No tengo edad ni ganas de que me quieran hacer bailar la yenka
Es que eso de aquellos saltitos de “izquierda, izquierda, derecha, derecha, delante, detrás, un dos, tres…” es para gente joven.
Cuando se tienen dos mil años, nuestra santa iglesia católica, no estamos ahora para ponernos a bailar la yenka. Bastante se hizo en los primeros siglos y bastante se ordenaron los pasos de baile en los distintos concilios ecuménicos hasta que Trento los fijó con claridad. Dos mil años son dos mil años y andamos con las articulaciones un tanto anquilosadas. Estamos para un sereno vals o un rigodón sin más complicaciones que alguna pequeña licencia.