Transmutarse de ardilla a caballo
No lo digo yo. Es que verán, hace algún tiempo, hablando con un “muy alto” clérigo -y se quedan con las ganas de conocer mis fuentes- me decía que, tras los grandes éxitos pastorales de los últimos años, lo mismo era tiempo de dar cerrojazo a reuniones, iniciativas, congresos, coordinadoras, talleres, asambleas, consejos, comisiones permanentes, experiencias, alternativas, delegaciones, tertulias, círculos y demás similares para dedicarnos, al menos durante dos años, a nada más que rezar, exponer el Santísimo, dirigir el santo rosario, confesar, celebrar misa y predicar
Fíjate, me decía, si hiciéramos el compromiso de dedicar la mitad del tiempo que se nos va en reuniones y papeles, solo la mitad, a estar en la iglesia rezando, confesando y diciendo misa.
Cuántas veces me acuerdo de la fácula de la ardilla y el caballo. En la Iglesia a veces podemos parecer “ardillas” cuyo trabajo fundamental sea “hacer", aunque no tengamos claros el qué y el para qué. Lo veo en las diócesis, en los religiosos, en las parroquias. Lo primero, lo primerísimo, es contar cuántas cosas hacemos:
“Yo soy viva,
soy activa,
me meneo,
me paseo,
yo trabajo,
subo y bajo,
no me estoy quieta jamás”.
Frente a la ardilla vivaracha, inquieta, aparece la sensatez del buen caballo. Primero porque se carcajea de la frenética actividad de su vecina:
«Tantas idas
y venidas,
tantas vueltas
y revueltas
(quiero, amiga,
que me diga),
¿son de alguna utilidad?”
Insisto, como en la Iglesia: tantas idas y venidas, comisiones, sínodos, conferencias -en asamblea están ahora nuestros obispos- quiero amiga que me diga “¿son de alguna utilidad?” Me temo que no solo no son de utilidad, sino contraproducentes. A los datos me remito, so pena de que el producto que se pretenda conseguir fuera vaciar templos, conventos y seminarios. En ese caso, éxito total.
El caballo termina con una sensatez incuestionable:
“Yo me afano,
mas no en vano.
Sé mi oficio,
y en servicio
de mi dueño
tengo empeño
de lucir mi habilidad".
Trabajar sí, pero no en vano. A esto somos llamados. Llamados a servir a Nuestro Dueño y Señor, sabiendo nuestro oficio, que no es otro que la salvación de las almas, para lo cual es tarea indispensable ofrecer al pueblo de Dios la vida de oración y la vida sacramental. Esa es la gran habilidad de la Iglesia, y de manera especial de los pastores.
Dos años de dejar de hacer la ardilla y empeñarnos en nuestro oficio. Me decía este clérigo que quizá al principio nos pondríamos nerviosos y hasta alarmados por la falta de gente. Pero al final…
25 comentarios
Sí se tendría más tiempo para estar en la Iglesia y estar disponible para el sacramento de la confesión, o de las dudas doctrinales, que serán muchas en el post sinodo de la Sinodalidad.
¡Espera, ya se ha hecho! Se llaman "monasterios".
Y dan algunos frutos, sí, acogen, escuchan, rezan, confiesan... pero no mueven masas.
No hay soluciones mágicas; es un cambio de época, la gente es muy diversa, y hay que adaptarse a muchos tipos de personas distintas con ritmos distintos.
Antes había 2 sabores de yogur y 2 canales de TV, ahora hay cientos.
La gente con fe quiere poder elegir horario de misa, estilo de predicación, grupo de amistades, tipo de confesor, tipo de música (o sin música) para la adoración, idioma en las zonas bilingües, etc... No hay soluciones fáciles: todas las cosas que ayudan requieren adaptación, cierto esfuerzo y multiplicar personas implicadas. El cura solo no va a poder casi nada,
les diera por reuniones, sínodos, etc?
En cuanto a los laicos, cuando pretendemos ir a los templos a orar, siempre que los encontramos cerrados los párrocos empiezan a espetarnos ideas así como que si nosotros pagamos para que haya una persona al cuidado y vigilancia del templo fuera de los horarios de las celebraciones eucaristicas, pues abren los templos, porque de resto no es posible. Y como los clérigos en la plandemia aprendieron que sí es posible vivir su vida con los templos cerrados, pues ahora tienen peor de incrementada su convicción.
