La vida parroquial es una cosa muy simple
Quizá es que en la medida que uno va cumpliendo sus años las cosas se terminan haciendo cada vez más simples. O que uno se va haciendo cómodo, que también pudiera ser. Pasaron, a mí se me pasaron, los años en que todo el objetivo de la parroquia era hacer cosas, muchas cosas, mil actividades, cien grupos, movimiento, todo el día estresados, todo el día a carreras. Ya saben lo que es eso: de la catequesis a los scouts, de los jóvenes al grupo de manualidades, de la vida ascendente al grupo de liturgia, de la revista al reparto de alimentos, del teatro al ensayo, del ensayo a la misa.
Parroquias con mil actividades, doscientos grupos y creativas. Sobre todo, creativas y participativas. Comisiones, consejos. De junta en junta, de reunión en reunión.
Hoy cada vez me importan menos los grupos y tengo hecho un voto privado -perdón por la broma- de acudir a las menos reuniones posibles. Mis treinta y tantos años de cura me han conducido a dedicarme a cuatro cosas que entiendo básicas y a poner en ellas el acento. El resto se nos dará por añadidura.