La única vida que merece ser vivida
Jesús y María vivieron alegres por ser sus existencias el cumplimiento de la voluntad del Padre.
La alegría es fruto de la plenitud de la gracia.
Por gracia es que compartimos su alegría.
La alegría es el fondo común entre Madre e Hijo y, entre ellos y nosotros.
Alegría que es regocijo del Padre por saberse amado.
De ahí se ve cuán diferente es la alegría de aquél entusiasmo pasajero fruto de nuestros sentimientos.
La alegría no es incompatible con la nostalgia de Dios.
Nostalgia que es un sentimiento de pena por vernos todavía privados de la plenitud de Dios.
Jesús y María poseyeron nostalgia de Dios por haber estado sujetos al tiempo y al espacio.
Ya que la nostalgia es un sentimiento auténticamente humano; así como la alegría, un don divino.
Nostalgia y alegría conviven de forma misteriosa.
La nostalgia, como expresión de nuestra limitación y, la alegría, como fruto del don ilimitado.
Por eso la alegría es capaz de ordenar los sentimientos.
Ordenándolos los transforma en aliados.
Así es como, al igual que Jesús y María, contribuimos con la gracia en el cumplimiento de la voluntad del Padre.
Quien se alegrará al saberse amado.
Así es como Le damos gloria
Gloria que redunda en nuestra santificación.
Por eso me atrevo a afirmar que la vida de la gracia es la única vida que merece ser vivida.
4 comentarios
Saludos y bendiciones
No he visto otra igual después de más de treinta y cinco años de lectura apasionada de libros de filosofía y, últimamente, de teología.
: )
Dejar un comentario