Inmatriculaciones: vuelve la burra al trigo y ahora con mofa, befa y mucho cachondeo
Insistencia, cachondeo, tocada de narices, befa, mofa, burla y añadan más adjetivos. Nos vamos a quedar cortos.
Es inútil tratar de explicar lo que todos conocen perfectamente, es decir, que la inmatriculación de un bien no es otra cosa que la inscripción por primera vez del mismo en el correspondiente registro de la propiedad y que lleva a cabo o desde la escritura que garantiza el dominio, o en caso de su inexistencia, a través de un expediente de dominio, que, entre otras cosas, exige información pública, apertura de posibles comparecencias y la no oposición de cualquiera que pudiera estar interesado.