El poyo
Los curas de pueblo tenemos la suerte del poyo. En la capital hay bancos de madera y piedra para los viandantes. En el pueblo somos más de poyo de piedra. Los pórticos de los templos fueron lugar de reunión de vecinos que ahí se congregaban a toque de campana para tratar de las cosas del pueblo. Quizá como recuerdo de aquellos tiempos se sigue encontrando el poyo a la puerta.
Tiempos difíciles por lo civil y por lo eclesiástico. Por lo civil me preocupan menos. Por lo eclesiástico, algo más me afecta, aunque en la distancia de la capital todo se diluye y se ve con otra perspectiva.