Catecismos en piedra y madera
La buena gente de Braojos no necesitó la bula Munificentissimus Deus para saber que la Virgen había subido al cielo en cuerpo y alma. Cada vez que entraban en su templo parroquial podían contemplar la Asunción de la Virgen en el magnífico retablo obra de Gregorio Fernández que se conserva en la iglesia del pueblo. También sabían la importancia de saber vivir, saber morir, y rezar por los difuntos. Las espléndidas losas sepulcrales así como la liturgia funeraria hablaba sobradamente de ello.
Hoy la importancia de las exequias y de los sufragios por los difuntos prácticamente ha desaparecido de la vida de la Iglesia. Raro era el caso, salvo accidente, en que muriera un fiel sin recibir los sacramentos. Nadie se quedaba sin sus exequias y oraciones, tuviera medios o no. Los que podían, ofrecían sus limosnas. Los que no, contaban siempre con hermandades que tenían como uno de sus objetivos hacerse cargo del entierro de los indigentes, que comprendía tanto el mismo hecho de depositar su cuerpo en el camposanto como garantizar que se ofrecieran sufragios por su alma.
Decía ayer a mi gente de Braojos que teníamos la suerte de poder fijar los ojos en dos realidades claves. Por un lado, en el retablo de la Asunción, que habla de esperanza del cielo y que anima a desear ardientemente legar un día a la patria celestial. Más aún, la Asunción de la Virgen nos recuerda cada día que el gran objetivo del cristiano, el único objetivo, es llegar un día al cielo, y que todo lo que nos ofrece la Iglesia son medios para conseguirlo.
Me da miedo que esto se nos pudiera llegar a olvidar, que nos pensemos que lo que son medios, esenciales pero medios, lo convirtamos en fines en sí mismos. Cansado estoy de escuchar a la gente, de fuera, y también muy metida en la Iglesia, que lo importante son los pobres, la comunidad, el compartir, la fraternidad, la sororidad, la alegría y que la misa sea una fiesta muy alegre. Lo importante es llegar al cielo.
Decía que además de mirar al cielo, era bueno mirar a las sepulturas que tenemos en el templo parroquial, algunas de un mérito extraordinario, porque al cielo no se llega si no tenemos una buena muerte. Nuestros mayores, menos leídos y escribidos que nosotros, pero bastante más sabios porque tenían clarísimo dónde se jugaba uno la eterna bienaventuranza, bien se preocupaban de garantizar una buena muerte a los cercanos, y, al llegar el fallecimiento, enterrar sus restos como manda la Iglesia y ofrecer sufragios por la remisión de sus pecados.
Pues eso decía yo a mis feligreses de Braojos: mirada al retablo de la Asunción para que nos entren ganas del cielo y mirada a las sepulturas para que comprendamos la necesidad de una buena muerte y de ofrecer sufragios por los difuntos. Catecismos en piedra y madera.
33 comentarios
En lo más virulento de la pandemia falleció un tío mío, su esposa hermana de mi madre. Sus restos mortales fueron incinerados y entregados a mis primos. En una primera ocasión le pregunté a mi primo el mayor qué iba a hacer con las cenizas de mi tío: Me dijo que entregarlas a su madre y que ella decidiera. Mi tía es una persona ya muy mayor y no rige completamente bien.
Hace pocos días volví a contactar con mi primo y aproveché para recordarle que su padre era católico y que sus restos mortales debían recibir cristiana sepultura como él hubiera deseado.
Su respuesta fue que no me preocupara que ellos sabían perfectamente lo que tenían que hacer y me pidió que no volviera a sacar el tema. Por lo que deduzco que la urna con las cenizas de mi tío sigue en casa de mi tía. Mal para él, mal para ella y mal por mis primos.
Con este testimonio simplemente quiero animar a cualquier católico a que respete u obligue a respetar unas exequias cristianas para él y los suyos, porque independientemente de como haya sido la vida y muerte de un católico y su destino final, su cuerpo en alguna o muchas ocasiones ha sido un Sagrario vivo que contuvo el Santísimo.
Muchas gracias y Ave María, padre.
Se me ha olvidado mencionar algo muy, muy importante:
Enterrar a los muertos es una obra de misericordia de las corporales que manda la Iglesia.
¡Ave María, padre!
que Dios le tenga bien!!!
Saludos desde Guatemala
Si lo hubiera titulado "Los catecismos de piedra y madera" le hubiese salido sin querer un endecasílabo.
