La señora Rafaela se actualiza
Aquel martes el párroco llegó visiblemente enojado a la reunión semanal con su grupito de señoras. Parece ser que venía del obispado donde no le habían ido las cosas demasiado bien.
Pelín alterado les soltó a esas buenas mujeres que parecía mentira, que creía que había confianza entre todos ellos, y que jamás hubiera imaginado la denuncia de una de ellas ante el obispo. Y que desde luego se sentía muy decepcionado.
Ya se imaginaban ellas por dónde podían ir los tiros. Pero todas callaban y escuchaban los desahogos del cura. Ya sabían que era un buenazo pero a veces se enfadaba un poco, como todos.