Conferencias episcopales: nada sin sifón
Merecería la pena preguntar a nuestros feligreses por la Conferencia Episcopal. Por ejemplo, a los habituales de la misa dominical a ver si saben qué es eso, el nombre del presidente y del vicepresidente. Y ya, para los que busquen nota, les pediría si recuerdan algún documento o alguna norma que hayan salido de ella.
Incluso a sacerdotes, religiosos y gente metida en cosas de la Iglesia. Más aún, a mis lectores, que son personal bien informado y suficientemente leído y escribido. Señores lectores de este blog: ¿ustedes sabían que ha habido plenaria de la conferencia episcopal esta semana? ¿Tienen idea de lo tratado? Y ahora, en voz bajita, shhhh… ¿les importa mucho?
A nivel general importa tan poco que de ello no habla ni la prensa, y eso que en esta ocasión la presencia de los reyes de España ha sido noticiable. Si no llegan a aparecer sus majestades no lo cuentan ni en el ABC. Por supuesto que los escritos y documentos poco más que material para el archivo. Me atrevería incluso a pedir a algún experto el número de visitantes que tiene su web. Su cuenta de twitter asciende a 6.909 seguidores, y nada menos que cinco “me gusta”. Vamos, que ni los mismos obispos han dado al botoncito. Infocatólica tiene casi 90.000 seguidores. Esto solo significa una cosa: que la Conferencia Episcopal Española importa bastante poco.
Las conferencias episcopales son lo que son y no demos más vueltas. Puro intento de coordinar acciones pastorales, con la dificultad de que cada obispo es pastor propio de su diócesis y por tanto hace caso a las orientaciones y a los documentos de la conferencia simplemente si le place. A esto añadimos que como resulta que, en la conferencia, para dar siempre sensación de unidad, se busca que los documentos sean aprobados por unanimidad o casi, pues todo acaba en un no decir nada que pueda molestar a cualquier obispo. El fruto son documentos y orientaciones más light que caldo de asilo a fin de mes. Nada.
Lo único que tiene algo de repercusión son cartas pastorales aisladas de obispos, especialmente de los obispos que llaman a las cosas por su nombre. ¿El resto? Nada de nada. Hace ahora año y medio sacaron desde la conferencia episcopal la instrucción pastoral “Iglesia servidora de los pobres”. ¿Y? Pues eso. Que la sacaron. Hace un año ofrecieron el plan pastoral para los próximos cinco años. ¿Alguien lo conoce? ¿Alguien lo tiene en cuenta? Me da que ni los propios obispos.
Pues eso. Que las conferencias episcopales son casi la nada, y la nuestra la nada del todo. O con sifón para disimular, yo creo que ni sifón, y que sus reuniones importan tanto como un desfile de fallas con fallera mayor al frente. O menos. A las pruebas me remito. En tiempos de redes sociales, 6.909 seguidores en twitter frente a los 90.000 de Infocatólica. 11.800 me gusta en facebook, cuando Infocatólica pasa de los 300.000.
¡Oigan, que a nadie interesa Infocatólica! Je. Treinta veces más que la Conferencia Episcopal.
21 comentarios
No tiene más "me gusta" porque los que se leen entero un documento de la CEE suelen fallecer de aburrimiento.
¡Cómo estará el rebaño!
: )
Quizás las Conferencias son así porque sencillamente no corresponden a la necesidad de los católicos, son una creación reciente, copiada a partir del mundanismo representativo y no pertenecen al funcionamiento natural de la Iglesia, un pastor y su rebaño.
Por lo menos, las Conferencias se componen de obispos que representan la tendencia mayoritaria de los obispos que la componen. Sin duda los obispos son como los desean sus fieles, y si los fieles no dicen nada, ¿por qué los obispos tendrían que decir algo? Un gato no hace un perro...
Me parece muy sospechoso por su parte que habiendo tantas marcas de sifones -Lacor, Montserrat, La Tropical, Peñafiel- haya elegido precisamente "La Revoltosa" (término que todos los padres hemos utilizado alguna vez con nuestras hijas de dos a tres años que vuelven loca la casa, pero que desde luego no nos pastorean) para ilustrar un post sobre la CEE.
¿Le ha traicionado el subconsciente o quiere insinuar algo?
Si fuera usted Cardenal, esta duda podría haberle costado el cardenalato.Porque la viril firmeza inequívoca de la Iglesia de hoy en día, no admite ambigüedades.
Pero desgraciadamente se corrompieron en otra cosa: una versión "modernista" de los antiguos concilios provinciales (¿se acuerdan de algunos concliábulos, como "el latrocinio de Efeso?).
Artículo muy claro. Y muy bien redactado,
Yo conozco estrictamente el "enloquecimiento" hace justo un año en mi parroquia con el "plan pastoral para los próximos cinco años".
Había que desarrollarlo urgentemente para evacuarlo por escrito en pocos días al superior del párroco. Se evacuó en fecha y forma.
Después de 12 meses nada de nada nuevo: Business as usual.
Afortunadamente el business en mi parroquia es 99,999% carca (salvo los enfermos de rodilla y espalda (con certificado médico ;-) ), TODOS y TODAS se arrodillan en la consagración y con campanilla bien tocada).
Me duele su artículo, pero la verdad nos hará libres.
La otra Verdad también y de verdad.
In Domino.
Hablamos de vivir el Evangelio, pero ¿realmente lo vivimos?. Cuando escucho y leo ciertas cosas me viene a la cabeza esa frase de S. Francisco: “Predica el Evangelio en todo momento, y cuando sea necesario, utiliza las palabras.”
Queden Uds. con Dios.
Y la verdad, yo llegados a este estado de cosas en España y en la ICAR, ya no supongo nada. O si, puedo suponer q el mundo está lleno de rancios burócratas q no aspiran sino a permanecer y no tienen los eggs necesarios para dejar paso a los q auténticamente sienten la palabra COMPROMISO.
Padre Jorge, el sifón me hizo recordar a un encuentro de catequesis de confirmación.
En el cual se pretendía comparar formas en la que se puede estar una persona.
El sifón vacío ilustraba, la existencia, ser creado.
El sifón lleno, estar satisfecho, lleno de contenido.
El sifón lleno pero sin gas o presión, no cumple su función.
El primero se refiere a creer en la creación y quedarse así.
El segundo conocer todas las enseñanzas de Jesús y que no llegue a nadie.
En el tercero, nos preguntarnos, ¿Qué nos falta a los católicos para dar lo que se recibe, volver a recibir y volver a dar?
Pues eso mismo...
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