Frases solemnes rellenas de nada (IV): lo importante es caminar
Vamos con otra: “lo importante es caminar”. Pues no. Porque si uno está al borde del abismo y camina, se pega la leche.
Vamos por partes. Lo primero para caminar es saber dónde narices está uno. En el frontispicio del templo de Delfos estaba escrita la frase “conócete a ti mismo”. Por tanto, antes de empezar a andar, a ver dónde está cada uno, porque difícilmente se emprende una ruta sin definir el punto de partida. Punto de partida: el propio conocimiento. Y ya es asunto complejo.
Sigo. Vamos a poner un ejemplo. Supongamos que el punto de partida es Madrid, lugar de trabajo de un servidor. ¿Y el punto de llegada? ¿Dónde quiero ir? Imaginen respuestas: busco el sol; quiero ir a la felicidad plena; mi meta es la plenitud; solo deseo ser yo; el amor me puede. Genial… Y eso ¿está al norte, al sur, al este…? Mientras se lo piensa podría darse una vueltecita por El Escorial, que tiene mucho que ver. Malamente una ruta definida sin detallar dónde quiero llegar.
Al final resulta que, en ejercicio de mayeútica que haría palidecer al mismo Sócrates, y sigamos con los griegos, hemos conseguido arrancar que lo que a uno realmente le apetecía era conocer Monforte de Lemos. ¿Puedo saber por qué? ¿Para comer lacón con grelos con unos primos, para una reunión de trabajo, para descansar en vacaciones, para recorrer caminos rurales, para…? Porque claro… eso también hace que nos planteemos el viaje de una manera o de otra. Pues ya sólo queda definir el cómo llegar. ¿Avión a Santiago? ¿Tren? ¿Coche? ¿Caminar? ¿Acémila o afín? Uno evalúa, elige, decide… Y hasta se vuelve a preguntar si realmente hay un por qué para ir a Monforte. Y entonces sí, comienza el camino que le llevará al destino soñado.
Es que si no se dan estos pasos uno corre muchísimos peligros. El primero el de estar al borde de un precipicio y como no era consciente, despeñarse y palmarla. Pero hay otros no menos peliagudos. Por ejemplo, acabar como los locos en el patio del frenopático. Andar dando vueltas como burro atado a la noria. Mucho cansarse para no ir a ningún sitio. Y otro más. Porque si uno echa a andar sin pensar por dónde y a dónde, le puede pasar que de repente se encuentre a la altura de Ocaña, agotado, y diciéndose que qué leches hace ahí cuando le están esperando sus primos de Monforte con el lacón con grelos.
Caminar es peligroso si no se sabe a dónde o por dónde. Un servidor pretende el encuentro con Cristo. Y como camino, la vida en la iglesia. Y camino, aunque a veces me canso e incluso voy para atrás. Pero como no sepas ni desde dónde, ni a dónde, ni cómo, ni por qué… cuanto más camines, peor. Y encima, te agotas.
23 comentarios
Cada día se le entiende mejor aunque hable en parábola.
Y gracias por enfatizar que el modelo es Cristo.
In Domino.
Progreso en su segunda acepción en el diccionario de la RAE de 1956 (repare usted que eludo las prostituciones que los masones añadieron a partir de 1970) significa "perfeccionamiento" Saltar al vacío cuando te haces un selfie -yo prefiero llamarlo autofoto- mientras sonríes al cruzarte en la caída con empresas que te abandonan, con la herencia de tus mayores, con la médula que te constituyó antes que te onanizaces con la historia (¡toma ya, acabo de crear un neologismo!) y cambiar tu nombre de Ataulfo por el de Vanessa, no me parece prudente ni sensato.
1) ¿Es usted célibe?
2) ¿Cómo se llama su jefe en Roma?
3) ¿Dónde está la imagen de Santa María?
Las contestaciones a estas preguntas conducían a los cristianos ocultos a la Iglesia Católica y a ninguna más. Por lo tanto podemos decir que aquellos cristianos no dejaron de caminar generación tras generación en la buena dirección.
Saber hacia donde uno se encamina es el paso previo para empezar a andar por largo, tedioso, doloroso o amargo que el camino sea.
