Ni pican ni muerden
Para nada, aunque haya gente convencida de ello. Los documentos de la Iglesia, las orientaciones litúrgicas o catequéticas, resulta que ni muerden, ni agreden y además no guardan veneno oculto. Yo creo que si no se leen es por otra causa, quizá por esa autosuficiencia de pensar que todo lo sabemos nosotros, que en Roma son unos ignorantes y que yo me basto y me sobro para saber lo que tenemos que hacer.
Debería ser imprescindible dedicar un tiempo cada día para el estudio, porque muchas de las bobadas que decimos o hacemos se pueden resolver con media horita de lectura. Incluso con bastante menos.
Cuántas veces no se habrán contado barbaridades y disparates que pueden verse en las misas con niños. El arreglo es tan sencillo como estudiarse un día con tranquilidad el directorio para las misas con niños y ponerlo por obra. Las originalidades litúrgicas se solucionan simplemente leyendo la letra “colorá” en el misal romano. Los supuestos problemas teológicos que se hacen algunos con el “pro multis” donde llegan a decir que eso es afirmar que la salvación no está destinada a todos, se arregla perfectamente leyendo un cuarto de hora.
Un gestor, un economista no se ponen a realizar gestiones o una declaración ante hacienda sin leerse antes bien la normativa. Lógico. Los lingüistas y filólogos son capaces de discutir semanas sobre el uso de tilde en la palabra tal y tratan de ajustarse en todo a lo que dicta la Real Academia de la Lengua Española. Es su obligación. Yo desde luego jamás contrataría a un abogado que no tuviera a mano los distintos códigos y además abominara del Aranzadi, mientras me dice que él ya sabe. Mejor ir a otra parte.
Pues esto que en la vida civil, donde nos jugamos dinero, prestigio y honrilla, no se acepta, lo toleramos divinamente, nunca mejor dicho, cuando a las cosas de la fe nos referimos.
Los sacerdotes y agentes pastorales necesitamos estudiar y beber de fuentes que de verdad sean fiables. La Escritura, evidente, pero sabiendo que eso del libre examen no es para nosotros, que nosotros interpretamos la Escritura siguiendo la enseñanza del magisterio. El catecismo de la Iglesia, base FUNDAMENTAL, y luego los distintos directorios, introducciones e instrucciones según nuestra tarea fundamental. Así de sencillo.
¿Ustedes dejarían la catequesis de sus niños en manos de gente que desconozca el Directorio general de catequesis? ¿Pondrían la liturgia de la parroquia en manos de un grupo que desconozca la Sacrosanctum Concilium y la Instrucción general del misal romano? ¿Se puede confiar en un voluntario de Cáritas sin instrucción? ¿Y se puede uno fiar de un sacerdote que no da importancia al estudio?
No necesitamos mucho, no crean, pero al menos sí leernos de vez en cuando, por ejemplo, en los rituales de los sacramentos las introducciones sobre lo que es cada sacramento y cómo celebrarlo.
La mitad de los problemas, y quizá me quede corto, que tenemos en la Iglesia se solucionaban si los sacerdotes y los agentes de pastoral dedicáramos menos tiempo a nuestras peculiares ocurrencias y originalidades y más a estudiar, leer y conocer lo que la Iglesia nos pide. El problema es que pare eso hay que ser más humilde y reconocer que a lo mejor uno no sabe de todo y que hasta podría suceder que llegáramos a comprender que los documentos de la Iglesia en lugar de estar redactados para hacernos la puñeta resulta que son una cosa sensata, bien hecha, y que buscan incluso nuestra salvación. Y además… uno tiene que acostumbrarse, a dedicar tiempo a leer y estudiar. Y claro, eso supone que habría que dedicar menos horas al Marca.
28 comentarios
Oiga sr cura, que para dar la paz, la normativa establece que se de a los del lado del bancal, y no desplazarse de un sitio a otro, que parece la bolsa en un día agitado ¿Ah si, no me diga?