Así pues, mantengámonos “firmes, inconmovibles”, teniendo en cuenta que nuestro trabajo, como el del caballo, “no es vano en el Señor” (I Cor. 15, 58).
La ardilla hace de ardilla, el caballo de caballo, el viento de viento, el mar de mar y todos contentos y nadie se asombra.
Pero cuando un sacerdote hace de sacerdote ahí ya le saltan de todos lados y de todas formas para que no lo haga.
Y lo más triste es que muchas veces lo consiguen...
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Jorge:
Para otra vez avisen. Y si no, pregunten a cualquiera donde vive el cura. La casa parroquial está en La Serna del Monte.
y gracias al comentario de D. Cos,
se me ocurre buscar la obra de Tomás de Iriarte "Hacer que hacemos", y en la web de la CNTC : "Compañía Nacional de Teatro Clásico", hay anuncio y reseña de tal obra, y referencia al Diccionario de la RAE, en que aparece la vieja palabra que expresa ese aparentar que se hace algo útil: Cazcalear...
Genial nuestro idioma...
Ave Maria, gratia plena, Dominus tecum...
Los hippies pasaron de moda hace ya mucho tiempo, y las "estructuras" marxistas, las reuniones organizativas y los "talleres" de todo tipo son de lo más trasnochado del mundo.
Los enemigos ya no tienen en frente ningún catolicismo tradicional social contra el que luchar y al que destruir, y al quedarse sin objetivo a destruir entonces caen en el vacío existencial más absurdo y vertiginoso que se pueda imaginar. En la nada de la criatura que no sirve a su Dios, a su Creador.
En todo caso ahora lo que se lleva es la sotana y rezar el Rosario, y hablar del pecado, del infierno, de la Salvación, y... del fin del mundo, porque desgraciadamente vamos camino a un castigo a la humanidad como no lo hubo jamás, sin Dios no lo remedia (para lo que hay que hacer sacrificios, rezar mucho y ser muy buenos). Lo que se viene es lo profetizado en Garabandal, después de esta terrible prueba de crisis interna profetizada en la visión de León XIII.
Se acercan tiempos recios pero muy importantes para la humanidad, y para cada uno de nosotros. Aunque la verdadera prueba es ser fieles al Señor hasta la muerte, y esa prueba es la misma en unos tiempos y en otros, porque tanto el que se salva como el que se condena lo hacen para toda la eternidad.
En todo caso nos han tocado unos tiempos realmente importantes para el devenir de la humanidad en su conjunto, cuyo fin es dar gloria a Dios eternamente y en esta corta vida de exilio temporal obedecer a Dios para salvar nuestra alma, ayudando a los demás a salvarse, que es la Caridad máxima.
Bendito sea el nombre de Jesús, nuestro Redentor y Salvador.
Ahora estaba pensando… Que mucha gente espera que políticos, sacerdotes, maestros, fontaneros, bancos y demás… Les van a dar hecho, o resuelto, todo lo que les gustaría que funcionara correctamente. No se plantean que deberían hacer por sí mismos al respecto.
Sea política, iglesia o comunidad de vecinos, cada cual tiene su opinión sobre lo que va mal y deberían arreglar, pero nadie quiere involucrarse, quienes lo hacen es por alguna conveniencia propia, no para buscar el bien de todos.
Quienes comentamos aportamos más si, en lugar de críticas y desánimo, damos ideas aunque no parezcan la solución perfecta, según el plan de Dios unos con otros buscando lo mejor lo encontraremos, nos lo tiene prometido si somos una comunidad con fe, no una organización sinodal, sino hermanos en Cristo. Porque el Espíritu guía a cada persona y cada grupo, no en plan mundial, sino en cada parroquia, en cada diócesis, Dios es personal, es Padre de familia, no un dirigente político, económico o religioso…
D. Jorge está donde está y hace lo que hace porque así lo dispone el Señor. De no ser así ya lo hubiera cambiado de alguna manera.
Las parroquias romanas y las de la sierra madrileña, nos parezcan grandes o sencillas, tienen igual valor infinito y perfecto.
Así que sabiendo esto algunos comentarios que hacemos no se corresponden con la fe cristiana, la medida de Dios no es nuestra medida ni su pensamiento es nuestro pensamiento.
