Congreso de la Juan XXIII: la colecta no engaña
Como el algodón en los azulejos de la cocina de la señora Rafaela. Porque de palabras andamos todos más que sobrados, de intenciones hasta arriba y, para qué vamos a engañarnos, el comunicado final del congreso de teología despierta menos interés que una comparecencia pública de Cayo Lara.
No dudo de que tanto los asistentes como los ponentes y comunicantes del congreso de teología son gente preocupada por los pobres, Dios me libre de poner en tela de juicio su compromiso, su disponibilidad y su buen hacer con los débiles, amén de escritos, comentarios, reflexiones y elucubraciones en el mismo sentido. Pero uno tiene en sus genes de sacerdote lo de ser cura de pueblo, y de cuando en cuando me sale la vena refranera que no es especialmente científica, pero acaba poniendo las cosas en su sitio.

Hay ciertos supuestos axiomas que yo no sé cómo la gente no se ruboriza al repetirlos una vez más después de cuarenta años. Por ejemplo eso de que lo fundamental es la opción por los pobres. Porque claro, te val al evangelio, te lees el inicio de la predicación del bautista y de Jesús y mira por donde lo que dicen es que se ha cumplido el plazo, convertíos y creed la Buena Noticia. Pero es que te val al final del evangelio y lo que dice Jesús a los apóstoles es eso de “id y haced discípulos, bautizando y enseñando”.
Tenemos que replantearnos eso de las “peceras” en los templos parroquiales. Hubo un momento, quizá seguimos en él, en el que se veía como algo útil para papás con niños pequeños el habilitar en los templos unas zonas acristaladas e insonorizadas, pero con buena megafonía, desde las cuales los papás con niños pequeños pudieran participar de la santa misa sin miedo a molestar al resto de los fieles.
No dejan de sorprenderme los criterios con los que un buen número de católicos valora a un pastor. Lo estamos viendo desde que inició su pontificado Francisco, lo hemos vuelto a contemplar en cuanto saltó el nombre de D. Carlos Osoro como nuevo arzobispo de Madrid, y hoy tenemos la edición repetida con motivo del fallecimiento de D. Ramón Echarren.