Una vez cese el debate sobre los divorciados que piden la comunión...
Una vez cese el debate sobre los divorciados que piden la comunión, de seguido, habrá que pasar a ocuparse de esas almas si fuera que, hasta el momento, nadie se hubiera ocupado de ellas.
Lo que recomendaría a los párrocos es mayor tiempo durante la semana para confesar, dirección espiritual y misa diaria.
Si existiera en la parroquia un grupo de laicos magníficamente formados en el tema de la familia, ponerlos de inmediato a trabajar en actividades en las que los divorciados reciban formación teológico-doctrinal para que consigan incorporarse a la vida eclesial con bases firmes.
Que estos mismos laicos, así como el sacerdote, dispongan de tiempo de calidad para ellos fuera del que les ofrecen para su formación el que podrían ocupar en conformar grupos de oración, de crecimiento espiritual o de apoyo psicológico, por ejemplo.
En fin, ponerse a trabajar en la forma en que se les demostrará que son amados para que se sientan seguros ante la presencia de Dios y de sus hermanos.
Ahora que lo pienso, esto mismo habría que hacer con las personas homosexuales y otros alejados ya que me digo que no es posible que, tras el Concilio Vaticano II, con la potencia con la que se disparó toda esta cuestión de “lo pastoral”, que no exista todavía en cada parroquia una persona, fuera del sacerdote y de su secretaria, con la cual poner en contacto a los divorciados, personas homosexuales y otros alejados que se acercan en busca de respuestas.
No existe o es que, quizá, ¿será que es la función del sacerdote? Pues, ¡a lo mejor!
Es lo que digo, el debate deberá cesar en algún momento por lo que espero que, de seguido, nos dispongamos a ofrecer un trato de amistad entrañable a estas personas.
En la hora presente, la atención pastoral a los divorciados, personas homosexuales y otros alejados está ejerciendo presión para que los sacerdotes empiecen a delegar en los laicos muchas funciones administrativas para poder ocuparse de atender las almas.
Bendita la hora presente que ejerce dicha presión.
34 comentarios
Pero, dándole un resquicio a la esperanza, en mi parroquia una vez sugirieron algo así, en atención a las personas homosexuales. Y la respuesta fue "¿Ah sí? Bueno, háganlo ustedes".
Lamentablemente, como están las cosas de tensas hoy día entre las facciones, los únicos que podrían dedicarse a la cura de almas son los mismos enfermos. "Ciegos guiando otros ciegos", porque nadie en su sano juicio va a levantar una bandera a favor de un grupo discriminado, a menos que quiera ser señalado como parte de ese grupo. Sólo imagínese, en su país, un sacerdote joven y bien parecido iniciando una pastoral a favor de los homosexuales. ¿Qué dirían de él? Bueno, imaginemos que es todo lo contrario, un anciano decrépito y poco atractivo, reuniendo grupos de jóvenes con tendencias homosexuales... ¿cree que lo dejarían siquiera volver a decir Misa?
Aún así, tengo esperanza. Conozco bastante a la nueva generación y son significativamente menos tontos que nosotros. Quizás en diez o veinte años...
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DavidQ, no creo que haya que temer ya que lo que el párroco indique se debe hacer es lo que se hará. No es que un laico por aquí y otro por allá tomarán esas iniciativas. No. Las toma el párroco y el convoca a quienes quieren y pueden. El párroco tiene la última palabra por lo que habrá que fiarse de la gracia para estas cuestiones. Ser positivo también ayudará a superar el momento presente. Animo!
Si, aquí en este medio se ve claramente: unos son unos adúlteros y fornicadores y los otros, unos invertidos y pervertidos.
Lo primero lo conozco por experiencias familiares y lo segundo por experiencia en primera persona.
La primera dificultad consiste en explicar por qué "ofende" o "decepciona" a Dios o se aparta de la voluntad de Dios una conducta aceptada socialmente (divorcio) o cada vez más aceptada socialmente (práctica homosexual)
El que vive cómodo en una relación de pareja aceptada socialmente se rebota de forma automática si pretendes decirle que vive "en pecado"
Yo diría que me parece importante ser capaz de transmitir mucho "cariño" y "amor" a la persona que está en pecado mientras tratas de explicarle, razonadamente, por qué Dios espera de él otra conducta.
Quizás diría esto porque yo mismo he sido hiper-sensible con cualquiera que hablara de homosexualidad.
Reconozco que quizás este planteamiento no es correcto. Nunca se me ocurriría decir que hay que transmitir "cariño" y "amor" a un político corrupto, a un pederasta, a un narcotraficante, etc., etc..
