No trago con el artículo 14
Tuve un compañero especialista en el artículo 14. Siempre se las apañó para hacer exactamente lo que le venía en gana. De seminarista menos, pero una vez acabada la formación, de manera descarada. Y cuando alguien le preguntaba por la razón de su forma de proceder, él siempre ponía como justificante: “esto se hace por el artículo 14”, es decir, por mis santas narices.
Personalmente siempre lo he llevado bastante mal. Posiblemente seré poco evangélico, pero reconozco que me encantan el derecho canónico, el catecismo, las directrices, las normas… La razón es doble: me gusta saber a qué debo atenerme y además llevo poco bien que me tomen el pelo.