26.01.14

Programar la predicación de todo un año

Don Roque era monotemático en sus sermones. Tocara la lectura que tocara siempre acababa con la confesión. Por eso aquel año, al llegar la fiesta de San José, sus feligreses se dijeron: “San José… hoy tendrá que hablar de otra cosa”. Pues así comenzó don Roque: “Hermanos, San José era carpintero, así que bien podría hacer confesionarios. Hablemos por tanto de la confesión que es lo mismo”.

No sé si tanto, pero los curas tenemos el riesgo de ser pelín monotemáticos. Los pobres, la confesión, el sexto mandamiento (rara avis, eso sí), la precisión litúrgica o la maldad de la jerarquía eclesiástica. La gravedad del asunto es que se nos queden en el tintero semana tras semana cosas que tiene su importancia.

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25.01.14

¿Qué hace el señor cura con una camiseta de cerveza la cusqueña?

Mañanita de un sábado cualquiera. El señor cura, servidor por ejemplo, aprovecha la extraña circunstancia de unas horas de tranquilidad para ponerse con la casa como tantas familias en similares horarios.

Como pueden imaginar, para esos menesteres el señor cura no suele ponerse la sotana, ni siquiera una camisa negra. Al menos yo. Así que unos vaqueros viejos, una camiseta cualquiera y a por ello. Lo normal: pasar la aspiradora, trapito del polvo, fregona, especial entusiasmo en cocina y baño… Y la perspectiva, si es posible, de ir a la comprar al final de la mañana. Iluso.

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23.01.14

La señora Rafaela: aquí nunca pasa nada

Desde que Rafaela tiene acceso a Internet está que se sale. Al día en noticias, informada de la política, la sociedad y la religión. Tiene a su sobrino Manolo, un encanto y un diablo de la informática, que la pone al día: “¿tía, has visto, esto, has leído aquello, qué te parece…?”

Rafaela es mujer de ideas claras talladas en su alma por su maestra y el bueno del sacerdote que les atendió de niños. Trabajadora y responsable, siempre tuvo muy claro cómo funciona una cadena de mando por lo civil y por lo eclesiástico. Este manda, este obedece, y el que no acata las normas a la calle. Eso dijo a su sobrina Mari cuando se quedó sin trabajo por empeñarse en hacer las cosas al revés de cómo le decía el jefe: te ha pasado lo lógico, ¿qué querías?

Por eso Rafaela no comprende las cosas que pasan en la Iglesia. Acaba de llamarme, y mira que hacía tiempo. Una llamada, por cierto, en tono de preguntar y desahogarse. Casi que la estaba esperando.

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22.01.14

¿Qué es eso de que todas las religiones son iguales? Releer "Ad gentes"

He dicho muchas veces que, aparte el Quijote y la Biblia, no he visto nada más citado y menos leído que los documentos del Vaticano II. Es más, conozco gente que habla y habla de los documentos del concilio y del espíritu del concilio sin haberlos leído jamás, o sin haber vuelto a leerlos en años. Todavía no hace mucho tomando café con unos feligreses que invocaban para todo el concilio, les pedí que me trajeran los documentos. Costó más de media hora encontrar el librito…

Cuando nos estamos aproximando al cincuentenario de la clausura, podíamos ponernos como meta leerlos enteritos, los originales, sin lavado posterior, a lo bruto.

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21.01.14

Quiero rezar por usted

Se llama… ¡Qué más da cómo se llame! El caso es que se trata de una chiquilla que debe tener diez o doce años. El domingo entró en la sacristía al acabar la misa para contarme que en su colegio les han pedido el sacrificio y la generosidad de rezar DURANTE UN AÑO ENTERO por un sacerdote, y que ella había decidido rezar por su párroco.

Es como un contrato. Un díptico con un troquelado en el medio. En una parte está su compromiso de oración con su firma. En la otra… ¡Ay en la otra! En la otra, en un espacio en blanco, me pidió que escribiera mi intención. Te quedas en blanco. Porque yo sé que Dios no puede dejar de escuchar la oración de una cría que insiste durante un año entero rezando por la intención de su párroco.

No es fácil. Pero al final la puse, y mi firma debajo. No. No voy a contar lo que pedí al Señor. Eso queda entre los tres: entre Dios, la niña y un servidor.

No me repongo de la impresión. Ella se levó la intención y mi firma. Yo, su compromiso rubricado con un garabato infantil. Ese trocito de papel, con el compromiso de …. ¿qué más da cómo se llame? está en casa junto a una imagen de la Virgen, y cada día yo rezo por esa niña para que sea santa.

Me quedé sin palabras. Y yo que soy de lágrima fácil, me emocioné. “¿Puedo darte un beso?” Un beso y un abrazo. “Que Dios te lo pague…”