Quizás en el fondo, en el fondo, no he terminado de asumir que el divorciado que vive una nueva relación de pareja y el homosexual que no vive en castidad ofenden a Dios, o le decepcionan, o se apartan de su voluntad como sí lo tengo claro del corrupto, del pederasta o del narco.
Pero sí, creo que la pastoral ha de conseguir que el divorciado o el homosexual no casto reciban la doctrina sintiéndose queridos, y no es fácil.
Finalmente, quizás queremos hacer frente a estos temas nosotros solos, con argumentos, olvidándonos de la Gracia. He tratado de aproximarme a alguna persona de mi familia con el tema del divorcio y, dada la mentalidad dominante, pierdes cualquier "debate". No digamos ya si hablas sobre anticonceptivos. En el contexto sociológico que vivimos, si Dios no envía su Gracia, no hay nada que hacer.
Si yo he regresado a la Iglesia no ha sido por ninguna exposición más o menos inteligente o pastoralmente acertada de nadie, no ha sido porque un autor católico diera un argumento sobre homosexualidad que nadie antes hubiera usado y me convenciera... sino porque Dios quiso rescatarme "sí o sí" un día que estaba solo en casa.
Ah, lo último: Todo lo que sea crear expectativas de cambiar la doctrina solo contribuye a convencer más aún a quien esté alejado de la Iglesia de que él está en lo cierto y que la Iglesia está equivocada y al final rectificará. Pastoralmente, un error.
Saludos.
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Iker, te doy un "volado" para cuando discutas con parientes o conocidos sobre temas relacionados a la defensa de la vida humana: ofréceles argumentos científicos, de las ciencias sociales, del derecho y de las ciencias políticas. Muchos necesitan reaprender a razonar porque todas esas cuestiones las juzgan con lo sentimientos.
Por otro lado, tus comentarios siempre nos sirve de testimonio y nos permiten reflexionar. Te doy gracias por tan generosa disposición.
Y ya quisieran muchos fieles fidelísimos, fieles a más no poder, fieles como nadie, fieles a tope, fieles de pata negra, fieles-rata de sacristía, fieles meapilas, fieles de misa diaria, rosario cada tarde y adoración perpetua perpetuísima ser tan cercanos a la Iglesia como muchos homosexuales lo son. Ya quisieran todos esos poder comulgar con tanta frecuencia como muchos homosexuales pueden. A ver si los alejados, puestos a medir y comparar cercanías, no van a ser " los homosexuales" in genere sino tanto meapilas como presume de santo por estos blogs.
En cuanto a los divorciados vueltos a casar, ahí sí que no hay prejuicio alguno: si son ellos mismos los que exhiben su adulterio, no hay PRE-juicio, sino su propia palabra de estar en situación objetiva de adulterio.
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Tienes razón, Yolanda. Gracias por la corrección. Procuraré estar atenta a esos detalles ya que no describen lo que verdaderamente pienso de no ser porque la impulsividad al escribir me traiciona.
Por otro lado, si me lo permites, piensa bien de Juvenal y de mi. Nos agradaría muchísimo un ambiente de fraternidad en este blog.
Lo que dicen es cierto, pero también es cierto que si hay al menos una "católica catoliquísima" diciendo "sería bueno que esto pasara", hay esperanza. Si hay una, quizás haya dos. Y si hay dos o más reunidos en Su nombre, Él está en medio de ellos. Entre esos Tres podrían cambiar el mundo, por más cierto ciertísimo de toda certeza que sea lo que dicen Yolanda y Juvenal.
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:) Saludos,
Las suyas sabe que las tengo en alta estima, con permiso de la señora Maricruz.
Lo que tiene que acabar es la época del eufemismo, de la martingala ésa de decir "se respeta al pecador pero no al pecado" para encubrir es desprecio y el asco que se siente en realidad por esas personas. De ese modo, las personas que estén en esa situación (muchísimas) sabrán a qué atenerse y no se quedarán en un lugar en el cual las desprecian, exponiéndose a mucho sufrimiento y a enfermedades como la depresión, la fobia social o la ansiedad.
Como para seguir a Jesús no hace falta Iglesia alguna, esas personas seguro estarán más felices por libre que en un lugar donde ni las quieren ni las respetan.
