012.
El foro fue pensado para reunir a creyentes y no creyentes en diálogo sobre temas fundamentales y que, por largo tiempo estuvo a cargo del Cardenal Ravasi dando frutos -sin embargo- para aquél año el papa quiso ofrecer un poco de aire fresco a la conversación y, en ese tono, fue que redactó su intervención que vale la pena leer.
Allí dijo que el mundo de hoy es “casi como los edificios de cemento armado sin ventanas”; lo que me hizo recordar el Museo de la Nación en Lima y también, lamentablemente, el nuevo edificio de la Asamblea Legislativa en mi país, Costa Rica.
En Perú el edificio fue construido para que los altos mandos del ejército estuvieran a salvo y más tarde fue dedicado al arte (según me explicaron) pero, en un país sin ejército como el mío, para qué querría el segundo poder de la República “encerrarse” cuando estar en contacto con el exterior sería lo razonable? Pero, bien, eso fue lo que hicieron: un edificio sin ventanas.
Últimamente, se ve cada vez mayor cantidad de personas que prefieren aislarse; la pandemia lo hizo evidente y lo recrudeció. De tal modo que, si ya veníamos siendo “raros”, a largo plazo, lo seremos todavía más.
Evitarán el delirio de hallar agradable el aislamiento aquellos que hayan podido rechazar ser comandados por la tecnología y los propios temores. Quienes hayan conservado su libertad en contacto con otras personas, con el aire libre, el arte, la música, la cultura, la agricultura y todo lo que nos había venido haciendo humanos desde que suponemos haberlo empezado a ser.
Por supuesto, muchos serán creyentes y, todavía mejor, católicos de “hueso colorado”, me aventuro a asegurar ya que habrán recibido la gracia de comprender de modo diferente y vivir confiadamente de manera singular, tal como coincide con quien se sabe amado, querido y necesario. Para ellos no habrá hecho falta más que saber de qué manera ama Dios sus propios pensamientos; tal como a María. Qué belleza de pensamiento es la persona de la Madre de Dios!
Si somos “fruto del pensamiento de Dios”, parece lógico afirmar que “somos pensamiento de Dios hecho materia”; pensamiento materializado (*) que posee alma o espíritu a semejanza de su Creador debido al que su pensamiento y el nuestro, por gracia, se comunican.
Pregunta san Cirilo de Jerusalén : “¿Por qué motivo [Dios] se sirvió del término agua, para denominar la gracia del Espíritu?” y responde: “Pues, porque el agua lo sostiene todo”
De ahí es que concluyo que el corazón de la Madre es el mayor yacimiento que gracia que cualquier criatura podría jamás poseer y que por esa razón, una vez en su corazón, partir se hace imposible. Y es de ahí, también, que sea tan sencillo hallar en el suyo al Corazón de Jesús y de paso, a mismísimo san José para, finalmente, hallarse como en familia. Todo es acción de la gracia cuyo yacimiento infinito es el corazón de María.
De ese modo, la gracia todo lo sostiene y a la manera del agua y, para que sea de mayor provecho, lo mejor es que sea encausada, por lo que el espíritu humano o alma, viene a ser ese cauce para el agua que da Dios y que san Cirilo describe como “una nueva clase de agua que corre y salta; pero que salta en los que son dignos de ella”.
Tal me parece que de toda la creación, su mejor parte, es el alma en las criaturas.
Por esa acción de la gracia es como “el pensamiento de Dios” que es cada uno de nosotros, cobra vida. Vida verdadera que habíamos perdido pero recuperamos por el sacrificio redentor de Cristo.
De ahí es que ahora vivimos en Cristo para Dios sostenidos por el agua que es la gracia del Santo Espíritu.
Amen
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(*) “Pensamiento materializado”
Quisiera aclarar a qué me refiero cuando utilizo ese término.
Me gusta la idea de concebirme como pensamiento de Dios materializado ya que se me facilita poner mi alma en sintonía con la suya, sobre todo en momentos que la realidad no es lo que esperaba o me hace sufrir. No encuentro que exista nada mejor para mi que, por ejemplo, sentir dolor y saberme amada, querida y necesaria debido a que mi vida, pensada por Dios y por gracia, circula por su mente como uno de sus pensamientos. Al final, seré la criatura que Dios pensó de mi al crearme.
3 comentarios
Nos ama como somos ahora, pero nos lleva hacia la meta que ha pensado para nosotros.
Dios me ama como soy, pero no me deja como estoy.
"Sagrados Corazones de Jesús, María y José,
que bajo vuestro amparo, mi vida siempre esté"
La materia, al ser divisible por compleja, sí podía dar de sí una parte en la que Dios pudiera asumir un cuerpo.
La previsión de la Encarnación de Nuestro Señor, llamó a "ser" a la Materia.
Sagrado Corazón, en vos confío.
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