Los sueños como centro y clave de la predicación
Supongo que se habrán dado cuenta, y si no se lo hago notar, de que también en el lenguaje eclesiástico – homilético – pastoral – actual se descubre un adaptarse a las modas. Si ustedes leen hoy alguna revista religiosa de hace unos cuantos años, pongamos de los sesenta, los ochenta y ahora, lo notarán a la primera.
Dentro de este cambio de lenguaje observo hoy una forma de escribir y predicar de la progresía más agotada que consiste en escribir y predicar tomando como base la interpelación personal, la autocomplacencia y los sueños. Ya. Que no me lo pillan. Tranquilos, a todos nos puede pasar. Verán como un ejemplo lo aclara todo.
El evangelio de la misa de hoy mismo: “En aquel tiempo, exclamó Jesús: «Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.»