Porque querer a una persona es ACEPTARLA tal y como es. Y si se le transmite a alguien que Dios no te quiere habiéndote creado así o habiéndote puesto en una circunstancia determinada (ya saben, el rollo de la predestinación, la gracia y demás verborrea barata), ¿Quién puede sorprenderse de que el número de indiferentes vaya en aumento?
Un tema, sin duda, para reflexionar en los sectores más ultras de la Iglesia.
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Cristiano indignado,
En lo que concuerdo con usted es en que si un católico observa que tiene asco por una persona, sea homosexual o no, debe ir hasta el fondo de la cuestión, pedir la gracia y de ser necesario, buscar ayuda profesional.
Lo mismo le diría a cualquier cristiano que sienta aversión por cualquier otra cosa.
- verborrea
- imprecisión confusa
- "bombas de tiempo"
Yo creo que el Sí odo es necesario en cierto sentido:
Porque la Iglesia es el último baluarte de la familia.
Sin embargo creo que sería mejor que no se celebrase por sus frutos esperables arriba expuestos.
Plegarse a la doctrina tradicional, en una bula de 4-5 páginas es más rápido, más barato y más eficaz.
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Tulkas,
Si, es probable, pero la pregunta sigue abierta: te vas a poner seriamente a ofrecer un trato de amistad entrañable a esas personas?
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Es que yo no estoy segura de que lo que esas personas quieran sea "un trato de amistad entrañable". Yo misma, sin padecer un problema como ese, bajo ningún concepto busco en la Iglesia, ni deseo, "un trato de amistad entrañable". Sencillamente, el número de parejas irregulares de las que Kasper se erige en portavoz, quiere que se se considere que su situación es regular, normal, que se les bendiga su adulterio y poder comulgar con el aplauso de la Iglesia y que se les deje en paz.
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Yolanda,
Es cierto, eso es lo que pretenden pero el punto de esta entrada no es lo que el prójimo pretende sino lo que cada uno pretende cuando no se está dispuesto a ofrecer un trato entrañable a los divorciados, homosexuales y alejados.
No obstante, de ninguna manera se debe comparar el adulterio y las prácticas homosexuales. Nadie elige ser homosexual; pero sí se elige ser adúltero manifiesto, público, pertinaz y exhibicionista de su adulterio.
Querer a una persona es aceptarla tal como es, pero no hay por qué aceptar sus pecados (los de nadie). Yo puedo aceptar a un amigo alcohólico tal como es (es decir, frágil, enfermo, débil) y precisamente por ello intentaré que deje de beber, que se rehabilite, que escoja otra forma de vida y se ponga manos a la obra para salir del consumo.
Aceptaré a un apersona homosexual. Pero no aceptaré sus caídas, como no debo aceptar las de nadie. Aceptaré a toda persona frágil, débil, pecadora, como espero ser aceptada yo; eso de cualquiera, pero no tengo que aceptar sus pecados, ni aplaudírselos (tampoco me los deben aceptar y aplaudir a mí).
Si una persona cae en cualquier conducta (sea materia de 6º mandamiento o de cualquier otro), se acepta su debilidad y su arrepentimiento. Si una pareja adúltera viene a la Iglesia a que se le aplauda su adulterio... pues no.
Tampoco, ¡por supuesto!, se les abre la puerta para insultarles y despreciarles, sino para ofrecerles una posibilidad de conversión,si la aceptan, y que a veces es lenta. pero si lo que quieren es lo que propone Kasper, pues no. Hay otras iglesias que loe aplaudirán.
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Yolanda,
El caso es que salta la vista en conversaciones con católicos el que, ya sea aceptar o respetar, se nos está haciendo sumamente difícil no solo cuando se trata de divorciados, homosexuales y alejados sino entre nosotros mismos.
Me aplastó el otro día este proverbio chino que cita Jutta Burgraff en uno de sus artículos: "la sabiduría comienza perdonándole al prójimo el ser diferente."
Hemos de empezar por perdonar a todos no solo para, por gracia, alcanzar sabiduría sino para, también por gracia, empezar a crear un mundo donde los cristianos verdaderamente seamos luz y no la braza que hace que todos salgan huyendo de nuestro lado.
En ese sentido Jutta continua diciendo: "en lo relativo a los demás, el primer deber consiste en respetar las decisiones que ellos toman acerca de su vida [ ] Sólo cuando uno trata de comprender al otro, se puede crear un clima de confianza [ ] se puede preparar un acercamiento mutuo. La delicadeza se refleja, no en último lugar, en el vocabulario. Lleva a eliminar palabras, juicios y actos que no sean conformes, según justicia y verdad, a la condición de los demás, y que, por tanto, pueden hacer más difíciles las mutuas relaciones con ellos"
Como te digo, empezar por perdonar que sean diferentes pero también aceptar y respetar las decisiones que toman para su vida todo lo cual se demuestra, en primer lugar, en la delicadeza de nuestro vocabulario .