Yo respeto mucho a Antonio Machado pero, como católica, nunca he estado de acuerdo con una de sus frases más citadas: "Caminante no hay camino/se hace camino al andar". Hasta Odiseo sabía que su destino era Ítaca, de lo contrario la Odisea sería un sinsentido.
Eso sí, Pater, ya que ha emprendido el camino de diseccionar las frases solemnes rellenas de nada, me permito sugerirle una que me fastidia especialmente, para que le aplique la zurra de rigor; la frasecita es: "cada uno tiene su verdad".
Aunque esta no estoy tan seguro de que esté rellena de nada, sino mas bien de muy mala leche. En cualquier caso, la sugerencia está hecha por si quiere utilizar la frase como "sparring".
Estas frases, como la de los futbolistas o los ganadores del Concurso de Queso Regional, me suscitan cierta ternura. Bien es cierto que no llegan a la altura lírica ni a la profundidad metafísica de una hija tuya que tras un momento de silencio, te mira fijamente para decirte: " Aita, caca"
¡Si no necesitamos teología ni patrología ni filosofía!
Basta la contemplación de lo inmediato. Admirar lo ridículos que somos, para sumergirnos en el enorme misterio que significa que a nosotros, polichenelas con pretensiones, Dios nos ama infinitamente.
En cuanto me entere por qué, escribo otro comentario.
He impreso su comentario en una magnífica octavilla que seguro me da mucho juego. Y me he echado buenas risas.
Aunque me da que el mérito está en su magnífico desayuno. . . .
El hombre siempre debe saber por qué hace lo que hace, hacia dónde se dirige, qué es lo que busca y qué es lo que evita o debe evitar. Es cierto que para el obsesivo la infinita cavilación es un modo de no avanzar, y que para el impulsivo la infinita actuación es un modo de hacer siempre lo mismo y no avanzar. Pero ambos necesitan, desde su circunstancia personal, saber para qué se mueven, cuáles son sus intereses y objetivos.
Es cierto que la vida es muy imprevisible en multitud de ocasiones, pero la dirección de nuestras vidas no podemos dejarla al azar. En verdad jamás actuamos por azar, sino condicionados (que no determinados) por nuestro perfil de personalidad. Si uno piensa o actúa demasiado es porque desde su corazón se sitúa así frente a toda realidad. Luego, en efecto, la vida tiene sus circunstancias que no controlamos y nos influyen, pero nunca hasta el punto de decir que lo importante es caminar. El caminante debe saber que existe su camino, y que éste seguirá existiendo lo recorra o no.
Así sucede con nuestras vidas, que sabemos que estamos al "borde del abismo" y, como bien dice usted, antes de "dar un paso adelante", primeramente y por seguridad, retroceder un paso, reflexionar el porque he llegado al borde del abismo y como puedo continuar sin "descalabrarme".
*¡Qué gracia, mirando en la wikipedia esta célebre frase dice que fue una manía de bailar colectiva en los s. XV al XVII provocada por el cornezuelo del centeno!
El caminar de estos es el de los que caminaban junto a Jesús, pero durante el vía crucis.
Estos tipo de individuos, registradores de la propiedad, se defienden mal ante la irracionalidad y en situaciones extremas.
Lo mismo le pasó a la Iglesia Católica con Lutero, que era un sanguíneo de libro, y que, como tal desarrolló una propaganda anticatólica que fue un antecedente de la de Goebbels, y la Iglesia Católica, como el registrador de la propiedad, entró en profundo estupor y ante un libelo de monjas echando pedos y frailes con morros de cerdo contestaba con un sesudo tomo sobre los riesgos de tomarse en serio la sola fe (500 páginas de filosofía tomista). La consecuencia fue que en Flandes y en Alemania hasta los analfabetos lograron un estereotipo del católico y en cambio nosotros, nos tomabámos en serio a los protestantes.
El individuo que conoce al que está delante tiene que hablarle en su misma lengua, porque una formal no entiende, y machacarles utilizando los mismos medios que ellos. De lo contrario tiene la batalla perdida.
La anticipación le cuesta mucho y siempre va al rebufo de lo que los otros irraciales e intuitivos hacen.
J. M. Serrat
Sin caminar no habrá camino
Me quedo con Ulises, puesto en camino hacia la Ítaca de su vocación.
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