De cuando en cuando pasa. Se te ocurre decir en la parroquia algo que no gusta, o recordar las normas de siempre, y lo primero que te encuentras es la amenaza: “lo que hay que hacer es llamar a Telemadrid, o a la prensa, o acudir al Facebook y este cura que se entere. (Las televisiones van. Sacudir a un cura, sobre todo si es conservador, siempre vende).
Curiosamente la mayor parte de las veces lo que el señor cura pretende suele ser de lo más razonable, por ejemplo que no comulguen los que se encuentren en pecado grave, verbi gratia los que conviven en pareja sin el sacramento del matrimonio, o que la gente colabore económicamente con su iglesia. Supongo que algún hermano harto de que a los papás se les “olvide” año tras año la cantidad correspondiente a los catecismos de los niños, o un mínimo de ayuda para sufragar los gastos ocasionados por una celebración, ha acabado exigiendo una cantidad mínima sobre todo porque no hay derecho a que los gastos parroquiales de una primera comunión los tengan que sufragar con sus pequeños donativos en la colecta dominical doña Pura, que cobra una miseria de pensión, y don Jesús, al que tienen que ayudar los hijos.
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