Acabo de conocer al nuevo cura de mi pueblo
Hay una cosa en la que quizá no han pensado, y es que los curas, además de ser párrocos, vicarios parroquiales, o lo que sea, seguimos siendo de alguna manera feligreses de nuestra parroquia de origen.
Servidor, además de ser ahora cura de pueblos, es de pueblo, y mi parroquia es la de mi pueblo. En ella fui bautizado, hice la primera comunión, ejercí de monaguillo, me he confesado ni se sabe las veces, colaboré en lo que pude y hasta fui ordenado sacerdote. En la parroquia he celebrado misa muchas veces, confesado otras cuantas, bautizado, casado y enterrado entre lágrimas y oraciones a muchos, entre otros a mis padres. En estos días ha llegado un nuevo párroco, y hoy acabo de tener la oportunidad de presentarme y de que nos conociéramos personalmente.
Algunas veces he escrito sobre la parroquia propia, el cambio de parroquia, el trato de párroco saliente y entrante… pero hoy, tras saludar a mi nuevo párroco, se me ha ocurrido escribir algo sobre la relación del sacerdote con el párroco de su parroquia de origen. Como siempre, notas que a uno se le ocurren casi de repente.
La primera, darse a conocer, saludar, y ponerse a disposición. Uno no sabe si el sacerdote puede necesitar alguna información, especialmente en los pueblos, una ayuda puntual, lo que sea. Aquí está uno. En la retaguardia, en la sombra, pero está por si hace falta para algo.
Es importante saber ayudarle y colaborar en su ministerio, y esto significa como mínimo no entrometerse en sus cosas, respetar sus formas y animar a la gente a colaborar y echar una mano. Por supuesto, ofrecerse a colaborar en lo que buenamente sea posible, que siempre se puede algo. Por ejemplo, acabo de decirle que la tarde de los martes la suelo pasar en el pueblo, es mi día “libre” y que si quiere me tiene a su disposición por si le viene bien que le diga yo la misa y estar él libre para algo que necesite.
Normal encontrarte con alguien que, como eres del pueblo, en confianza -je- te cuente chismes del cura. Ahí siempre tajantes: es un buen sacerdote, con sus peculiaridades como todos, y menos criticar, más rezar y más ayudar. No voy a admitir chismes de un compañero, lo que tengáis que decir, se lo decís a él.
Normal, también, que haya gente que, aprovechándose de la amistad o de la cercanía, nos quiera utilizar para saltarse las normas y criterios pastorales: un bautizo fuera del grupo, una comunión en horario extra… Pediría que en eso fuésemos muy serios: uno hace lo que sea, pero JAMÁS fuera de las normas del párroco. Hay gente experta en enredar. Mucho cuidado.
Bueno es que la gente pueda ver, en vivo y en directo, que el párroco y los curas hijos del pueblo mantienen una cordial amistad sacerdotal. Eso ayuda a que comprendan lo que es el presbiterio. Eso se nota, eso se percibe. Vale la pena.
Y si en alguna ocasión a uno le llega alguna cosa que le preocupa del compañero, para eso están la corrección fraterna, que significa decirle: oye, mira, quería comentarte una cosa, y es que he visto, me han dicho, y me ha sorprendido… Quizá no te has dado cuenta, o no has sabido valorar…
Dicho esto, bien venido, Juan a tu nueva parroquia. Nos hemos intercambiado teléfonos y estamos en contacto. Me queda rezar para que su ministerio en el pueblo sea muy fecundo.
11 comentarios
Tiene una suerte enorme de contar en la sombra con la disposición y los consejos de D.Jorge.
Así que, un sincero ¡gracias!
Ave Maria, gratia plena, Dominus tecum, benedicta tu in mulieribus, et benedictus fructus ventris tui, Iesus. Sancta Maria, Mater Dei, ora pro nobis peccatoribus, nunc et in hora mortis nostrae. Amen.
Probando a ver si me han baneado de toda la web.
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Jorge:
Aquí se le lee.
Ave María, llena eres de gracia...
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