¿Cómo saber si tengo fe? Esta es mi respuesta
Ante todo gracias a tantos que habéis querido dejar vuestro saber y sentir ante este interrogante que ayer os dejaba.
Creo que a todos nos hace bien. Dar razón de lo que creemos y por qué creemos es un ejercicio que nos ayuda a profundizar en el don de la fe, y nos hace reflexionar sobre cómo vivirlo.
Hoy me toca hacer mi aportación personal según lo prometido. Y me atrevo a decir algunas cosas posiblemente mucho más desde el corazón que de los libros. Ahí va.
1. Lo primero sería afirmar que no es fácil expresar la relación personal con Dios revelado en Cristo. Dios es todo, yo soy nada. Dios creador, yo criatura. Dios todopoderoso, yo insignificante. Dios eterno, yo muy limitado. Por eso creo que ante el misterio de Dios el hombre sólo puede situarse desde la confianza, la humildad, la adoración. Sus razonamientos siempre serán muy limitados.

Esto me soltó ayer todo un hombre hecho y derecho. A veces duda de si tiene fe o si su práctica religiosa es una pura costumbre, un simple hábito, algo más bien de tipo cultural social.
Nos decía una vez el cardenal arzobispo de Madrid, don Antonio María Rouco, hablando de los alejados y de cómo ir a su encuentro, que no necesitábamos salir a buscarlos, que aún una gran mayoría de ellos vienen a nosotros sin que nos demos cuenta. Que el problema es que cuando vienen se encuentren con algo que merezca la pena.
Me encanta la gente de misa de las 13 h., de 11, o de tarde. Los que hoy van a la parroquia a misa de 12 y el domingo pasado a la de al lado porque les venía mejor la misa de 11:30. Gente que acude cada domingo a misa esté en Madrid, en el pueblo, la playa o directamente en las Chimbambas (que por cierto no sé por dónde quedan).
Desde el viernes a medio día en la operación kilo. 40 familias a las que surtir de alimentos son muchas familias y hay que buscarse la vida. Por eso dos veces al año acudimos a un centro comercial cercano donde el hipermercado nos da todo tipo de facilidades para hacer la campaña. Colaboramos unos cuarenta voluntarios capitaneados por un servidor, que estos días se pasa allí todo el tiempo que le dejan libres sus compromisos sacerdotales en la parroquia.