Reuniones y convocatorias. Algunas sugerencias
No me digan por qué, pero en las reuniones parroquiales y pastorales demasiadas veces la gente sale con la sensación de que han servido de poco. Si ya es un problema la cantidad de reuniones y convocatorias a las que queremos dar respuesta, la cosa se complica cuando no acabamos de salir satisfechos con los resultados obtenidos.
Dicen los expertos en estas cosas de reunirse y realizar tareas juntos, que hay dos tipos de reuniones: las buenas y las malas. Las malas son aquellas que duran eternamente, esas a las que parece que nunca llegas a tratar el punto por el que te habías reunido y que abandonas pensando ¿a qué he venido a esta reunión? Las buenas son aquellas de las que te vas convencido de que sirvieron para algo.
Cada cual tiene su forma. Yo simplemente explico cuáles son, para un servidor, las características que hacen que una reunión sea positiva:
- Que sean pocas. Un exceso de reuniones y convocatorias sobre lo mismo solo denota falta de eficacia y de ideas claras.
- Convocatoria con tiempo suficiente, y un orden del día muy preciso. Nada frustra tanto como ese no saber a qué vamos o un encontrarse para ver qué se nos ocurre.
- Puntualidad exquisita para empezar y acabar. Para empezar, por respeto al tiempo de los demás. Hacer esperar a ocho personas un cuarto de hora, significa que se han perdido dos horas por la desidia de alguien. Para acabar, porque todo el mundo tiene derecho a programar su vida y saber el tiempo que va a dedicar a algo. Es muy frustrante que pase el tiempo y no acabar nunca. Agota a cualquiera.
- Suelo ser un poco tirano como moderador. Si el orden del día es este, nos ceñimos a los puntos por orden, se tratan y se toman decisiones, concretas y evaluables, aunque la decisión sea que no podamos tomar ninguna y dejarlo para otro momento.
Una reunión así no agota, es eficaz y produce buenos resultados.
Otra cosa es que en lugar de convocatoria nos llegue simplemente una cita, se empiece con una total falta de puntualidad, se alargue la cosa sin fin y encima no se haya llegado a conclusiones claras y además evaluables.
Cuántas veces me encuentro con feligreses que han asistido a alguna reunión de algo y cuyo resumen es que estuvo bien, aunque se alargó bastante, pero bueno a la gente le gustó, y hemos quedado en reunirnos de vez en cuando, en vernos, que es bueno encontrarse para compartir lo que hacemos y sentirnos juntos. Hemos contado lo que cada uno hace y seguiremos haciendo cada uno lo que nos parezca. Eso sí, nos hemos visto.
Las reuniones meramente informativas habría que preguntarse si no pueden ser sustituidas por un simple dossier. Pregunto.
Los laicos, eso percibo, andan todos con mil cosas. Su trabajo, casa, familia, compromisos familiares y de amigos, enfermedades, padres, madres…. Esas cosas. Por eso creo que reuniones y convocatorias las justitas, las imprescindibles, con unos objetivos muy claros y viéndose la eficacia de manera palmaria.
Y los curas igual.
4 comentarios
- Está esa persona que se empeña en que se ponga la reunión en un día y horario que le viene bien pero luego, media hora después de iniciada la reunión, manda un mensaje para decir que no viene.
- Aquel o aquella otra que llega puntual pero lo primero que dice es "Bueno, venga, vamos deprisita y corriendo que me voy en quince minutos y tenemos que acabar en ese tiempo" Admito que la reunión debe ceñirse a un tiempo... pero meter la prisa propia a los demás tampoco es de recibo.
- El que se proponga lo que se proponga resulta tener mil ideas mejores sobre el mismo tema. Curiosamente es una persona que viene a las reuniones, plantea ideas mejores pero luego nunca está cuando hay que hacerlas realidad.
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