El interino
Lo contaban de un ordenanza en un ministerio cualquiera. Acababa de tomar posesión el nuevo ministro y, como es natural, llegó al ministerio con nuevas ideas y dando órdenes desde el primer momento, hasta en los detalles más pequeños. Aquel ordenanza no perdió los nervios. Apenas exclamó: “hay que ver cómo son estos interinos”.
Se nos acusa en ocasiones a los sacerdotes que llegamos a la parroquia y hacemos exactamente lo que nos da la gana sin contar con nadie. Y no niego que falte razón. Es un extremo, pero real como la vida misma. Llega el nuevo párroco y desde el primer día ordeno y mando tal vez apoyado por una hermana o una persona de su confianza. Pone misas, quita misas, arregla esto, desarregla lo otro, no da cuentas, gasta en cosas no del todo justificables, impone horarios y modos, que para eso es el párroco y no hay más que hablar.