Las narices de la señora Rafaela
La señora Rafaela se presentó en el despacho del obispo. Y cuando éste le preguntó por qué tenía tanto interés en la entrevista, ella respondió: porque estoy hasta las narices.
Mire usted, señor obispo. Donde yo vivo ya sabe que hay ocho parroquias, que servidora frecuenta. Pues le explico.
Si voy a San Serenín, los curas me dicen que me confiese con frecuencia, que hay que obedecer al papa, que el catecismo contiene lo que dice la iglesia, que el aborto es un pecado horrible y que Cristo murió por nuestros pecados.
En la de la Virgen de Aquimismo, que confesarse no tiene importancia, que el catecismo no es la solución, que la muerte de Cristo no fue en remisión de los pecados, y que vaya a misa sólo cuando me apetezca.