Qué hermoso es eso de ocuparse de la buena muerte cristiana, sea la de uno o la de los demás.
Y sí, es verdaderamente hermoso y cristiano ocuparse de la buena muerte.
Por los bautizados fallecidos deben aplicarse Misas, rezar Rosarios, lucrar indulgencias, y todo lo que la Iglesia recomienda. Preferible enterrar el cuerpo del difunto, no quemarlo ni nada por el estilo.
"Resucitar" dice más: re-su-citar, citar de nuevo (re-) arriba, "su". Seremos citados a juicio arriba de nuevo. Este verbo fue inventado a propósito para designar la resurrección final de los muertos. Luego, es un disparate incinerarlos.
Del libro Recuperar la fe en dos días.
Dices que es un disparate incinerar a los muertos porque tienen que resucitar. Si fuera así la iglesia no tendría columbarios. Nuestro Dios nos resucitará. La manera en que muramos o seamos enterrados no lo impide, Los ahogados comidos, perdidos y desechos en el mar, los convertidos en cenizas por un volcán, los quemados para frenar la peste, los disueltos en líquidos químicos por accidente o asesinato etc. Son hijos de Dios que tiene poder sobre el mal, la muerte, es todopoderoso, misericordioso, justo, bueno y todo lo hace bien.
La fe es sencilla para los sencillos de corazón, se nos propone a todos, no es cuestión de entender los misterios, sino de aceptar la ayuda de Dios para acogerle confiando en El. La fe es aceptación confiada de lo que nos transciende y la ciencia es estudio para aprender lo posible. La fe es difícil para los soberbios, sencilla para quienes tienen su corazón y su vida puesta en el Señor, que nos protege en las dificultades que puedan surgir para apartarnos de El.
Los retablos, además de enseñar las verdades de manera clara y sencilla, son obras de arte que ganan con el tiempo. Actualmente algunos frentes del altar sólo tienen una cruz o una imagen que son símbolos evangélicos, pero también se ven otros que de evangélicos tienen poco y no se comprende que pintan ahí por muy artísticos que los consideren, lo que no anima a la fe sobra.
Los retablos, además de enseñar las verdades de manera clara y sencilla, son obras de arte que ganan con el tiempo. Actualmente algunos frentes del altar sólo tienen una cruz o una imagen que son símbolos evangélicos, pero también se ven otros que de evangélicos tienen poco y no se comprende que pintan ahí por muy artísticos que los consideren, lo que no anima a la fe sobra.
Tengo entendido, pero no lo sé con total seguridad, que en el caso de sacerdotes y personas que pudieran ser declaradas santas sí que se deben enterrar sus cadáveres por si Dios concediera el milagro de la incorruptibilidad del cadáver.
Enlazo un artículo aclaratorio sobre la incineración de los cadáveres:
Ave María grátia plena, Dóminus tecum...
Leído y escribido se admite por la RAE. si se utiliza en modo irónico. No es necesario entrecomillarlo.
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Ah, pues entonces estaba equivocado. Gracias por la aclaración.
El que muestras en la foto de la página es un acto de Fe la presentación de una verdad hoy reconocida como Dogma y demostración de lo que significa ir al Cielo, ser ingresado al Cielo, qué más se puede pedir que aquello que le fue dado a la Señora, en su condición claro, pero si es bueno para Ella deberíamos intentar seguir sus pasos de docilidad y espera.
De mala vida serán.
¿Sabían que era la asunción?
Si María sigue en todo a Cristo, y si en Maŕía, lo que en Cristo es por naturaleza, en Ella es por gracia, ¿donde vemos la Asunción de Cristo para que Ella deba ser Asumpta?.
En el punto 33 del Quicumque: "non conversione divinitatis in carnem, sed asumptione humanitatis in Deum". No por conversión de la divinidad en carne, sino por Asunción de la humanidad en Dios.
De ahí a pensar que la Virgen está intrinitarizada como criatura, junto a la intrinitarizada criatura de la humanidad de Jesús, es congruencia.
Ave María, gratia plena...
¿Sabían que era la asunción?
Perdón rectifico. La importancia rancia de un acento.
¿Sabían qué era la Asunción?
El Dogma de la Santísima Trinidad es demasiado profundo e inalcanzable como para especular con Él.
S. José de Cupertino es el que utilizó la lógica más sencilla para acercárnoslo.
¡Ave María, padre!
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