3.07.18

No pretenderían que nos declarásemos fans de la Pasionaria

Las nuevas generaciones no tienen ni idea ni de quien fue Franco ni mucho menos de la truculenta historia de España en el siglo XX, de manera especial desde 1931. Lo único que saben es una manipuladísima visión de aquellos años, según la cual la república fue algo así como Imagine de Lenon, “Viva la gente” y “Yo tengo un gozo en el alma”, pero vino un señor que se llamaba Francisco Franco, dictador, genocida, y lo que quieran, que acabó con aquel paraíso en la tierra para convertirlo en la peor de las pesadillas.

Para esta versión de los hechos, la guerra civil fue la consecuencia del golpe de estado de Franco que no tuvo dudas en matar a millones de españoles con tal de implantar su régimen de terror.

Esta es la versión que la izquierda de este país lleva propagando desde casi la transición, y especialmente desde el gobierno de Rodríguez Zapatero. Han conseguido que esta y no otra sea la única versión posible a base de repetirla en todos los medos a su alcance y que cualquier discrepancia sea considerada simplemente fascismo, que no se sabe muy bien qué es, pero parece algo terrible.

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30.06.18

Verano no calentito, sino tórrido. Empezamos por el Valle

Dicen que tengo mi punto de adivino. No será para tanto, aunque compañeros tengo a los que hace meses les pronostiqué cosas que, efectivamente, se produjeron poco después. No soy echador de cartas, adivino o experto en horóscopos, tampoco leo los posos del café. Pero uno ve, se fija, ata cabos, y acaba concluyendo lo que es de cajón de madera de pino.

Franco. Vale. Que lo saquen del Valle de los Caídos. ¿Qué escribí hoy hace justamente cuarenta y ocho horas? Exactamente esto: “la pretensión es reconvertir el Valle de los Caídos en una especie de memorial de la memoria histórica, que, supongo muchos querrán memoria laica, con retirada de la cruz, desacralización de la basílica y marcha de los benedictinos". Como siempre, que si uno es un exagerado que no conviene crispar, que es momento para la serenidad, que ha dicho Pedro Sánchez a Ricardo Blázquez que no se tocan ni la cruz ni los benedictinos. Vale. El problema es que Pedro Sánchez tiene la misma credibilidad que la Tacones hablando del voto de castidad.

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28.06.18

Se nos presenta un verano calentito

Es verdad que en lo eclesial siempre es momento de nombramientos y eso produce siempre una cierta expectación. Basta que haya que mover a un sacerdote para que los cambios lleguen uno tras otro como en una enorme cesta de cerezas donde tiras de la primera y no hay quien lo pare. Pero no es a esto a lo que quiero referirme.

Lo calentito del verano se nos viene con dos cuestiones que se nos han venido al frente de manera urgente, que ya están produciendo una enorme inquietud en buena parte de la sociedad española y que como iglesia nos afectan.

Acaba de decirnos el presidente de gobierno que es inminente el traslado de los restos de Francisco Franco desde el Valle de los Caídos a lugar por determinar se supone que por la familia, sus nietos en este caso. 

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27.06.18

La palia

Esto es ya para nota. De los objetos litúrgicos que utilizamos para celebrar la santa misa, los hay que no ofrecen especiales dudas de identificación para el común de los fieles que asisten a las celebraciones. Palabras como cáliz, patena o vinajeras (vinagregas dicen a veces los monaguillos) son de uso bastante común y no suelen tener mayores complicaciones.

Otra cosa es si nos metemos en otros berenjenales como píxide, manutergio, viril, fístula o palia. Pero ahí están y su sentido tienen o tenían.

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26.06.18

El qué dirán

A nadie le importa. Al menos en teoría. Todos qué digo libres, libérrimos ante lo que los demás digan, opinen, piensen o critiquen. Hemos hecho nuestra la canción de Alaska y vamos por calles y plazas, templos y sacristías, curias provinciales y episcopales repitiendo el estribillo: “¿a quien le importa lo que yo haga? ¿a quien le importa lo que yo diga?” Y ahora van ustedes y se lo creen.

El caso es que en “petit comité” todo el mundo dice, cuenta, denuncia, saca pecho o lo que haya que sacar, proclama que dice lo que quiere y que a él o a ella nada ni nadie le para los pies porque no tiene pelos en la lengua.

Pero… llega esa comida de empresa, la reunión de amigos, un encuentro de trabajo y ¡oh sorpesa! que nadie tiene nada que decir, ni aportar, ni denunciar ni mucho menos llevar la contraria a nadie, especialmente si nadie es aquel que manda.

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