No nos vendría mal a ti, a mi y a todos, aprender de personas como Jutta que nos adelantan por miles de kilómetros en el camino al cielo.
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Tulkas,
De los que tuve en el pasado me quedan solo dos. Uno me ama entrañablemente y hasta me admira por lo que soy y digo (lo que no hacen muchos católicos ni familiares, jeje) y el otro, apenas me tolera pero no se atreve a dejar mi amistad y digo que debe ser por algo. Solo dos me quedan pero así está bien. Estoy abierta a hacer nuevos amigos homosexuales en cuando se presente la oportunidad.
Basta atender a la Epístola de hoy ( de la Verdadera Misa, no la otra) para tener una clara norma de conducta en todo: "Ergo, dum tempum habemus, operemur bonum ad omnes, maxime autem ad domesticos fidei".
La cuestión no es si el Sínodo va a cerrar el debate o no, sino si el Sínodo va a hacer un bien objetivo (maxime autem ad domesticos fidei) y eso es lo que yo dudo, por la propia naturaleza de sus previsibles resultados.
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Si, comprendo, Tulkas pero no importa, el bien que está provocando el debate y el eventual Sínodo es el que vemos ahora, aquí, entre tu y yo, Yolanda, Iker y los demás. Es ahora el bien que está arrojando.
Vivo en un país muy racista. En mi generación, las relaciones interraciales no solo se consideraban incorrectas, sino totalmente inexistentes. Sólo el hecho de hablarle a "un indio" era anatema, no digamos tenerle por amigo, vecino o pareja sentimental.
Entre los jóvenes -hablo de menores de 20 años- ese racismo ya casi no existe. Los grupos de amigos que se ven reunidos en los lugares públicos emulan aquéllos anuncios de Benetton de los 90s, con chicos y chicas de todos los tamaños, formas y colores. Para ellos aquéllos anuncios no tendrían nada de controversial.
Pero al asunto va más allá. Con la crisis económica y el crecimiento de la pobreza, las diferencias sociales también están desapareciendo. Ya no es más el licenciado que el carpintero, gana respeto el panadero a la par del abogado, el cocinero al lado del administrador.
Y sigue: con el acceso y movilidad de la Internet, un jovencito de 8 años puede jugar y "chatear" libremente con una anciana de 90, en un ambiente donde nadie juzga si el otro es blanco o negro, judío o cristiano, argentino o mexicano.
¿A qué viene esto? A que en la nueva generación el divorcio y la homosexualidad ya no son lo que fueron. Son quizás, una más de las penas que se viven cotidianamente. "Los papás de Alejandro se separaron" ya no se dice con llamas en los ojos ni entre susurros chismosos. Ya sólo se pregunta "¿vas a seguir en la escuela?".
Llegará el día, aunque yo no lo vea, que al divorciado y al homosexual se le recibirá con la misma naturalidad que al mentiroso, al "bully", al alcohólico y al cleptómano. Quizás entonces alguien pueda inventar un sistema de doce pasos para salir el adulterio o una red de apoyo emocional para personas que sienten atracción por su mismo sexo.
No pasará en mi generación, de eso estoy casi seguro. Pero curiosamente, no hay nada en el Catecismo que impida que pase.
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De alguna forma, DavidQ, estamos dejando de ser -como cuerpo- la Iglesia y las personas vinculadas con una institución poco misericordiosa debido a su anterior vínculo con el poder. Ahora no somos la gran cosa a nivel económico ni tampoco a nivel moral ya que hemos sido cuestionados hasta la médula de nuestros huesos. La humildad que brote de ahí por gracia es fundamental que la ejercitemos en el sentido de perdonar al mundo entero por ser como es y así aceptar y respetar las diferencias. Cosa que no hacíamos por estar tan engallados debido al vínculo con el poder estatal y el estatus que a nivel mundial nos proporcionaba.
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A qué se refiere, Horacio Castro?. Hace usted un afirmación que me parece injusta.
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Bien, Horacio, le diré que, para empezar, no me quedó claro su primer comentario. Por eso no lo respondí de tal forma que tampoco puedo saber si estoy o no de acuerdo.