Oiga, que se ha recordado varias veces tanto en exhortaciones (Benedito XVI), cartas, en el misal romano... la conveniencia de que los fieles se arrodillen en la consagración ¿Entonces porqué en su parroquia los domingos todo el mundo permanece de pie? Pues es que es más digno, eso de arrodillarse es propio de esclavos
Ya, como lo hicieron los pastores en Belen, los Reyes al adorar al niño, o que toda rodilla se debe doblegar ante el Señor como dice S. Pablo, es propio de esclavos ¡Caramba con el cura! ¿Y que pasa con la esclava del Señor? En fin, de pena...
Ya le digo yo una docena de curas de mi diócesis, así, a bote pronto y sin pensar, que aunque les muestres las rúbricas, el canon, el punto del catecismo o el artículo correspondiente del documento papal que sea, delante de las narices, les da absolutamente igual (ya lo he hecho muchas veces y lo único que he conseguido es desprecios y "que si eres un carca", "que eso es interpretable", blablabla).
Pierda la esperanza. Harán siempre lo que les da la real gana. Y no pasará nada, nunca. Basta con el simple ejemplo de la vestimenta clerical, que escasea incluso entre los propios vicarios episcopales. Y está bien claro su uso en el Código de Derecho Canónico.
Dice ud.: ¿Pondrían la liturgia de la parroquia en manos de un grupo que desconozca la Sacrosanctum Concilium y la Instrucción general del misal romano? Pues ya lo hacen los obispos. Y no sólo la ponen en manos de quien la desconoce, sino en manos de quien la desprecia. Y suma y sigue.... Así nos va.
Algún día tendría que comentar por qué se fueron muchos obispos a misiones o dimitieron de sus cargos hace ya unos cuantos decenios: Buixarrais, el que le ordenó a usted....
Muchos tampoco leían mucho dentro del Seminario, hay que decirlo también. Y ahora, ha venido lo peor: con Internet y Google, se lee menos que nunca. Los libros se empolvan y enmohecen en las bibliotecas...
¿Leerse el Misal? ¿La Ordenación General del Misal Romano o la de la Liturgia de las Horas? Mucho menos, las rúbricas de los rituales, enormemente denostadas. Que como están en rojo, son para evitar. Y, como se ve por los resultados, saltadas a la torera, sin entender nada de sus razones.
Y algunos de estos sacerdotes llegan a Obispos en las mismas condiciones. ¿Cómo no van a permitir y hasta alentar que sus sacerdotes hagan lo mismo que ellos han hecho toda su vida?
Ay, los Seminarios...
Saludos cordiales.
Es increible, hay que gente que se equivoca aleatoriamente, pero hay gente que se equivoca con precisión milimetrica y con constancia periódica.
Es que no falla, eres especialista en salirte por peteneras, que tan bien explico Palas. Te hablan de física, y tu en seguida a contarnos tu película. Te hablan de cocina y tu a contar otra vez tu película, que es la misma que cuentas en todos los post hablen de lo que hablen. ¿No te das cuenta de que estas diciendo lo mismo todos los dias y que ya eres un poco cansino? Anda varia un poco, escribe aunque sea la guia telefonica, asi variaras y hasta sera mas ameno.
Se limita a transmitir de manera compacta para el hombre de hoy lo que está en la Biblia; lo que dijeron al respecto un cierto Obispo de Hipona (que escribió un poco y con cierto estilo) uno de Aquino llamado Tomás (que no fue el tonto de la clase) y cientos de mártires y confesores de la fe que fueron hermanos en un mismo punto: Lo que llamamos el Magisterio y la Tradición de la Iglesia.
Del cura "creativo" el que se pasa la liturgia oficial por el forro y se pone a bailar en el altar en Misa, sabemos que su madre falleció, Porque si no ella iba a la sacristía y le daba dos bofetones.
Cuando alguien tras casi 25 años juntos le dice todas las noches a su cónyuge que le quiere mucho, hace muy bien porque las cosas hay que recordarlas para que sigan vivas. Hace falta ser un perfecto imbécil para reprocharle que utiliza un lenguaje obsoleto, del noviazgo y que ahora tiene a su disposición previo pago izas, rabizas y colipoterras.