Lamentablemente, la edad media de los sacerdotes que nos quedan va a hacer que pronto queden aún menos y, aunque los católicos practicantes no sean muchos, va a ser necesario y urgente tomar una decisión: O los sacerdotes que queden se dedican a reunirse ¿con quién? o a administrar los sacramentos y a predicar.
Supongo que los pocos practicantes (ojalá sean muchos más) van a pedir insistentemente los segundo.
Recemos para que haya vocaciones y fieles. pero pensemos en ese escenario, bastante probable, creo yo.
Si la iglesia no va bien habrá que dejar de consultarnos entre nosotros y acudir al Creador
Mi experiencia es que la fe crece más y mejor “recibiendo que dando” a ver si me explico, porque así dicho parecerá una equivocación.
Lo cierto es que se predica sobre ser caritativos, dar, compartir, ser generosos, hacer por y para los demás, perdonar, y todo eso que ya se sabe. Esta muy bien.
Entonces … No se entiende por qué la Iglesia ahora va como va…
Será porque es más fácil dar que pedir. Porque dar se da lo que se puede y nos quedamos tan tranquilos, para pedir hay que tener humildad, además saber valorar lo que se recibe y obrar en consecuencia, tendremos que aprovecharlo, multiplicarlo, compartirlo como cristianos. Los sacerdotes tienen que predicarnos más y mejor sobre Dios:Padre,Hijo,E.Santo, para que podamos recibir la fe, la gracia, los dones… Los ateos lo son porque no tienen suficiente información, no creen porque no entienden que hay que pedirle humildemente que venga a nosotros.
Si pensamos que lo hacemos todo según lo tenemos mandado, mientras la Iglesia no va bien, es que tenemos que pedir y recibir ya la ayuda del cielo
Es lo principal, es lo vital, es la mejor inversión que hay en la vida: Dedicarle un tiempo único y exclusivo a Dios.
Al rezar alimentamos nuestra parte espiritual que es la principal de nuestro ser (también es necesario el alimento ....aunque también se puede ayunar y hay casos extraordinarios de años de ayuno o simplemente el alimento de la Sagrada Forma......).
Se vive de una forma más intensa cuando está expuesto el Santísimo. Siempre que puedo entro en las CAPILLAS DE ADORACIÓN PERPETUA, me arrodillo, rezo, me siento, hablo con Dios, siento que me escucha, desde mi alma percibo cómo voy, cómo debo mejorar, qué puedo hacer....en definitiva para mí es lo que necesito y el silencio transmite a mi alma el alimento que necesita ,,,,y cuando salgo me siento "nutrido" espiritualmente....
El rosario lo rezo sólo (muy a menudo a temporadas), con algún amigo o en la Iglesia en alguna ocasión . Me da paz, me descansa del runrún del día a día, me gusta en las Avemarías empezar por: "¡Alégrate María!....." me llena de gozo....
Me confieso todos los años, algún año más que otros. Creo que no tiene mucho valor hacerlo muy a menudo (sobre todo para los que tenemos cierta edad) ya que ello significa que no hay un buen arrepentimiento, pero también entiendo que para los más jóvenes sí lo sea.
La Misa es el alimento espiritual principal, sea diaria o semanal. Por el Sacramento y por la Sabiduría. El Sacramento para la Fuerza Espiritual y la Sabiduría para la mejor Guía para recorrer el Camino de Regreso a Dios.
Hasta los ateos , los agnósticos, las personas de todas las formas de pensar se darían cuenta si tuvieran una actitud de acercamiento ante el Santísimo y simplemente que tuvieran una disposición para abrir los "oídos y los ojos del Alma" y ello es posible desde el Silencio, pero hay que tener Voluntad, Sinceridad, Inteligencia, Pragmatismo......ya que nada se puede perder y mucho, muchísimo, se puede ganar: que la vida tenga sentido, que sea plena, que la alegría y la paz viva en nuestro interior.......
Paz. Amén.
🙏🙏🙏
En la vida, se evalúan los resultados, ojalá algo de eso se aplicara a los obispos: lugar donde más disminuya la asistencia a misa o las vocaciones también disminuye la edad donde se pide la renuncia del responsable de la diócesis y se hace un análisis causa efecto de sus acciones y se actúa en consecuencia.
Mejor que lo que vivimos ahora donde, parece que, se eliminan obispos que tienen buenos resultados y se promueven donde los resultados son malos.
Los datos son la base de las decisiones o al menos, deberían de serlo.
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