Sí, llegará el día que demos gracias por los escándalos dentro de la Iglesia. Reconocernos pecadores (pero de verdad, no para presumir dándonos golpes de pecho en público) nos hará más receptivos hacia otros pecadores, entendiéndolos como eso: personas igual que nosotros, que no pretenden minar las bases de nuestra Iglesia sino apoyarse en ella para salir a flote.
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DavidQ,
Hemos de ser cuidadosos cuando hablamos de ser receptivos hacia los pecadores. Hemos de serlo pero no sin antes tener muy clara nuestra identidad de católicos y lo que le da sustento.
Esta entrada solo planteaba la necesidad de cambiar, con la ayuda de Dios, nuestro corazón endurecido.
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Miguel, pero sabe usted que existen parroquias en las que forman grupos de personas en su situación? Creo que debería aproximarse y preguntar. No se mantenga lejos de personas que lo están esperando.
Maricruz: Sin duda hay que tener claro lo que uno es antes de aceptar a otro, pero hay que hacerlo sin miedo. Desde que la Santísima Virgen subió al cielo, no queda ni uno sobre la tierra que pueda llamarse a sí mismo "perfecto cristiano", así que debemos aceptar que con nuestros defectos, pocos o muchos, somos capaces de formar una Iglesia santa.
Por supuesto que debemos aspirar a la perfección, pero parte de la perfección es seguir caminando, a pesar de los tropezones. El exceso de cuidado ha creado una Iglesia estática, que no se atreve a abrazar al pecador por temor al "qué dirán", olvidándose que tras cada divorcio hay dos o más tragedias que necesitan alivio. "Prefiero una Iglesia accidentada por salir que enferma por encerrarse".
Nuestra generación no se atreve a salir, porque le han enseñado a tener miedo de todo lo que hay allá afuera. Y eso estaba muy bien, antes, cuando se podía preservar la virtud de la niña encerrándola en un convento. Pero esos tiempos ya pasaron. Hoy ya no podemos evitar que haya divorciados y homosexuales, defraudadores fiscales y políticos mentirosos dentro y fuera del templo. ¿Cerramos los ojos hasta que "tengamos muy clara nuestra identidad", o los abrimos para ver que nunca la tuvimos?
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jeje, es provocativa esa última pregunta y creo que ha dado usted en el clavo.
En mi vida he conocido unos 10 homosexuales, y los he considerado mis amigos. Tuvieron 'los peores', confidencias nada fáciles conmigo. Casi todos aceptaron que preferirían ser 'normales'. que no fue voluntaria su inclinación, y todos tuvieron causas educacionales infantiles, que los orillaron a esas inclinaciones. Y a pesar de que algunos eran del 'orgullo gay', incluso uno ya murió de SIDA a principios de este año. A todos los recuerdo en mis oraciones, confiando en la Misericordia de Dios, así como muchos otros que se divorciaron o no, y están vueltos a casar, o viven con otra mujer. Nuestra debilidad es mayúscula, pero Ntro Señor dió su vida por nosotros pecadores, para que acudamos al perdón Suyo.
No importa si llegamos primeros, o últimos, Él nos perdona si cumplimos los requisitos, por Él establecidos.
Te voy a contestar, Horacio Castro, no por obligación, sino por lástima.
A mí no me preocupa para nada la asistencia a los templos católicos. Lo que me preocupa es el creciente número de descreídos por culpa de las visiones y actitudes intolerantes, fanáticas y falsas de algunas personas que se dicen "religiosas".
Bien. Yo no puedo afirmar que sea católico, no porque haya apostatado ni nada parecido, sino porque creo que las dos terceras partes de los dogmas que lo definen son creación puramente humana, y con intereses espúreos en algunas ocasiones. En coherencia, no puedo decir que pertenezco a un club si no creo en sus normas. Creo que es una cuestión de honradez. Cuestión que muchos que se dicen católicos no se plantean, porque se saltan a la torera mandamientos importantes (ya saben: no matarás, amarás al prójimo como a ti mismo, etcétera), odian, persiguen, censuran,... y sin embargo se quedan tan anchos.
Como no puedo exigir que se modifique nada, me marcho. Puedo continuar con mi fe solo. Mis actos, mis intenciones y mis obras las juzgará Dios. No ningún hombre.
¿Hasta aquí me entiendes, verdad?
Tu afirmación de mentiroso me sorprende. Mentir es proclamar una falsedad a sabiendas. Y en cuestiones de fe, en elementos que no conoces, y que han sido modificados a lo largo de los siglos, no hay absolutamente NADA que puedas afirmar categóricamente. Porque la fe no es un conocimiento, sino una sensación, y como tal, algo que debe experimentarse de forma libre y personal por cada hijo de Dios. Sin imposiciones. Sin códigos legales. Sin castigos.
