Demasiadas veces aparecen por aquí críticas a los sacerdotes. La misma doña Rafaela ha tenido peloteras constantes con los curas de su pueblo. En muchos casos los fieles tienen razón, porque se encuentran que no respetamos la liturgia, somos remisos en el trabajo, nos hacemos comodones.
Es fácil soltar criticas. Más nos cuesta reconocer las cosas bien hechas, incluso las extrordinariamente bien hechas nos parecen obligación. Por eso, al comenzar los días de la semana santa quiero rendir reconocimiento desde aquí a tantos compañeros que se desloman para celebrar la semana santa multiplicándose y dejando su vida en la cruz pensando en sus feligreses que, muchos o pocos, necesitan celebrar el misterio pascual.
Entiendo el trabajo intenso en catedrales, monasterios, parroquias de primera fila, basílicas, grandes centros de culto, pero hoy he querido acercarme a lugares más olvidados donde curas, también casi olvidados, en estos días intensos, van a dar no el do de pecho, el do y el fa si fuera necesario.
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