Primero no se sabe lo que es, Segundo se la pasan por el forro. Esto de pasárselo por el forro es más de laicos. Los curas poco pueden hacer. Son los laicos con alguna responsabilidad parroquial los que se tienen que poner las pilas y salir de su ámbito de comodidad.
También tenemos que valorar más lo bueno, porque ya es raro que teniendo “al mundo mundial” en contra aún hay sacerdotes y seglares que viven la fe como Dios manda. Se dan cursos de Teología parroquial, encuentros diocesanos de liturgia, retiros para orar, charlas para entender cada ciclo del calendario litúrgico, actividades varias, lectio divina, hasta romerías y demás asuntos católicos de siempre.
Así que animarse, porque desde abajo toca subir arriba, nuestra ola pasa y viene una con más fuerza y más alta.
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Jorge:
Laus Deo.
Si no se leen y no se dicen es porque al cura en cuestión, llegado el caso, le da "repelusa" el decir a los fieles que -por ejemplo en la comunión-:
-Amigos míos perdonarme si os recuerdo que la santa comunión con el cuerpo de Cristo, aquí en la Hostia presente, se debe de tomar en paz y gracia de Dios. Y que de lo contrario, si no es así, el comulgante se, puede, comer su propia condenación al infierno.
Muy querido D. Jorge:
¡Cristo le bendiga y le guarde!
Coincido plenamente con su artículo. Muchas gracias por haberlo escrito.
Es verdad que muchos sacerdotes necesitamos humildad (¡yo el primero!) para reconocer que no sabemos todo y reconocer, a ser posible, que “no sabemos casi nada de casi nada”.
La dificultad está, creo, en que, para recibir esta humildad (¡tan bella y hermosa cuando la vemos en los demás y tan realmente escasa en nosotros, siempre que somos capaces de vernos a nosotros mismos, siquiera un poco!), se requieren imperiosamente al menos dos cosas: 1) volver a Cristo de verdad, reconociéndole como mi Maestro, mi Señor, mi Dios, mi Heredad, mi Copa, Alegría, mi Esperanza, mi Bien, mi Todo; 2) reconocer, como el hijo pródigo, que tal vez llevo años y años lejos de la casa paterna, que es inseparable de mi casa materna (la Iglesia), y todo ello porque me he apoyado “más de la cuenta” en mi prestigio, cualidades humanas, simpatías, títulos académicos, rango familiar, etc.
Algo de esto diría, querido D. Jorge.
Un abrazo muy fuerte:
José Mari, franciscano
Muchas gracias también a sus comentaristas, en especial a maru, Forestier, Scintilla, Juan Mariner, Vladimir, Haddock., Tulkas, Martinna, Juanestella y Farias.
Los clérigos tendrían que considerar a los seglares como hermanos, no mirándonos desde arriba sino como iguales hijos del Padre para cuya salvación fundó la iglesia. Porque la iglesia se fundó sobre la fe de los apóstoles para llevar la fe a todos y hacer posible el reinado de Dios. La iglesia somos todos a una dando testimonio de nuestra fe y vocación, los clérigos tienen su razón de ser para el servicio de la gente y debemos hacer agradable ese servicio poniendo todo de nuestra parte para que funcione según el Plan De Dios.
La puesta al día que pretendía el Vaticano II está por extremar, un poco de aquí otro poco de allí pero no acaba de ponerse bien en marcha.
Claro que para esto hay conocerlo y tener comprensión lectora, para saber qué se dijo en él, no en el delirante y onanista "espíritu del concilio".
Lo que dices es cierto para parroquias en las que se den grandes abusos, pero eso no es lo habitual.
Lo habitual es que el cura cuente con (no necesariamente delegue) grupos de liturgia, particularmente en parroquias urbanas grandes. Bien, pues esos grupos no necesariamente cometen grandes abusos, PERO no se guían por la OGMR, es decir: no siguen la OGMR al pie de la letra.
La Liturgia no es la preocupación número 1 de los curas y, por lo que veo, se dejan llevar por inercias: movimiento de origen, usos de su Seminario, grupos a los que pertenecen, etc. Aunque yo no soy novusordista he de reconocer que el Novus sordo promedio está muy por debajo de la OGMR. Prueba de ello son las Misas de la segunda cadena, por ejemplo.
