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3.11.20

Si es que somos la leche

Imaginen. Pongan imaginación, que eso es baratito (al menos de momento, que cualquier día hasta por eso nos van a cobrar). Imaginen que ustedes, en un deslumbramiento psicodélico, deciden abrazar el islam con todas las consecuencias. Cómprense una chilaba, vistan a su señora y a sus hijas en edad núbil con el hiyab, hagan sus rezos y, por supuesto, manden a sus niños a la escuela coránica para que aprendan a ser buenos musulmanes. Lo normal ¿no?

El problema es que ustedes, a pesar de llevar la vista recogida, han visto un día en la terraza de la tasca más cercana al profe islámico de sus niños poniéndose tibio de jamón, chorizo y lomo y con una melopea más que considerable. No solo eso, sino que acaban de enterarse de que el susodicho se ha casado civilmente con un maromo. Supongo que ustedes, amigos, en un ataque de sentido común se van a la mezquita para mostrar su desacuerdo y borrar a sus hijos de la formación que esté impartiendo tamaño infiel.

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1.11.20

Hitler y Stalin comparten cielo

Tengo la costumbre, buena o mala no lo sé, de dar la razón a la gente en todo lo que me dicen. Por principio. Pero una cosa es que dé la razón y otra muy distinta que me calle, porque servidor, una vez aceptada la cuestión, tiene por costumbre sacar sus propias conclusiones. Ahí comienzan los problemas.

Hoy es el día de todos los santos. Mañana, los fieles difuntos. Lo celebramos hartos de escuchar eso tan bonito de que Dios es bueno y todos al cielo desde el momento mismo de la muerte. Sea. 

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29.10.20

De horarios parroquiales

No voy a hablar de parroquias grandes. En templos con mucho culto los horarios suelen ser fijos y además estar colocados en sitios visibles. Me referiré especialmente a parroquias pequeñas, aunque para todos podrían valer.

Es frustrante, indignante y cabreante la falta de cuidado en los horarios de cada parroquia. Por eso, y siempre desde la experiencia de uno, me atrevería a hacer algunas sugerencias:

- Horarios visibles y fácilmenter localizables. Visibles para que cuando alguien se acerque al templo no tenga problemas en enterarse a la primera de los horarios básicos como son misas, confesiones y despacho. Digo fácilmente localizables para que no sea necesario dar dos vueltas al templo para encontrar un cartel con tantas informaciones que cuesta Dios y mucha ayuda enterarse del horario de misas.

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27.10.20

Duro golpe a las capillas de adoración perpetua

Yo no sé si somos conscientes de las repercusiones pastorales que van a tener las nuevas medidas para tratar de frenar la pandemia. No se puede salir de casa desde las once de la noche y hasta las seis de la mañana. Los templos, al 50 % de manera habitual y en las zonas de especial riesgo al 30 %, y así hasta mayo.

Así, a bote pronto, va a bajar, y de manera yo diría que definitiva, el número de fieles que acude a misa el domingo, por el aforo y porque cada vez aconsejan más no salir de casa. Es fácil dejar de ir. Cuesta más volver. También más problemas para algunas actividades, como encuentros o conferencias por cosas también del aforo. Campamentos y convivencias, nada de nada.

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25.10.20

El personal está que salta

O al menos parte del personal. La mayor parte de los católicos vive feliz en su nube haciendo su vida y practicando su fe, y pasando bastante de lo que digan obispos y papa. De los más enterados o al día de la vida de la Iglesia hay, a su vez, que hacer subdivisiones. Unos cuantos que viven la actualidad eclesial como a distancia, sin implicarse especialmente, otros que están entusiasmadísimos con el papa Francisco, aunque tengo la impresión de que son menos y por eso manifiestan un entusiasmo creciente para compensar. Y, finalmente, mucha gente agobiada y cabreada con la actual situación.

Los fieles no tienen fácil lo de mostrar su descontento. El contento sí. Cuando lo hacen, lo del descontento, no se sienten escuchados, más bien ninguneados si no atacados y acusados de no amar al papa y de romper la comunión eclesial. Esta situación la viven divididos interiormente, ya que por un lado desean ser fieles hijos de la Iglesia y por otro se sienten cabreados con ella. Hablo de laicos y de sacerdotes que tampoco se atreven a opinar con libertad.

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