– Este es «el mejor de los mundos posibles» (Leibniz, Essais de théodicée sur la bonté de Dieu, la liberté de l'homme et l'origine du mal, 1710)
– Pregúntaselo a los familiares de las víctimas del terremoto (atribuido a Voltaire)
El primero de noviembre de 1755 la tierra era sacudida por uno de los mayores terremotos de la historia, un 9 en la escala de Richter. Lisboa quedó prácticamente destruida, sus efectos se hicieron notar en toda Europa. Murieron cerca de 100.000 personas y las
pérdidas materiales fueron cuantiosas.
Los efectos psicológicos también fueron tremendos, hasta el punto que sólo la Shoa pudo sustituirlo como ejemplo del mal en las discusiones filosóficas.
Unos años antes Leibniz había publicado su Teodicea –justificación de Dios– que, aunque hoy día es prácticamente sinónimo de Teología Natural, entonces tenía un alcance mucho más reducido, se limitaba a la explicación de la 'coexistencia' del mal y de
la bondad divina. Por poner un ejemplo equivaldría al De Malo de Santo Tomás de Aquino (salvando las distancias).
Aunque Leibniz murió en 1716, el terremoto de Lisboa originó un extenso debate en el que participaron algunas de las principales figuras del momento. Kant y Rousseau apoyan el optimismo leibniciano, Hume y Voltaire lo trituran. El divulgador francés
escribió una demoledora crítica –Cándido–, en la que llega ridiculizar a Leibniz en el personaje del Dr. Pangloss. De ahí viene el calificativo de panglosiano, un personaje que a modo de consejero le espeta siempre al desgraciado protagonista: «es el mejor de los mundos posibles».
Está claro que un dios producto de la razón siempre estará cojo, y el de los ilustrados lo era. Para el hombre de fe, el mal llega a ser un misterio –mysterium iniquitatis, el verdadero mal–, para un ateo o un agnóstico un problema de coherencia que sólo cabe resolver
negando su existencia.
Pero hoy tampoco quiero entrar en el tema del mal. Sólo quería fijarme en las reacciones. Mientras que el terremoto de Lisboa generó una producción intelectual de altura, se esté de acuerdo o no, el de Haití ha vuelto a desprender algo más de caspa de la inteligencia progre.
José Manuel Vidal, aprovechando articulillos escritos en la sección de religión de Periodista Digital se monta un publi-reportaje en El Mundo: Teólogos desmontan la justificación 'teológica' de Munilla sobre Haití. Que conste que lo entiendo, los fines de semana, empanada, que hay crisis. Creo que es interesante leerlo, un buen resumen de poco nivel intelectual,
en la que los presuntos teólogos esgrimen el mismo profundo argumento de la socialista Elena Valenciano: Munilla es feo. No dan para más
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