1.05.15

Algunas leyes de Murphy de la vida parroquial

LEY DE LA EXIGENCIA. El nivel de las exigencias materiales para cualquier celebración y de las excepciones para su caso es inversamente proporcional al compromiso parroquial del solicitante.

Consecuencia: si quieren para la boda de Lorena día especial, alfombra super clase, horario inaudito y sacerdote vestido de lagarterana, es que posiblemente hace mucho que no van por la parroquia.

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29.04.15

Nosotros nos encargamos de preparar la misa

Mal negocio como alguien te encargue una misa o pida una celebración y añada un “nosotros nos encargamos de preparar la misa”. Date por eso.

Cuando yo era seminarista una temporada fui el encargado de preparar la misa conventual. La tarea era tan simple como completa: cuidar de los manteles del altar, las velas siempre listas y limpias, y la noche anterior, ya que la misa era a primera hora, dejar listos y registrados misal y leccionario, preparados vinajeras y vasos sagrados, corporal, palia y purificadores, lavabo… Y las vestiduras litúrgicas perfectamente colocadas sobre la gran cajonera: en su orden y dobladas exactamente para que se pudiera revestir con toda facilidad el celebrante. Eso era preparar la misa.

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27.04.15

Rouco: a moro muerto, gran lanzada

Para empezar me voy a llevar otra bronca de amigos de buena voluntad y capacidad acomodaticia que siempre me dicen que lo que toca ahora es hacer la pelota a D. Carlos Osoro y pasar página de D. Antonio, que ya es pasado. No soy de hacer la pelota, D. Carlos sabe, en la parroquia se lo dije personalmente, que aquí me tiene para lo que sea menester y a mandar que para eso estamos. Pero no voy a negar mi aprecio a D. Antonio y me duelen cosas que estoy escuchando y leyendo sobre él.

Me temo que he vivido mis últimos veinte años sacerdotales en otra galaxia, porque estoy leyendo y oyendo unas cosas de la diócesis de Madrid que me dejan perplejo por momentos. Sensación de que el paso por Madrid del cardenal Rouco haya sido algo así como una mezcla del tsunami del 2004 en Tailandia, el terremoto de Japón de 2011 y las plagas de Egipto.

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24.04.15

Cáritas: el buenismo es la octava plaga de Egipto

Alguna vez lo he dicho y me temo que sea necesario abundar en la idea. Ser caritativo y bueno es una gracia de Dios. Ser buenista, la octava plaga de Egipto. Y bien, ¿cuál es la diferencia? La diferencia, para un servidor, está en la práctica de TODAS las obras de misericordia o solo las corporales. Es facilito.

Llega una persona a pedir ayuda a una parroquia, que es de lo que uno conoce un poco más. Buenista es dar ropa, comida, dinero -sobre todo dinero- sin preguntar más o sin preocuparse de más. Te hace sentir genial, porque ayudas al menesteroso, pero no sabes en el fondo si has ayudado o si le has metido aún más en el pozo. Porque hete aquí que el menesteroso de turno bien podría ser desde un alcohólico a un pícaro que lleva toda la vida viviendo del sablazo misericordioso. Ser bueno es decir no, hablar, enterarte de dónde vive, aconsejar dónde puede recibir mejor y más eficaz ayuda y encaminarle hacia esa solución. El problema es que en lugar de quedar como el voluntario o el padrecito encantador, quedas como un mal bicho y un desgraciado de cura al que le pido para comer y me manda a hacer puñetas.

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20.04.15

Ser testigos. Tres apuntes o sugerencias

Cosas mías, pero en las homilías intento aterrizar y ofrecer a mis feligreses sugerencias concretas por si les sirven de algo. Ayer domingo, entre otras cosas, les hablaba de ser testigos, al hilo del evangelio: “vosotros sois testigos de esto” y de la lectura del libro de los Hechos: “nosotros somos testigos”.

Se me ocurrió, como digo, ofrecer tres sugerencias a los fieles:

PRIMERA. La que viene recogida en la segunda lectura de ayer mismo: “En esto sabemos que le conocemos: en que guardamos sus mandamientos”. Ser testigo del Resucitado en el mundo comienza por tratar de vivir cada momento según los mandamientos que hemos recibido. Que puedan decir de nosotros que somos buena gente, honrados, honestos, sinceros, trabajadores, respetuosos, generosos, capaces de ayudar sin esperar nada a cambio, cumplidores con las exigencias de nuestra fe. Es que de lo contrario no somos creíbles.

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