El borrico en la linde
Amigos, muy amigos. Desde niños. Pedro y José. Inseparables. Tan amigos que Pedro de cuando en cuando permitía que su borriquillo se saliera de su linde para colarse en un pequeño huerto de José. Hasta que José, muy amigos ambos dos, le dijo: “amigos, muy amigos, pero el borrico en la linde”. Pues esto digo yo en las relaciones de los católicos con los demás. Amigos lo que haga falta, pero el burro en la linde.
Por ejemplo. Se ha celebrado hace unos días el juicio contra un grupo de proabortistas que irrumpieron en una iglesia de Palma de Mallorca interrumpiendo la normal celebración de la eucaristía. Me sorprendió, evidentemente por mi falta de espíritu misericordioso, la declaración del sacerdote oficiante en el juicio, cuando afirmaba que los asaltantes “tenían sus razones”. Hombre, claro. Y si llega uno de ISIS y te rebana el pescuezo también las tiene.