Lo del "santo" rosario es de traca. Santo es Dios. Los demás somos hombres. Y tú atribuyes santidad a un objeto que, además, es un préstamo cultural budista. Muy respetable para quien lo use, pero cuya finalidad es la misma que la de un mala: centrar la atención en la oración.
Odiar un objeto, por tanto, es la cosa más absurda que alguien puede hacer.
Te sugiero que antes de lanzarte al improperio y al nerviosismo (actitud impropia de alguien que se dice cristiano, por cierto) te sientes a reflexionar y veas que, al final, los separados, los gays, los "fornicadores" y demás son hijos de Dios igual que tú. Con sus aciertos y sus fallos, y que no eres (no lo somos ninguno) quién para juzgar. Procura no dejarte influenciar por nadie en cuestiones de fe: piensa por ti mismo. Experimenta por ti mismo. Vívelo por ti mismo.
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Cristiano Indignado,
Me doy cuenta que no se ha dirigido a mi pero como es mi blog me dispongo a responderle.
Dos cosas hemos de tener claras:
a. Horacio está indignado de que participe en este sitio por ser un alejado.
b. Usted está indignado porque se siente rechazado pero a pesar de todo sigue aquí.
Ambos deben darse a la tarea de ir hasta el fondo de su indignación porque de ella, aparte de que ha salido ya un reclamo, debe conducir a la reconciliación consigo mismos y con sus semejantes. En su caso, con Cristo como cabeza de la Iglesia católica y de ahí, con sus hermanos. Si no se reconcilia seguirá viviendo en perenne reclamo y eso, aparte de que es poco creativo, más bien estancamiento, no es para nada saludable.
De nuestra parte le comunico que una vez reconciliado verá que el panorama no es tan tétrico como lo ve desde fuera. Cierto, seguirán habiendo católicos censuradores tal como existen otros que no lo son. No se escude en los primeros ya que solo alimentan su indignación.
Saludos,
No soy Católico y Cristiano (por lo visto), sino Cristiano y págano.
De los de San Pablo.
; )
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No, no, no, usted no es un cristiano y págano sino el bicho más raro que he visto en este mundo.
Sin embargo, muchas veces me alegra el día. Claro, cuando le entiendo, que es casi nunca.
Saludos,
No hace muchos años, los recien nacidos (sin bautizar) iban al purgatorio o a la nada. Hoy día ya no.
El matrimonio es indisoluble, lo dice JESÚS. Como JESÚS dice que quien se separe de su conyuge (a menos que sea en caso de fornicación...) cometerá adulterio si se vuelve a casar.
Me quedo con ambas expresiones de Él.
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Me parece (ya me direis) que son una minoría los divorciados que se hacen un problema con esto.
Cada caso es diferente y no se puede valorar a todos dentro del mismo "saco", pero me parece que entre divorciarse o poder o no comulgar la mayoría optan por el divorcio y lo de la comunión es preocupación real de una minoría.
Pues aquí (en España) el famoso Tribunal de Rota (de la Nunciatura Apostólica), en un privilegio otorgado por la 'Sede Apostólica', concedía NULIDADES MATRIMONIALES a troche y moche, y por las cuales un divorciado (¡por la Iglesia!) podía volver a casarse nuevamente a través de ella.
Evidentemente, acudían a él los más ricos y poderosos. Supongo que por la cantidad de dinero que costaban 'los trámites de divorcio Eclesiástico'.
Si no entiende, puedo explayarme más.
Usted misma.
: )
Cambiando de tema.
Aprovechando la amabilidad que siempre ha tenido usted conmigo (a pesar de no entenderme), la cual agradezco de corazón, le dejo una opinión que he vertido en otro blog de infocatólica sobre el Aborto... y no ha visto la luz.
Es alucinante!
¡ESPAÑA es el ÚNICO PAÍS DEL MUNDO en que el ABORTO es un DERECHO!
¿Repito...?
Me sorprendo yo mismo porque siempre pensé que el ABORTAR era un error (o un mal) que se podía corregir...
Pero no, por lo visto... es un ¡BIEN! Un ¡DERECHO!
Espero que el progreso no permita (dentro de poco y para conseguir votos de una parte minoritaria de la población) abortar a nadie en el séptimo mes.
Actualmente se puede abortar hasta la semana 22... (¡5 meses!)
: (
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