En mis tiempos de cura de Guadalix y Navalafuente celebraba la misa del gallo, a las doce de la noche, en Guadalix -el don de la bilocación sigo sin tenerlo, y miren que lo intento- y otra misa, a las 19 h. creo que era, en Navalafuente, a la que un servidor se refería jocosamente como “misa del pollito".
En los últimos años se está generalizando, a mi modo de ver muy tristemente, la supresión de la misa del gallo a las doce de la noche para anunciar pomposamente que sí, que sigue habiendo misa del gallo pero adelantada en horario normal de víspera. La razón que se esgrime es que resulta un horario más cómodo para la gente (y para el cura, que eso lo añado yo) y que acuden muchos más fieles.
Lo siento, pero no me convence nunguno de los dos argumentos.
Me causa una enorme tristeza la pérdida de nuestras tradiciones y nuestras señas de identidad. Lo católico se hace presente en medio de nuestra sociedad también en estos momentos de fe, cuando las familias salen de casa después de cenar para incorporarse a la noche mágica en la que, en medio de la oscuridad, los fieles se unen al coro de los ángeles para cantar gloria a Dios.
Optar por la comodidad es una cesión más al espíritu de este mundo que ha desterrado la palabra sacrificio del lenguaje y de la vida. Es muy cómodo para la gente, que ya no tiene que salir tarde de casa y comodísimo para el señor cura que se puede ir tranquilo a cenar con su familia sin tener que preocuparse de regresar para la misa del gallo.
Por encima de la comodidad yo colocaría otras cosas como la magia de la noche, la tradición católica, el testimonio de fe que supone ver a las familias a esas horas encaminándose a un templo que luce sus mejores galas.
Ya sabemos que cada vez viene menos gente. Nos creemos que basta cambiar la hora para que todo se recupere. Pobres de nosotros. Vienen menos porque se pierde el espíritu de fe, se pierde la religiosidad, se pierde la tradición. Podemos maquillar datos unos años, pero nada más. En vez de a las doce de la noche, a las siete de la tarde y con los niños haciendo el belén viviente. Viene gente. Sí. ¿Y?
Una buena amiga me cuenta que en su pueblo la misa del gallo es a las cinco de la tarde, como si fuera un festival taurino: “A las cinco de la tarde. Eran las cinco en punto de la tarde". Ni del gallo, me dice ella, como mucho del avecrem.
Por lo menos seamos honrados. La tradicional misa del gallo se ha celebrado siempre, en España al menos, a las doce de la noche. Hay otras misas previstas para ese día: víspera, media noche, aurora y misa del día. Pero aquí entramos en otra historia, y es el castástrófico “y qué más da", así que en la parroquia de Tal, la misa del gallo será a las cinco de la tarde. Vale. O mejor ya por la mañana y el cura se va a pasar el día con la familia. A ver por qué no va a poder celebrar la misa del gallo por la mañana. Claro, o en agosto coincidiendo con las fiestas patronales. Todavía mucha más gente.
Esta noche, en Braojos, a las doce de la noche, misa del gallo. Como siempre. Y cantando y bailando la pastorela. Como siempre. Somos así.
Con el canto y el baile de la pastorela, que tiene su origen el el siglo XV, a todos deseo una muy feliz Navidad.