27.07.12

Mi parroquia es oficialista (y yo en Babia)


Y lo peor de todo es que me enteré hace apenas unos días.

Verán, yo creía que mi parroquia era normalita, llevada por sacerdotes diocesanos de Madrid. Jamás pensé que pudiese ser otra cosa. Hasta que vinieron ellos. Ellos son una pareja recién venida al barrio. Me estaban esperando un domingo al acabar la misa de la tarde. Buenas, somos nuevos en el barrio. Pues eso, bien venidos, qué tal, esta es vuestra casa, esas cosas que se dicen en estos casos.

Y empezó el interrogatorio de tercer grado, aunque me libraron del humo del veguero en el rostro.

Comienzas tranquilito. ¿Qué actividades tiene la parroquia? Pues así de repente y sin anestesia… las de todas: misas, sacramentos, catequesis, caritas. ¿Y qué materiales utilizan? Ya se te empieza a poner cara de incredulidad. Pues los diocesanos en catequesis, para la misa básicamente misal y leccionarios, los rituales para otros sacramentos, y en caritas las orientaciones diocesanas y de zona. Como todo el mundo, vamos, digo yo. (Sigues pensando, ¿y estos de qué van?)

Hasta que él hombre se dirige a su pareja (sí, pareja, porque ya no sabes qué puedes encontrarte y así no te equivocas) y exclama: lo que te dije, oficialistas. No merece la pena pensar en meternos en una parroquia así.

He de reconocer la originalidad. Porque llamarme conservador me había pasado. Y cosas más gordas. Pero oficialista es nuevo.

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26.07.12

Cura. ¿Profesión o vocación?

Me preguntan muchas veces que cómo es posible que me presente diciendo que “mi profesión” es la de cura, que si no sería mucho más correcto decir que ser cura es “mi vocación”. Pues sí y no, y me explico.

El concilio habla de la vocación al presbiterado, es decir, al ministerio sacerdotal. Así es. Uno es sacerdote, presbítero, por pura misericordia de Dios que quiso llamarnos a ello. Esa llamada se ha ido madurando y clarificando en el seno de la Iglesia hasta que un día llega la ordenación sacerdotal. Sacerdotes porque Dios así nos ha llamado, sacerdotes porque así lo ha aceptado la Iglesia.

Los sacerdotes podemos ejercer funciones muy diversas según lo disponga el obispo. Entre los diocesanos, la mayor parte nos dedicamos plenamente a “la cura de almas”, es decir, a apacentar a una porción de la grey del Señor y muy generalmente en parroquias. De ahí viene lo de ser “cura”, presbítero que ejerce de manera especial la “cura de almas”. Sobre todo los párrocos, “a quienes, bajo la autoridad del obispo, se les encomienda, como a pastores propios, la cura de almas de una parte determinada de la diócesis” (Ch. D. 30).

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25.07.12

Toc, toc... ¿se puede?

Las cosas, aunque son como son, se captan de forma diferente según el lugar desde donde se mire.

El evangelio y la doctrina de la Iglesia son como son, pero no es menos cierto que se viven, se experimentan y conocen un poco también según desde donde esté situado cada cual.

¿Cómo vive su fe día a día una religiosa contemplativa? ¿Y un monje? ¿Y un padre o madre de familia? ¿A qué retos se enfrenta un sacerdote? ¿Cómo se sitúan en la Iglesia un obispo, un vicario general, un misionero, un laico consagrado, una catequista de barrio, un voluntario de Caritas, un niño, un joven…?

Servidor es cura párroco en un barrio de Madrid. Feliz de ser cristiano y católico, encantado con su sacerdocio y el ministerio que le han encomendado, contento en la Iglesia a pesar de los pesares que no son otros que el pecado de los que somos sus miembros, ilusionado con la vida parroquial, normalito, con sus problemillas y limitaciones, pero convencido de que merece la pena dar la vida por la causa de Cristo el Señor en su Iglesia.

Hace más de seis años que comencé un blog con el título de “Jorge. De profesión, cura” (clarito, para que no hubiera dudas) en el que he ido volcando mis experiencias como cura en Madrid. Desde lo que supuso la construcción del centro parroquial inaugurado hace dos años, hasta la tarea de hoy, que se va multiplicando gracias a Dios.

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