Restricciones de culto. Entre el abuso de unos y la complacencia de otros
El abuso es evidente. Las normas de obligado cumplimiento sobre el uso de los templos católicos que nos llegan desde las diferentes administraciones son del todo disparatadas. En Madrid no tenemos lo peor. Un aforo del 50 % en zonas de incidencia media y un 30 % en zonas de especial riesgo. Me parece razonable.
El hombre tiene derecho y obligación de dar culto a Dios y de hacerlo, en conciencia, de acuerdo con los modos de su propia religión. Los católicos ofrecemos a Dios desde luego sacrificios personales, un culto individual en oración y ofrecimiento de la propia vida y también un culto público, esencial, que debemos defender y sostener con todas las fuerzas y todos los argumentos.
Se entiende que, en estos momentos, sea esencial garantizar dos derechos que pueden encontrarse. Por un lado, el garantizar a los individuos el ejercicio de la libertad religiosa y por otra el hacerlo de forma que no corra peligro la salud pública y se evite todo riesgo de propagación del virus.