Solo y no de Dios
Recuerdo a Justina con mucho afecto a pesar de los años transcurridos desde su muerte. A la mente me viene una mujer serena, en paz, y con una medio sonrisa permanente yo creo que fruto de su serenidad interior. Acudía a llevarle la comunión de cuando en cuando y siempre estaba sola.
- Pero bueno, ¿otra vez sola?
- Sola sí, pero no de Dios.
Estos días en los pueblos son de especial soledad. A las seis de la tarde es prácticamente de noche y cuando acabo las misas vespertinas, que celebro precisamente a las seis de la tarde, es como si la vida se hubiera refugiado en el último rincón. Acabas la misa, saludas a las de siempre y vuelta a casa. En alguna ocasión todavía acudes a ver a alguien, pero sabiendo que los serranos son de poca visita.
La soledad se palpa. Apenas gente en las misas de los días laborables, una o dos cuando toca en La Serna, otro tanto en Piñuñecar y quién sabe si en Braojos llegaremos a cuatro o cinco.
Soledad porque los pueblos son pequeños y la respuesta mínima. Soledad porque Madrid te queda a trasmano. Soledad porque incluso eclesialmente parece que las cosas se programan, estudian y proyectan pensando en realidades que ciertamente no son las nuestras. Qué lejos se me quedan los encuentros de catequistas -no tengo niños en catequesis, no digamos jóvenes-, los equipos de liturgia cuando muchos días hasta tengo que proclamar las lecturas. Lejos los equipos de matrimonios, los cursos prematrimoniales, no digamos aquella capilla de adoración perpetua que dejé en la parroquia de la Beata Mogas o el economato que creo sigue funcionando.
En estos días de invierno, cuando la mayor compañía es la noche, el frío y el huno de alguna chimenea, me acuerdo mucho de Justina.
Solos y no de Dios.
Curiosamente me siento muy sacerdote en esta soledad. Me atrevería a decir que más sacerdote que nunca. Es grande celebrar casi solo, porque te ayuda a profundizar el el misterio de la eucaristía por sí mismo. Grande rezar cuántas veces solo en un enorme templo y bien abrigado. Imponente pasear en medio de la nada pero sabiendo que eres el cura, el sacerdote, el que está ahí acompañando aunque sea solo de corazón.
La soledad se puede vivir de muchas maneras. Sé que para muchos compañeros la simple posibilidad de ser cura en la estos pueblos les pone de los nervios y les lleva a la angustia. Para mucha gente se hace imposible vivir lejos de los neones de la gran ciudad o al menos del calor de los núcleos urbanos de cierta consistencia.
La soledad, te dicen, qué horror, sin gente, prácticamente vacías las misas, sin grupos parroquiales, apenas gente en la calle. Comprendo que haya compañeros que se acerquen a la sierra solo algunos días y prefieran segir viviendo en la gran ciudad. Sin embargo, esta soledad es la que nos forja en la grandeza del sacerdocio, porque nos hace comprender que ser sacerdote es más que hacer, programar, correr, preparar, que ser sacerdote es ser Cristo en medio de nuestros pueblos y como Cristo estar, acompañar, sonreir y dar lo más grande: al mismo Cristo que se entrega en el calvario de la misa del último pueblo y pasea como uno más con el testimonio de su simple presencia.
Nada te distrae. Nada de acorrala entre urgencias de mis cosas por sacar adelante. Solo, aperentemente muy solo, pero no de Dios. Posiblemente más acompañados de Dios que nunca.
35 comentarios
Sin duda Padre, sin duda.
Gracias por tan bella meditación. ¡Cuanta verdad! Muchas veces, en esos pueblos ignotos de la ancha Castilla, me he encontrado también poseído de esa sensación de “soledad”. Entonces pienso en la heroicidad de tantos sacerdotes fieles a Cristo, allí donde nadie quiere ir, donde no hay aplausos y las visitas pastorales escasean. Sólo Dios y yo… y no por egoísmo, sino porque la realidad se impone. Hay una “tierra media” que no es deseada por nadie; los jóvenes la aborrecen. Sólo quedan en ella los de siempre y el cura que ha encontrado allí a Cristo.
