L'église, c’est moi. Desde luego, a mí no me representan
Aquí hemos pasado del “Somos Iglesia” -por cierto, hoy inexistente o al menos desaparecido en la práctica- a un “solo nosotros somos la Iglesia”. De repente te aparecen unos criticando con fuerza que la idea de Iglesia se la hayan apropiado unos pocos señores llamados obispos y curas, y reivindicando una iglesia del pueblo y de la base, y cuando te crees que van con buena intención, lo que te encuentras es que en realidad lo que pretenden es ser ellos los dueños del chiringuito en todo: la palabra, las normas, las leyes y hasta el copyright de la misma palabra “Iglesia”. Vamos, que no querían algo de todos, sino apropiarse de lo que de todos era.