González Faus: el último profetiflauta
Debe ser que cuando uno cumple años, no tiene nada que hacer y encima pierde notoriedad, echa en falta los tiempos en que era aclamado como gurú, teólogo de prestigio y la voz de los son voz y necesita imperiosamente volver al “candelabro” y arañar una portada, una cita, un artículo, algo que le haga sentir que está vivo y que todavía queda quien le haga caso. Entonces, solemnemente, abandona su vida escondida, por lo visto insoportable, y vuelve a la luz para iluminar el ministerio del sucesor de Pedro, sacar de la ignorancia a la masa de católicos aborregados y alejados del evangelio chachi guay que es el suyo y soltar su última proclama como si hubieran vuelto a la vida los estériles huesos del profeta Jeremías.