Economato. Solo por Carmen ya mereció la pena
Carmen, evidentemente nombre ficticio, lleva más de un año recibiendo comida de Cáritas. Dos niños y un marido que un día se largó y hasta el momento. Se le entrega lo que buenamente se puede: pasta, arroz, legumbres, leche, galletas para sus dos niños… y poco más. El día que le toca recibir comida deja a los niños con su madre, porque aunque no se separa de ellos por nada del mundo, no quiere que la vean pedir limosna. Ya se sabe lo que son las colas de Cáritas.
Ingresa apenas unos pocos euros echando algunas horas como asistenta en una casa. No hay más. Y con esos mínimos ingresos compra lo más indispensable, que es, en definitiva, casi nada. Dos niños en el cole: libros, cuadernos, material, y aunque la ropa la consigue en un ropero de caridad no hay manera. Así que comer, lo que se dice comer, legumbres, arroz, pasta y mucho tomate frito acompañado por una lata de atún cuando se puede.