Para el laico del grupo de liturgia guiarse por la OGMR es tan necesarip como guiarse por el código de circulación cuando coja el coche, dígaselo el cura o no se lo diga.
Pero de lo que le hablaba no era de la cantidad, sino del fenómeno, que si no se ataja se comerá en poco tiempo lo que quede sano. Aquí no se trata, como sugiere, de algo parecido a las normas de tráfico. Éstas son convencionales: se puede conducir por la izquierda o por la derecha, Incluso se podría proponer que por el centro y los laterales. Se aprueba y, una vez aprobado, todo el mundo a cumplir. En la Iglesia la norma, trata de proteger un bien intrínseco de las cosas, que en el caso de la liturgia es, nada más y nada menos, que el culto agradable a Dios, el que él nos ha transmitido, no lo que se les ha ocurrido a unos pirados a lo largo del tiempo. Así que la norma protege los derechos de Dios y nos ayudan a llegar a Él. Que cada uno crea que él tiene, siguiendo ciertas ideas, la clave de cómo debe hacerse eso es, simplemente, diabólico. Que un cura vea las normas de la IGlesia como una imposición absurda o como usted, como las normas de tráfico, que la santidad que él y sus amigos encarnan pueden saltarse a la torera indica que ese cura no está guiado por el Espíritu ni ama a la Iglesia ni a los fieles al frente de los cuales ésta le ha puesto.
El padre José Mari ha puesto el dedo en la llaga: falta humildad por unos y por otros, que es lo que quería decir antes. Es una cuestión de poder, las misas se convierten así en cuestión política. De do ut des. Los grupos de liturgia o el encargado de liturgia (que holgarían con un diácono, por cierto, que hiciera su trabajo) que hay en muchas parroquias son emanaciones del pueblo desnortado que hay hoy. El cura los elige porque sabe que van a ser bien recibidos entre el público, y éstos son bien recibidos porque saben lo que tienen que hacer. Un liturgista de parroquia no es que conoce el misal y la dirección de la Iglesia en cuestiones litúrgicas, sino el encargado de dar protagonismo al pueblo y sus diversas facciones, estratos, grupos y demás en las celebraciones. El pueblo piensa que se celebra a sí mismo en la liturgia, que el cura certifica eso con su acción y el liturgista es algo así como el correveidile o el tipo o la tipa tan lacayunos y fieles que se dedican a sorprender a unos y otros siempre en la misma línea (¿por qué no hacemos no sé qué o lo hacemos así o asá? es su pregunta favorita en los consejos parroquiales). El protagonismo del pueblo es contraparte del protagonismo (menor: que él puede irse en cualquier momento) del cura y se complementan mutuamente. Y se perdonan mutuamente sus errores, déficits, etc. El cura puede salir como santo de allí si y sólo si hace lo que el pueblo ve bien, diga lo que diga la Iglesia. Su santidad depende de la opinión de una gente a la que no se ha tomado la molestia de dirigir, porque en el momento que haga eso sabe que será problemático. Por eso el cura no les dirá nada, conozca o no lo que está bien hecho, ni ellos se preocuparán. No es que la liturgia no importe, no se engañe. Importa y mucho. Es lo más importante. Pero para llevar no a Dios, sino al dios pueblo, nación, ego, etc. PAra adorarse a sí mismos. Y al servicio de eso ponen toda su atención, echan la casa por la ventana, como se ve en los ejemplos que le puse antes.
Ave María
De acuerdo en todo pero creo que no me has entendido.
La comparación con las normas de tráfico es pertinente porque éstas tratan de proteger un bien intrínseco también: la vida de las personas. Es una analogía: uno no puede saltarse a la torera una norma de tráfico sin poner en peligro su vida, seguridad, integridad o la de otros. Con las rúbricas pasa un poco lo mismo, pero no se ve la herida, ni se ve al muerto o al tetrapléjico pero vaya si los hay.
Reiteró que los curas se dejan llevar por inercias porque, en general, no les importa mucho la Liturgia.
