Mi Kevin Johnatan
Me resulta curioso, casi día tras día, escuchar a los padres ese vacuo argumento de no condicionar al niño para el futuro cuando se plantean el bautismo y luego la primera comunión:
- Preferimos que el niño elija libremente en su momento.
Hace tiempo que me río este argumento. Pero lo acepto. Lo que ocurre es que luego tengo la costumbre de sacar mis propias conclusiones.
Es decir. Nace un niño. Y los papás, sin consultar con nadie, le ponen por nombre Kevin Jonathan, Constitución –que se puede-, Lenin, Vanessa Oona, Mar de la Pampa Libre o Fidel Camilo. O le llaman simplemente Paquito, Humberto Luis, María de Paracuellos o José de la Cruzada de Liberación. Así. Sin pedir explicaciones. Simplemente porque quieren. Porque eso se supone que no es vulnerar libertades. Y perdón por el palabro, pero no me digan que no es una barrabasada arrastrar toda la vida lo de Mar de la Pampa Libre o Cojonciano, porque así se llamaba el abuelo.