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9.08.13

El iPad como libro litúrgico

Hay cosas que son imparables. Pueden frenarse algo pero al final sabemos que es un proceso irreversible. Por ejemplo, el uso de libros electrónicos en la liturgia.

Ya sé que de momento se nos ha dicho que mejor no, pero es igual, al final las cosas se van imponiendo por sí mismas. Cuando viajo con un grupo de la parroquia fuera de España, lo hago con mi maletín litúrgico donde llevo todo lo necesario para celebrar misa. No siempre es fácil encontrar una iglesia disponible, así que mejor llevar uno todo para poder celebrar donde sea. No digamos sí es en países de tradición básicamente musulmana. Pues para esos casos entiendo que un iPad es la solución definitiva.

Tanto el iPad como el teléfono móvil hace tiempo que los vengo útilizando para la liturgia de las horas e incluso para lectura espiritual aprovechando las mil aplicaciones que para ello existen. He de reconocer que también ya en una ocasión para celebrar misa.

Comprendo que la belleza del misal es lo que es, y que la dignidad de un buen leccionario es básica. Más digno es un evangeliario que el leccionario común. Y más digno un iPad que algunos misales que se encúentran por ahí con más mataduras que un burro viejo, sin actualizar, sucios, desencuadernados. Por no hablar de otras cosas.

Hoy por hoy no se me ocurriría cambiar los libros litúrgicos de la parroquia por tablets. Pero esto es un proceso irreversible. No veo tan disparatado celebrar con una tableta o hacer las lecturas con un libro electrónico. De hecho, ¿cuantos sacerdotes, religiosos y laicos rezamos el oficio con medios eldctrónicos? Desde luego un servidor ya reza el ofici así y ha celebrado alguna misa de esa forma. Podemos pararlo un pequeño tíempo, pero finalmente se acabará imponiendo. Completamente inevitable.

7.08.13

Rebajas de agosto: poner al día la moral sexual

Cuando uno propone una cosa y existen datos que confirman que es una barbaridad, o es un inconsciente o un cantamañanas o lo que quiere, so capa de evangelio, es cargarse el chiringuito.

Decir que para que los jóvenes llenen las iglesias hay que cargarse la moral sexual es una barbaridad y de las gordas. Para empezar, porque hay cosas que no dependen del papa de turno, sino de los mandamientos, y en eso no hay dispensa que valga. Lo de no cometerás adulterio por ejemplo no tiene vuelta de hoja. Más aún. ¿Hubo qué liberalizar, caso hacer desaparecer como ahora quieren pensando que es la panacea contra el ateísmo, la moral sexual para que en la iglesia aparecieran Teresa de Jesús, Juan de la Cruz, Ignacio de Loyola o Francisco Javier? ¿Acaso las Misioneras de la Caridad de Teresa de.Calcuta tuvieron una dispensa especial en el sexto mandamiento? ¿O tal vez en los años cuarenta, cincuenta, las iglesias llenas y los seminarios y noviciados mandó en la abundancia fueron fruto del abandono de la moral sexual?

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6.08.13

Curas que son héroes

1.- JULIO ALONSO MEDIAVILLA: Párroco de Medina de Pomar, Villarías, El Vado, Villaciles, San Martín de Marcobo, Valmayor de Cuesta Urria, Valmayor, Torres de Medina, Santurde de Medina, Villamezán, Rosales, Villatomil, La Cerca, Villamor, Villanueva Rosales, Villota (a. de Villanueva Rosales), Villate, Bóbeda de la Rivera, Quintanamacé, Betarres (a. de Bóveda), Villacomparada.

Ayer lo veía en internet. Nombramientos en la diócesis de Burgos. Sobre el papel puede pasar desapercibido. Pero yo sé que en el nombramiento de Julio hay mucha generosidad, un reto y un ser sacerdote en la oscuridad, el multiplicarse y un no llegar a tantos sitios.

Veintiún núcleos de población. Veintiún templos parroquiales para atender, limpiar, retejar, gozar, celebrar. No sé cuántos habitantes entre todos. Supongo que muy poquitos, ancianos, pero hijos de Dios, cristianos, necesitados de un sacerdote que hable de Dios, célebre la fe (y no me explico cómo puede llegar a tantos sitios), dé vida a cada fiesta patronal, visite a los enfermos, entierre a los muertos y haga viva la fe en cada pequeña población.

Supongo que su vida será sobre todo un hacer kilómetros. Hoy aquí, en un rato allá, después un enfermo en la otra punta. Tal vez más tarde unos niños le esperan para su catequesis y cuando llegue a casa alguien le exclame para consultarle alguna cosa.

Julio y tantos otros sacerdotes rurales, a cargo de tantos pueblos donde apenas queda un puñadito de habitantes en invierno que algo crece en el buen tiempo. Hay que tener una pasta especial, mucha fe, una enorme entrega, generosidad, amor a Cristo y a la Iglesia y buen humor a raudales. Invierno, verano, lluvia, nieve, lo que sea, y emergió el señor cura haciendo kilómetros mientras intenta multiplicarse para estar con todos.

Julio y tantos otros curas rurales de España. Gracias hermanos por vuestro testimonio. Para los curas de una sola parroquia y encima con compañero, sois un ejemplo a seguir. Que Dios os sostenga. Y sabed que muchos compañeros os admiramos y queremos de corazón y hoy especialmente rezamos por vosotros.

5.08.13

¿Sacerdotes jóvenes con los jóvenes?

Es una cuestión que me planteaba hace unos días un sacerdote amigo. Me decía que suele ser bastante normal que encomendemos a sacerdotes jóvenes la pastoral de los mismos jóvenes con el peligro, según él de que al final sean los jóvenes y no el sacerdote quienes marquen la misma pastoral.

Puede ser un error hacerlo. Si el sacerdote que los acompaña no es alguien con madurez, sentido eclesial, firmeza en la fe y criterios sólidos, puede suceder que en lugar de un guía se convierta en un adolescente más, y eso sería terrible.

No es cierto que la gente de edad sea incapaz de conectar con los jóvenes y dirigirles como cristianos, Nos acordábamos de esa facilidad especial con que el beato Juan Pablo II sabía conectar con ellos y como hoy podemos ver en algunos lugares a sacerdotes ya maduritos llevando los grupos de jóvenes con gran éxito pastoral.

Pues ahí queda la pregunta: ¿es un acierto encomendar la pastoral de jóvenes al curita recién ordenado con la cosa de que se entenderá mejor con ellos? ¿Qué experiencia tenemos?

3.08.13

El móvil (celular) del cura, siempre operativo

Compré mi primer teléfono móvil creo que el año 1996. Acababa de ser nombrado párroco de dos pueblos y desde el primer día hubo una cosa que me preocupó mucho: que alguien me necesitara y no estuviera localizable, sobre todo si se trataba de un enfermo grave o un fallecimiento. Lo que para muchos era sinónimo de atadura, a mí me resultó una fuente de libertad. Con qué tranquilidad podía moverme por el pueblo o salir a algún sitio sabiendo que siempre estaba localizado. Me he dado cuenta de que ente un problema grave, como un enfermo o una defunción, lo que más tranquiliza a la familia es la pronta respuesta del sacerdote que dice: “tranquilos, voy para allá”, y más sabiendo que hoy con un coche estás en minutos en cualquier sitio. Más de una vez recibí una llamada urgente estando en Madrid. Cuarenta minutos de coche.

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