Vienen a mi alma, las inspiradas palabras de San Juan de la Cruz:
“En soledad vivía,
y en soledad he puesto ya su nido,
y en soledad la guía
a solas su querido,
también en soledad de amor herido”.
Por eso, cuando alguna vez me han preguntado si soy feliz, les he dicho sin titubeos: ¡sí, inmensa mente feliz! Teniendo a Cristo lo tengo todo. Hay soledad y soledades… la que está llena de Jesucristo, es plena, dichosa, tiene sabor de “vida eterna”… Otras soledades solo lamen tinieblas, amargura, descontento.
Gracias don Jorge por ser un sacerdote fiel.
Gloria a Dios.
Sus palabras son hermosas. Su vivencia de Cristo presente en la Iglesia y en las calles en la tarde-noche de los pueblos de la Sierra nos estremece. Y nos introduce en lo profundo del Misterio de nuestra Fe, de la misma manera que se pueden ver la estrellas, cuando uno de aleja del bullicio de las ciudades. Bendiciones y viva Cristo Rey ! que se celebra el próximo domingo
En un entorno en el que casi no hay familias con niños, no se puede decir que sea un entorno rural como los de antes, un clásico. Es una cosa muy concreta y distinta, aunque tiene también sus grandes oportunidades, además de estar a apenas una hora en coche de la Cibeles, así que el asfalto y los semáforos los tiene relativamente cerca.
Yo creo que es un entorno excelente para seguir siendo sacerdote pero a la vez un poco eremita. Aproveche padre para meditar todo lo que pueda, leyendo también a Santa Teresa de Jesús y a otros místicos, y siempre a rezar por España, porque en esos pueblos de la sierra tiene algo más de tiempo que otros para rezar por todos, que tristemente lo necesitamos... sobre todo la conversión de todos los españoles y de las familias españolas en su conjunto, necesitamos de esa conversión como agua de mayo, porque la apostasía es terrible y masiva.
Ánimo padre, la soledad buscada tiene muchos puntos positivos que se pueden aprovechar, y a ponerse a las órdenes de Cristo para lo que Él decida, con la bendición y ayuda de Su Santísima Madre.
pero si Cristo "anda por medio",
ay amigo,
que Tesoro!!
Ave María, pater
También quiero conocer a "Socio", tiene que ser muy especial.
Tengo sobrinos que viven en Madrid y en Pozuelo...aunque preferiría ir directo y quedarme en los pueblos. Bueno, quizás un día le dé la sorpresa..No está solo con DIOS. también tienen a la Pilarica.
Que ELLOS le sigan protegiendo y bendiciendo siempre.
Justina comprendía lo esencial... Una mujer sabia, Dios la tenga en su gloria.
Ojalá nosotros vivamos mejor la cercanía de Dios en nuestra vida, que es lo que la llena de sentido, tanto en compañía como en soledad.
Y me alegra que saque fruto de su "soledad". Ánimo con la labor en sus pueblos y protégase de estos fríos.
Avemaría.
Que la Virgen del Pilar le proteja y le bendiga siempre.
El sacerdote debe sentirse acompañado de las pocas o muchas animas que Dios, el Santo Padre y el Obispo le han encomendado.
Pero el rigorismo, la práctica religiosa de olvidado Espíritu, el catolicismo negaciobista del espíritu sinodal le han llevado al cura español diocesano a la ruina puramente eigorista e indoestrista.
Tanto cuesta en el paraíso de la ecoinodalidas celebrar la eucaristía en el monte, qie es es punto de Reunión de los Católicos de monte?? Tan difícil es ser sinodal en las periferias del infierno de la destrucción de la capa de ozono?? Tanto cuesta reconocer qie Francosco, como Papa, Dios, el Obispo y la Iglesia tienen razón em que es pecado emitir dióxido de carbono porqie destruye la vida humana, como el aborto??? Demasiado rogorismo, pero la Iglesia ha dado la voz de alarma.
