Amar al enemigo no es tan sencillo
Vamos a ser sensatos, si es posible. Está muy bien la teoría y los curas lo predicamos estupendamente. El problema es cuando la cosa se va a lo concreto y es preciso enseñar a la gente a vivir.
Ejemplos inventados pero que podrían ser reales sin problemas. María sufrió las malas artes de sus hermanos que, con triquiñuelas y la colaboración de un abogado sin escrúpulos, le privaron de la herencia de sus tíos, que no era cualquier cosa. Juan sabe que a su padre lo detuvieron y fusilaron porque su vecino descubrió dónde lo ocultaban. Loli sufrió de niña los abusos de su tío Paco. A Carolina le hizo un bombo el señorito, que no quiso saber nada de la criatura y encima la echaron de casa por estar embarazada.
En misa el señor cura explica lo de amar a los enemigos hasta dar la vida por ellos. Y entonces María, Juan, Loli y Carolina se hacen preguntas. Y piden respuestas. No la teoría, sino una respuesta real para el día a día.
Yo suelo decir algunas cosas:
- La primera, que hay que aprender a no odiar, porque el odio nos hace mal a nosotros en primer lugar. El odio nos mata día a día, nos destroza.
- No desear ni hacer el mal. Cuando me dicen que no pueden amar, que no han llegado a esa perfección, sugiero que, al menos, no les deseen mal, no les hagan ninguna mala faena.
- Es duro llegar a perdonar. Hay que intentarlo. Tampoco se pueden olvidar las cosas. Sí está en nuestras manos tratar de que nos vayan afectando lo menos posible.
- Dando otro paso, si necesitan un favor, si se les puede ayudar en algo, ahí debemos estar.
Una de estas personas que han sufrido, y mucho, me decía que hasta aquí lo podía intentar, pero que si lo que se le pedía era amistad con los que le destrozaron la vida, que por ahí no.
- Mire usted, ni deseo mal ni se lo haré, y si un día me necesitan, pueden contar conmigo, pero amistad no quiero.
No es la perfección cristiana en grado heroico, pero no está nada mal.

Se acababan de marchar las familias con sus niños recién comulgados. Una misa cuidada, con el templo como un sol y las familias emocionadas al ver cómo sus hijos recibían por ver primera a Jesús sacramentado. Hora de recoger la iglesia, barrer… esas cosas. Rafaela siempre dispuesta. Lo que sea.
No seré yo quien lleve la contraria a la presidencia de la CONFER española. Los datos son los que son y hemos podido saber, datos oficiales, que desde al año 2000 hasta hoy, poco más de veinte años, se ha producido un desplome tal de la vida religiosa en España que ha perdido la mitad de sus miembros. Según los últimos datos recopilados, el número total de personas consagradas ha pasado de superar las 60.000 a apenas 33.000 en algo más de veinte años, con una pérdida media de entre 900 y 1.000 religiosos y religiosas cada año. En el año 2005, las religiosas sumaban 54.160. Sin embargo, para 2023 la cifra había caído hasta las 25.531. Los religiosos varones, que eran alrededor de 15.000 a comienzos de siglo, se han reducido a poco menos de 8.000.
Hubo un tiempo, no del todo superado, en que se creía que la comunión eclesial, el ser comunidad cristiana, comunidad católica, pasaba por conocer a cada vecino de banco y saber donde vivía, si estaba casado, sus principales problemas y aspiraciones de vida.