La mañana de hoy en el despacho parroquial
Le tengo afición al despacho parroquial, qué le vamos a hacer. Me encuentro cómodo y ya que estoy bien en su mesa, dejo abierta la puerta por si acaso.
Esta mañana tonta de lunes, día de los santos inocentes, en medio de las fiestas de la Navidad, llevo en el despacho desde las 8:30 h. Papeles que ordenar, correos que responder, pasar algunas partidas, solucionar pequeñas cosas… El caso es que cuando escribo esto son casi las dos de la tarde. ¿Ha merecido la pena estar en el despacho la mañana?
Ha merecido la pena por A., que ha pasado para contarme que acaba de fallecer su madre, y que, por encima de lo que haya querido tratar con un servidor, es caso es que yo estaba y se ha podido desahogar un rato.
O por B., que pasaba por la calle, ha visto la puerta abierta y ha aprovechado para hablar del bautizo de sus dos gemelitos.
He estado un rato con C., usuario del economato, que anda con problemas y que no le es fácil contar tantas cosas a los voluntarios y quería antes hablarlas conmigo.
Dos personas han entrado a confesarse.
Un rato he bajado a la capilla de la adoración perpetua porque me han avisado a última hora de que un responsable de turno había tenido que marchar a urgencias. Al poco rato una persona recién llegada ha cubierto la hora.
Y justo ahora, cuando quería contar la mañana, han venido dos chicas jóvenes a entregar comida para el economato.
Una mañana cualquiera de un día cualquiera. Sigo pensando que echar horas en el despacho tiene su sentido, y con estas líneas solo quiero animar a los compañeros a que intenten hacer en el despacho todas esas cosas que al cabo de día tenemos que sacar adelante: papeles, certificados, preparar homilías, leer, estudiar, mandar correos. El despacho abierto es toda una caja de sorpresas.
15 comentarios
Enhorabuena por su trabajo y por cómo tiene su parroquia
Inisiste ud. mucho en este punto; y me gusta que lo haga con sentido de la realidad, pues otras veces ha mencionado también esas horas y horas en las que uno está y nadie viene.
En fin, a ver si me animo de una vez a tomar este toro por los cuernos.
¡Buen día!
El cura que se aburre en el despacho parroquial es como el periodista que se aburre en un periódico. ¡La de cosas que hay que hacer! Y si encima estás con actitud dispuesta y con la puerta abierta, te entran sorpresas.
Pasaría por su despacho de vez en cuando.
Viendo la foto de su despacho y el tamaño de los 4 asientos, me viene a la cabeza la imagen del almirante de una flota en su silla de mando... y su equipo desde contralmirante hacia abajo en sillitas.
¡Se nota quién es el chairman en su parroquia! (El man que está en la chair más grande).
Gracias por su tiempo y que cunda su ejemplo de decicación 24-sur-24 entre todos los parroquianos.
In Domino.
Allá en el Perú del siglo XVI, uno de aquellos intrépidos sacerdotes de la época emprendió un largo y complicado camino para llegar a donde le habían comentado que esperaban docenas de baptizandos. Tras siete días de estancia, le llevaron tan sólo UNA niña. No queda registrado si en el regreso se sentía decepcionado, con sensación de haber perdido mucho tiempo, o con un razonable cabreo hacia su informador.
Pero aquella niña, sería Santa Rosa de Lima, patrona de toda América.
No hay nada mas triste que ver una iglesia cerrada.
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