25.06.13

La escondida cama del señor cura

No sé apenas nada del padrecito. Lo conocí apenas a través de un comentario dejado en mi blog hace apenas unos días en la entrada sobre la adoración perpetua. Una comentarista que firma como Delia Barone nos dice de él lo siguiente: “Conozco un sacerdote de pueblo que no llega a 5000 habitantes, y aún así cubre todas las horas semanales de la AEP. Para resolver lo de las horas no cubiertas, se ha hecho un lugarcito con cama y así cuando no le llega el adorador responsable, el viene y cubre. ¡Para mí es un gran testimonio! Ese mismo sacerdote atiende 2 capillas y se ocupa de sus 2 padres viejitos, porque es único hijo y sacerdote! para gracia de Dios.”

Esto es un cura. Un cura de los pies a la cabeza. Un cura enamorado de Cristo. Un cura que ejerce de cura. Un gran testimonio.

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23.06.13

¿Quiénes son las comunidades laicas marianistas?

Acabo de leer esta mañana el último comunicado que se manda a un obispo con la sugerencia – exigencia de ceder el seminario a los sin techo. Bien. Ni la primera ni la última. En esta ocasión le toca el turno a monseñor Zornoza, obispo de Cádiz – Ceuta, que acaba de recibir una misiva de HOAC, Justicia y Paz, Comunidades Cristianas Populares, Comunidades Laicas Marianistas, Equipos Parroquiales de Pastoral Obrera de la iglesia de San Lorenzo-Pastora y otros a título individual y colectivo, como el Comité Oscar Romero, que aluden en el escrito a que llevan reflexionando durante todo el curso sobre la crisis. Antes de nada espero que también hayan reflexionado sobre otras cosas, pero cada cual reflexiona sobre lo que le apetece. Faltaría más.

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22.06.13

La primera comunión de los dos hermanitos

Prometí hablar del asunto y ahí va, aunque el asunto sea espinoso. Antes de nada, afirmar que tanto en primeras comuniones como en demás sacramentos, es el párroco en definitiva el “administrador” de los sacramentos, es decir, quien debe discernir cuándo, cómo y en qué condiciones. En el caso de primeras comuniones estoy convencido de que hay niños con sus seis – siete añitos que por formación y familia estarían perfectamente preparados para recibir la eucaristía, mientras que los hay que te da igual siete años que diez que son incapaces de distinguir lo básico: el pan consagrado de una galleta María.

El problema es que, por desgracia, se hace necesario mantener unos criterios para salvaguardar la integridad moral e incluso física del pastor. Porque no es nada sencillo decir a los padres que estos niños harán su primera comunión con siete años, esos con ocho y aquellos otros ya veremos. La respuesta puede ser de telediario, fuerzas de seguridad y servicios de urgencia.

Así que lo menos malo es que cada diócesis establezca sus criterios y permanecer firmes en ellos para evitar males mayores.

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21.06.13

Ustedes están para atraer a la gente, no para poner pegas

A mis hermanos sacerdotes estoy seguro de que les ha pasado más de una vez. Estás en el despacho y aparece alguien desconocido o muy poco habitual en la parroquia que te plantea alguna necesidad muy concreta: bautizo, comunión, boda, celebración familiar.

Si es bautizo, exactamente tal día y a tal hora para que coincidan los primos de Burgos, los suegros de Alicante y unos cuñados argentinos que casualmente pasarán por Madrid tres días. Por supuesto los padres no pueden venir a reuniones.

Los problemas de la comunión suelen venir de la mano de los centímetros del niño, sobre todo de la niña que va a parecer una novia, de los dos hermanitos que se llevan un año y nos hace ilusión que hagan la comunión juntos (de paso nos ahorramos una pasta), y de falta de tiempo para la catequesis, así que hemos pensado que mejor se prepare en un año aunque tenga que venir dos días o sino ya le prepara usted personalmente.

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20.06.13

La misa que tuvo que aguantar Javier

Cuando Javier traspasó la puerta de acceso a aquella iglesia para asistir a la celebración de un funeral por el eterno descanso de un amigo, de entrada ya se temió lo peor. Los bancos sin reclinatorio y un altar principal perfectamente móvil no podían barruntar cosa buena. Así que se preparó para intentar vivir la celebración lo más serenamente posible.

Sacerdote con las vestiduras litúrgicas prescritas ¡menos mal! Pero casi fue lo único correcto. Porque en aquella misa se dieron algunas cosas de menos, otras de más y otras de aquella otra forma.

De menos echó el acto penitencial, que no se explica porque había que omitirlo. De menos el lavabo, aunque ya se lo imaginaba. A cambio, moniciones sin parar en todo momento. Abundantísimas morcillas a lo largo de toda la plegaria eucarística, que no respetaron la exactitud ni siquiera de las palabras mismas de la consagración.

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