20.11.20

Tragar carros y carretas

Tragamos con lo que nos echen. Nos da igual sapos, quina o carros y carretas. Disponemos de unas enormes tragaderas dilatadas a base de sentirnos culpables de todos los males de este mundo, una misericordia mal entendida y un intestino sensible a cualquier cosa que se nos pueda decir especialmente desde la tele. Lo saben.

Los católicos en general y la cúpula de la Iglesia en España en particular no somos enemigo que asuste. Tienen clarísimo que nos pueden hacer lo que quieran. Lo más que puede suceder es que se recojan unas firmas, tal vez una manifestación sin pena ni gloria y tan pacífica, y me alegro, que ni un papel en el suelo. Quizá incluso algún obispo aislado haga una declaración medio contundente o el presidente de la conferencia episcopal se permita, en un discurso sin demasiada difusión, una referencia disimuladamente enérgica en contra de alguna cosa. Nada más.

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19.11.20

El rizo de Estrellita Castro

Tras finalizar el concilio Vaticano II y hasta casi los noventa, tocó el tiempo de las novedades más novedosas. Frente a la supuesta inmovilidad y rigidez de la liturgia del misal de Juan XXIII, llegó el momento del cambio especialmente en el culto público.

Todos nosotros vivimos el momento de guitarras, bongos e incluso alguna batería, los textos en lengua vernácula, adaptación de viejas canciones a las que se colocaba una letra pseudo católica, carteles en los templos, ofendas interminables, palmadas, gestos, niños arriba y abajo, plegarias experimentales y ornamentos escasos.

Desde que se iniciaron esas supuestas innovaciones, han pasado no menos de cuarenta años. Evidentemente hoy escasean tales originalidades. Cualquiera que vaya a misa, se encuentre con una guitarra y unos bongos tocados por señoras sesentonas, un cartel sobre el atar que dice algo tan sorprendente como “Dios te ama”, un sacerdote sin casulla y los niños subiendo al altar en la consagración y a darse la manita en el padrenuestro para acabar dándose la paz al ritmo de “Paz Señor en el cielo y la tierra, paz Señor en las olas del mar…, experimentará un insufrible olor a naftalina.

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16.11.20

Cuando una noticia se te revuelve y te sacude en los morros

Claro. Porque las cosas no tienen una lectura sola, pueden tener varias. O pudiera suceder que de una información que se ofrece se pudieran sacar conclusiones para nada deseadas. Por ejemplo, si yo digo que en La Serna van a misa cinco personas los domingos, la segunda lectura es que hay decenas que nanay. 

Leo hoy en medios digitales la supuestamente buena noticia según la cual medio centenar de instituciones católicas, entre las que se encuentran en España la diócesis de Vitoria y la parroquia del Perpetuo Socorro de Zaragoza, siguiendo las recomendaciones del Vaticano, han anunciado su desinversión en combustibles fósiles. 

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13.11.20

Momento para la fidelidad y el martirio

Espero que estén conmigo en que como Iglesia católica no vivimos el mejor momento. No me meto, Dios me libre, en la conciencia de nadie. Pero hay datos que son del todo elocuentes. Al menos en lo que respecta a España no lo podemos negar. Los datos simplemente sociológicos nos hablan de un desplome en el número de los que se consideran católicos, hoy apenas dos tercios de la población. Bodas, bautizos y comuniones caen en picado, las vocaciones al sacerdocio y la vida consagrada escasísimas, conventos cerrando día tras día e incluso económicamente camino del desastre. Las finanzas vaticanas en estado preagónico -creo que soy optimista- e incluso diócesis que tradicionalmente se mantenían con una cierta comodidad, como Madrid, pasan por momentos complicados.

Mucha gente me pregunta qué hacer.

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11.11.20

Las teólogas feministas hablando del empobrecimiento teológico del cura rural

La gente ya no sabe (o sabe muy bien) cómo llamar la atención. Se han reunido unas cuantas mujeres en lo que parece, por la foto, el templo del centro pastoral san Carlos Borromeo de Madrid, para reivindicar lo de siempre arrogándose la representación de las mujeres católicas de todo el mundo. Ya digo desde ahora que de todas no, porque Rafaela, que se ha modernizado lo suyo, me ha llamado por teléfono al grito de “a mí no me representan”. Parece, eso cuentan, que están preparando un sínodo.

A mí me parece que lo primero que tiene que hacer uno o una, que tanto monta o tanta monto, es ser honrado con el diccionario, porque un sínodo, según el diccionario de la lengua española, el de la academia, el fetén, es “1. m. Concilio de los obispos. 2. m. Junta de eclesiásticos que nombra el ordinario para examinar a los ordenandos y confesores”. Y un sínodo diocesano, sigo con el diccionario, “1. m. Junta del clero de una diócesis, convocada y presidida por el obispo para tratar de asuntos eclesiásticos”. Por tanto, con el diccionario en la mano, de sínodo nanay, aunque muy posiblemente el diccionario sea machista, heteropatriarcal, clericalista y encima misógino, y nadie va a decir a estas féminas, ni los académicos de la lengua, qué cosa sea el lenguaje correcto. Lo saben y punto.

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