Al leerle me recuerda lo que se siente el 1º de Ingeniería clavando codos solo, mientras el resto del mundo mundial está de fiesta.
Yo encomiendo al Vicario para que algún día le ilumine su Fundador, y la madre del Fundador derrame alguna lágrima en el Cielo para que nuestra Madre le ayude a Ud. hasta que le abrace como hijo sacerdote.
No obstante siempre es bueno pedirle al Niño Jesús que le enchufe un poco y no le tenga hincha que la edad va haciendo mella y la Comunión de los Santos ayuda, pero el calor humano en la casa parroquial también.
QDLB.
Muchas gracias por su testimonio y mi Ave Maria para usted siempre.
Aunque hace años que vivo en la ciudad de Madrid crecí en un pequeño pueblo de La Mancha, que aún visito pues allí viven mis padres.
Desde niña recuerdo pasar por la plaza del pueblo y mirar la casa del cura pensando ..."y siempre está solo"...sintiendo una mezcla de pena y admiración.
Quizá por eso, ya de adulta, he desarrollado cierta simpatía especial por los sacerdotes de mi alrededor, y además de rezar siempre por ellos (por ustedes , para que el Señor sontenga su vocación) suelo intentar visitar/ quedar a tomar algo/comer o incluso ir al cine con aquellos que me son más cercanos y aceptan mi invitación (siempre en público y acompañados, para evitar malos entendidos que atenten contra el honor de nadie, que la gente es muy mal pensada ... o cuando menos llamar o mandar algún mensaje de saludo y cariño en días especiales como la ordenación o cumpleaños.
Poco más puedo hacer.
Pero es algo que me sale del corazón y que seguiré haciendo.
Gracias por su ministerio.
Su avemaria personalizado 🙏
... Muchas gracias, páter.
Seguro que cuando ha escrito este post, no estaba solo... sino con Dios.
Quede Ud. con Él, y su Santísima Madre.
Ave Maria, gratia plena, Dominus tecum...
¿No se dan cuenta que siempre está quien tiene que estar? ¿Que el Señor acude a la llamada del siervo y que renovando el sacrificio del Calvario, se hace alimento de vida eterna para ti?
Es como si ya no creyeran en el valor inmenso que tiene la Santa Misa en sí misma, del que se beneficiarán, aunque no estén presentes, sus fieles, la Iglesia y el mundo entero. Si el Rey de Tarandanga te llamara a su presencia para hacerte un regalo de valor incalculable con el que sacarías a toda tu familia y amigos, incluso a toda la humanidad, de la miseria ¿Lo rechazarías por el hecho de que en el salón real sólo estuvieras tú y el Rey? Cuándo echas tanto de menos “el público” ¿no estarás poniéndote tú en el centro de la celebración? Pienso en algunos sacerdotes que, más que celebrar la Eucaristía, parece que estén dando una conferencia o un mitin político, con tanta monición, exhortación y discursos a tiempo y a destiempo. Monición de entrada, monición antes del acto penitencial, antes de las lecturas, después de las preces, en el ofertorio… y así hasta terminar la Santa Misa, naturalmente con una monición, antes y después de la bendición. Incluso, contraviniendo lo estableciendo, se traen de casa un discursito plagado de buenismo supuestamente humanista en sustitución de la plegaria eucarística a la que, ni remotamente, se asemeja. Ni siquiera reparan en lo que están haciendo y se “dirigen” a la asamblea de fieles (con la mirada, con los gestos, etc.) cuando están elevando la petición, la alabanza, la acción de gracias, etc. a Dios Nuestro Señor:
Tú que has sido enviado…; Bendito seas Señor…; En verdad es justo y necesario glorificarte siempre Señor…; A ti Dios Padre omnipotente en la unidad…etc.
Nos hace falta pedir mucho para que aumente nuestra fe.
Quién a Dios tiene nada le falta, solo Dios basta.
Ave María grátia plena, Dóminus tecum...
Dejar un comentario