Desconozco cómo está la cosa en el Reino de Mallorca, en los condados catalanes un poco más y es modernismo rampante, en el resto de La Corona de Aragón sólo una parroquia muy decente de Calpe. Acá en Castilla andamos mejor, parece.
Y lo que yo le respondía a eso es que eso no puede funcionar donde no haya un cura que no se preocupe por la liturgia. Y que además no sea un cura que se vista por los pies, que quiera ser cura de veras. Lo de los movimientos, tics de seminario y demás podrán ser defectillos, tendencias, sellos, lo que quiera, pero no pegarse con la ley de la Iglesia. Y le exponía por qué era inverosímil: por el conchabeo entre cura y pueblo contra los derechos de Dios y la conversión de la eucaristía en un espectáculo humano y triste, por muchas luces que le pongan, al servicio del demonio en definitiva. Al que esos liturgistas de ocasión se prestan con gran alegría e ignorancia. Y antes he visto lo contrario: echar a perder una buena parroquia con un cura renuente a confesar, con ideas propias sobre lo que debe de suceder sobre el altar y alrededores, cantarín de medio pelo, fuguilla con todo lo que tiene que ver con el sostenimiento del templo… Y en poco tiempo, además. Como un azote que pasó sin hacer aparente daño ni montar ninguna y ahora no hay quien levante aquello. Piense lo inverso: que un cura despistado invite a que lleve la liturgia un laico y resulte que éste se sepa y estudie liturgia y que esté dispuesto a que se cumpla, y que el primer día desde el ambón, por ejemplo, invite a los fieles a arrodillarse en la consagración y en la ostensión, o le llame la atención al cura por no seguir las rúbricas o no repartir la comunión, a los lectores les invite a inclinarse ante el altar cuando pasen delante antes y después de leer, que reprenda al sacristán por consumir el vino de un copazo. Lo tiran de ahí a patadas no sólo el cura y el sacristán y los lectores, sino todo el pueblo. El callo es grueso y duro y los laicos pueden ayudar, pero el pastor es el pastor y tiene que ir delante. Sin él, sin su fortaleza, no es posible ningún cambio.
En cuanto al código de circulación, claro que se lo puede saltar uno y no poner en peligro la vida o la integridad de nadie. Pasa todos los días. Pero no puede saltarse las normas litúrgicas sin que se resienta el debido culto a Dios. Lo administrativo es puramente convencional, es lo que quería decirle, lo mismo da que se conduzca como hacen los ingleses, por la izquierda, que por la derecha. Y todos sabemos que cambiarlas es cambiar algo puramente humano, una decisión que podía ir en otro sentido y haría el mismo trabajo. No hay más accidentes por conducir por la derecha que por la izquierda, mientras que siempre se haga por un lado. Pero con las normas de la liturgia no sucede lo mismo. No es lo mismo decir la fórmula de consagración que decir otra cosa. Y no se puede decir otra cosa: su contenido no está a disposición de la norma, que tiene la obligación de proteger esa fórmula. Sí, los vestidos, etc… me puede decir. Pero eso es que no son producto de una decisión individual, ad hoc, sino el resultado de una historia, de una tradición que la norma de nuevo protege. Incluso cuando son cuestiones más humanas que divinas. Pero de una humanidad que ha tratado así de rendir el culto a Dios de la manera más digna, además de más agradable, que sólo le cabe a él y que por eso sólo cabe una manera. En fin, todo está alrededor de esa única manera de dar el debido culto a Dios. Al asimilarlas, las normas de tráfico y las de la liturgia, cae usted en la mentalidad de tantos curas que se toman esas normas como convencionales, puramente humanas, que ellos, por un mejor fin, por un bien intrínseco que a ellos se les ocurre, pueden cambiar… para mejorarlas para esa gente que tienen a su cargo. Es la mentalidad modernista o administrativista, que diría don Alonso Gracián.
Admiro su conocimiento de la Iglesia en el Reino de Aragón. No sé si salvando una iglesia lo salvará del fuego eterno. Aunque el rey de España sea rey de Mallorca, le informo que el Reino de Mallorca perdió ese nombre con la provincialización, hace mucho. Y ya no lo era entonces.
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